Se me ocurrió una idea. No se necesita presupuestos, sólo voluntades. Suma de voluntades. La génesis de esta propuesta —espero tenga eco—, nace así…
Voy camino al trabajo, sobre la hora. Al pasar por el Rincón de Vallejo, un aroma de café bien cargado despierta en mí una idea y también el apetito, o viceversa.
¿Por qué no incluir, en las cartas de los restaurantes, libros?
Sigo. El semáforo pasa de rojo a verde, no transcurre ni un segundo y el sonido de un fuerte claxon me vuelve a la realidad, sigo soñando, caminando apresurado. En la otra esquina suenan más claxon. No soy el único sobre la hora. Falta poco para llegar al lugar donde trabajo.
Los nombres de Jorge Tume, David Novoa, Luis Eduardo García, César Clavijo, Óscar Paz, Ricardo Vera, Omar Aliaga, Renato Sandoval y una larga etcétera de escritores y amigos periodistas se vienen raudos a mi cabeza, como la sangre cuando emana de una herida sin esperar que la llamen.
Les comentaré esta idea. Tengo fe, certeza que funcionará ¿Me ayudarán? Podríamos estar ante una iniciativa que permita un mayor disfrute de los comensales, en paralelo, una nueva vitrina para los escritores trujillanos o norteños en general, un espacio diferente donde se oferten buenos libros que permitan aplacar otro tipo de hambre. Disfrutar del placer de leer.
“La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas”
Erich Fromm, psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán.
También se me ocurrió una ordenanza municipal que disponga se implemente en un corto plazo la iniciativa; pero, nada por la fuerza, la voluntad es el mejor camino. Entonces instalemos dentro de los restaurantes pequeños estantes de melamina u otro material dónde se exhiban obras de autores trujillanos. ¡Es urgente!
Del total de la población de 18 a 64 años, el 6,5% asistió a las bibliotecas de manera presencial: 7,2% en el área urbana y 3,1% en la rural. En el caso de las bibliotecas digitales, 12,0 % accedió a sus servicios.
Encuesta Nacional de Lectura 2023.
Ya no siento el frío. Voy rápido. Me imagino que ciertos personajes, quienes, muchas veces, llegan de incógnitos a la ciudad pueden tener la oportunidad de disfrutar de la variada gastronomía y también de la variada lectura que ofrecen las publicaciones de los periodistas, poetas y escritores de esta tierra culturalmente siempre fértil.
Intentémoslo, tal vez, en algunos años otras ciudades menos cultas que la nuestra imitarán esta acción.
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Hablando de ciudades cultas… un taxista acelera y pasa la luz en rojo del semáforo sin titubear. La gente que intenta pasar por la cebra —pase peatonal— observa esta cotidiana acción y, entre dientes, murmura no precisamente oraciones. Ya estoy en la esquina de la Catedral de Trujillo.
La principal razón de la no lectura de libros impresos y/o digitales fue la falta de tiempo (68,3 %). Con relación a la asistencia a ferias y festivales del libro y la lectura, el 14,0% de la población de 18 a 64 años asistió de manera presencial o virtual, siendo el 15,8% en el área urbana y el 4,1% en el ámbito rural.
Encuesta Nacional de Lectura 2023.
Solo espero que, al leer este escrito, los dueños y administradores de los restaurantes de la Zona Monumental de Trujillo, no respondan a está idea como la popular canción: Quizás, quizás, quizás…
Estás perdiendo el tiempo
Pensando, pensando
Por lo que más tú quieras
¿Hasta cuándo, hasta cuándo?
He llegado a mi destino. Tengo hambre. Una buena señal: el vigilante tiene un libro en la mano.
Una mala señal: en la fría mañana se escucha otro claxon interminable. Esta vez, pasa un auto rojo frente a la sede del Ministerio de Cultura a toda prisa. Ya no hay rezo entre dientes, ahora los transeúntes le lanzan poemas al descontrolado conductor… hay hermanos mucho que hacer.
Mozo, por favor, cambie de música. Y traiga usted la carta del menú cultural. ¿Qué libro me recomienda?
Texto escrito por: Roger Montealegre Barrientos.
