El periodista Óscar de apellido paterno Paz ha escrito Un maldito infierno, el título de su obra primigenia es disonante con su apellido, es una publicación de crónicas, es un relato que conduce a sus lectores hacia lo impredecible.
Óscar Paz Campuzano describe hechos reales, la noticia como un cuento; pero no de hadas –no hay licencia para invención–. Su obra forma parte de un género periodístico que apuesta por la verdad.
En este enorme lienzo pintado de letras, de más de 100 páginas, el escritor y, también, periodista trujillano describe historias reales que en algún momento reporteó para los principales medios informativos del país, como El Comercio y Andina.
“La crónica debe ser capaz de emocionar al lector, de alterar sus sentidos, de moverlo de su sitio, de conmoverlo“.
Allan Poe
El ganador del III Premio Nacional de Periodismo de Essalud (2016) y ganador del Premio Nacional Cultura de Agua (2017), ha elegido para su publicación un formato ideal.
“Su obra es como un postre sutil, pero a la vez estratégicamente servido. Dispuesto a su disfrute”.
El mejor periodismo
Los relatos de Paz Campuzano me recuerdan el estilo de Leila Guerriero escritora argentina que conocí por su obra la Otra guerra.
Una historia del cementerio argentino en las islas Malvinas. Un libro que se ocupa de una de sus esquirlas más sombrías de los argentinos: la identificación de los más de cien cuerpos que, luego de la contienda, fueron sepultados con apenas una cruz y una lúgubre leyenda que rezaba: “Soldado argentino solo conocido por Dios”.
Un maldito infierno al igual que Otra Guerra nos hablan de héroes y villanos de carne y hueso.
Óscar Paz describe a la viuda del último héroe del Perú, quien para mí también es una heroína, porque le ganó la batalla al Estado para que reconozca a su esposo como el último héroe del Perú.
Gracias a su lealtad y su amor, Luis Alberto García Rojas descansa en la Cripta de los Héroes, junto a los sarcófagos del almirante Miguel Grau, el mariscal Andrés Avelino Cáceres y el coronel Francisco Bolognesi.
Entre tanto, en el libro de Leila Guerriero, nos conmueve los valores y la mística del militar inglés Geoffrey Cardozo.
He leído las crónicas de Óscar y es como ver una excepcional serie de streming. Mientras lees deseas que nada te perturbe. Te conectas capítulo a capítulo. Nos traslada en el tiempo, nos hace convivir con sus personajes. Cuando piensas que el texto llegó a su clímax, remata nuevamente y genera un nuevo clímax, te envuelve con historias paralelas sin perder el norte de su hilo conductor.
“Un maldito infierno” no es solo una obra literaria, es también una obra audiovisual. Es tan fácil de leer. Terminará obligándole a conjugar verbos, empezará de tercera persona y pasará sin escala a la primera persona: Yo sufro, yo me indigno, yo lucho…
Rafaella León resume así el contenido del libro de Óscar Paz: “La abuela que aun sueña con su nieto muerto, víctima de la negligencia y la impunidad; la viuda de un héroe de la patria convertida en obsesiva guardiana de sus huesos; la maldición de un pueblo en busca de algo en que creer; un escuadrón de la muerte en un barrio trujillano asediado por la extorsión; la explicación que nadie les da a los familiares de las víctimas de un accidente fatal”.
“Un maldito infierno”: doble escritura
Para un periodista tradicional, la noticia termina una vez publicada en sus medios de comunicación. El autor del libro siguió el rastro de la noticia, incluso hasta concretar esta obra. Tal vez de allí nace el ímpetu de bautizar su diario digital con el nombre de sobre el rastro.
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Esta obra es una advertencia, describe envidia, dolor; pero también amor, lucha, fe y esperanza. Como diría el grupo Niche Me Sabe a Perú. Insisto es un libro que has de leer.
El acto de leer no se trata solo de descifrar el sentido total de una cadena de palabras, sino el acto físico de leerlas en una determinada puesta en escena. (Un maldito infierno).
Escribe: Roger Montealegre Barrientos.