-¿Y qué chucha quieres de mí?
Me interrumpe con crueldad Eloy Jáuregui.
También, me desconcierta y avergüenza.
Le contaba, por teléfono, que estaba en la última etapa del proceso editorial del libro No todo se queda en la cancha, que en octubre del 2023 publicamos con mi amigo Ricardo Vera Leyva.
-¿Y qué chucha quieres de mí?
Interrumpió con un peruanismo puro y duro antes de revelarle el propósito de esa llamada.
Necesitamos de unas palabras de respaldo de una figura reconocida, como la de él, para ubicarla en la contraportada del libro.
-Llama a Eloy, paisa.
Me animó, días antes, Jorge Tume, director de Infolectura, editorial con la que trabajamos la obra.
—
A Eloy, como figura de las letras peruanas, lo conocí en el 2004. En Lima, Etiqueta Negra, la legendaria revista de periodismo literario, organizó un taller, dictado por el escritor Santiago Roncagliolo. Luego de una de esas sesiones, le pedí a Julio Villanueva Chang, fundador de la publicación organizadora del evento, que me sugiera a un cronista peruano.
-Lee a Eloy.
Dijo el editor con su clásica voz parsimoniosa, que más que recomendación, sonó a plegaria.
Después remató sobre el estilo, la poesía, la voz genuina y otras características de Eloy Jáuregui que sonaban a virtudes propias de un santo. Ese año, la editorial Norma lanzó Usted es la culpable, una colección de sus textos que había publicado hasta entonces en diarios y revistas.
El libro se convirtió en un referente, en una especie de faro y Santo Grial para quienes gustan de las historias reales contadas como cuento. En el 2019 se publicó la última edición de esa obra.
“Antes de Usted es la culpable habían escrito libros de crónicas Chema Salcedo, Antonio Cisneros y pare de contar. Hoy el esfuerzo de construir este tipo de volúmenes es más frecuente. Pero en ese trance, a partir del 2004, la experiencia me permitió decirle a la comunidad de periodistas de mi país, que también el periodismo puede convertir a una noticia en una pieza de arte. E insisto, a una crónica en un texto literario, como siempre fue mi propósito. Ahora lo puedo confesar, les di gusto a mis maestros que siempre insistían en que yo era un bicho raro”, escribió Eloy en el prólogo de esa nueva edición.
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Koky Tume dice que Eloy Jáuregui es el cronista más pendejo que ha parido la tierra: “Un hombre que era capaz de levantar de sus escombros a un país a punta de verbo y sustantivo”.
El politólogo Fernando Tuesta Soldevilla señala que Eloy es el cronista de Lima y sus rincones, sonidos y sabores: “Pa’ bravo él”.
Umberto Jara pondera que el autor de Usted es la culpable es el mayor cronista que tuvo el periodismo peruano, “el narrador curioso que, gracias a su sensibilidad de poeta, sabía retratar cada calle, cada esquina, cada barrio y sus personajes. Mirada y prosa. Y el gusto suyo por jugar con las palabras, ese arte aprendido de su maestro Cabrera Infante y esa cuota barroca que provenía de Lezama Lima”.
Koky Tume dice que Eloy Jáuregui es el cronista más pendejo que ha parido la tierra: “Un hombre que era capaz de levantar de sus escombros a un país a punta de verbo y sustantivo”.
Marco Sifuentes señala que Eloy practicaba un estilo del periodismo que “nos hacía mejores, nos sacaba de la coyuntura horrenda de todos los días y no hacía mirar a otros lados. Fue el padrino de toda una generación de periodistas que vivieron el boom de la crónica —ese último reducto de la literatura en el periodismo— a fines de los noventa e inicio del dos mil”.
Eloy fue eso y bastante más. Fue un narrador por antonomasia, un conversador, un sibarita, un showman, un jilguero, un enamorador, un coqueto, un lector, un cantor chupacaña, un hijo de pueblo, un hombre que supo amar.
Eloy vivió haciendo honor a su nombre: “El elegido”. Escribir como escribió, trascender como trascendió es propio de seres especiales.
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A Eloy lo conocí, en cuerpo y alma, en marzo del 2019, en Trujillo cuando dictó un taller de periodismo literario. Le regalé mi libro Tercera persona y en la siguiente clase habló bastante bien de los textos.
Luego, en su columna semanal de La República continuó con los elogios.
En julio de ese mismo año, compartió en su cuenta de Facebook un generoso post para felicitarme por el tercer premio en el concurso El cuento de las 1000 palabras que organiza la revista Caretas.
Con esos antecedentes, más las motivaciones lujuriosas de Koky Tume, decidí llamarlo; pero nunca vi llegar esa súbita metamorfosis de su ánimo.
-¿Y qué chucha quieres de mí?
“Qué chucha” es, según el diccionario, una locución interjectiva que expresa que algo no importa o no vale la pena hacer. También, denota enfado, irritación.
En varios artículos y entrevistas, Eloy utilizó ese término para describir a la generación actual: quechuchistas. Dícese de las personas despreocupadas, que les importa poco o nada las consecuencias de su comportamiento y de los asuntos de interés público.
Entonces, allí estaba. El maestro construyendo una barricada con su voz rasposa frente a mi voluntad.
Con la inevitable timidez y un imprudente tartamudeo le dije lo que debía decirle.
-¿Eso nomás?
Silencio
Luego, continúo:
-¡Maestro, tan poco! Para mí será un tremendo honor, carajo. Para cuándo lo quiere.
Siguió con la seriedad de un sastre de pueblo.
Entonces, un sosiego brilló entre su voz y la mía. Una querencia, un cariñito y cinco centavitos de felicidad.
Eloy Jáuregui había estado bromeando conmigo. Esa expresión que sonó a desazón, a molestia, a rechazo —“qué chucha quieres” —, en verdad, era parte de su segunda mejor virtud: hacer reír. La primera es escribir.
Le envié el libro en PDF y me contestó que al día siguiente antes de las ocho de la mañana estaría su aporte en mi WhatsApp. Y así fue, el miércoles 13 de setiembre del 2023, a las siete y doce de la mañana llegó su texto.
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A finales de setiembre del 2023, lo llamé a Eloy con el fin de proponerle que dicte un taller para periodista en Chimbote.
Se entusiasmó como un niño.
-A Chimbote voy gratis.
A las conocidas secuelas que dejó el covid-19 en él, ahora enfrentaba la recuperación de un accidente en un taxi en Lima.
Cuando íbamos a hablar de sus honorarios, interrumpió severo.
-Los poetas no hablamos de plata.
Minutos después, curioseó. “Pero sí me van a pagar, ¿verdad?”.
Así era Eloy, una tormenta, un mar sereno, un mar revuelto. Un hombre que cultivaba la mejor de las virtudes: la gratitud. Eloy era agradecido con el mundo, con el arte, con la vida.
Su presentación en Chimbote fue conmovedora, reveladora y criollaza. El gurú del periodismo literario en su máxima expresión luchando contra unos imprudentes achaques para compartir lo que sabe. Una lección de pasión.
Henry Chávez y Ricardo Urquiaga, del equipo de BuenaPepa, lo acompañaron en ese encuentro, el cual ha quedado inmortalizado en un conmovedor testimonio.
Días después de Chimbote seguimos hablando. Contaba lo que vivió, sintió, comió y gozó en el puerto anchashino, otrora la capital mundial de la pesca y uno de los lugares predilectos del taita José María Arguedas.
Por ratos fabulaba, por momentos exageraba y reía mucho.
-Te debo un cebiche, Clavijo. Cuando vengas a Lima te voy a llevar a La Mar de Gastón.
Leoncio Eloy Jáuregui Coronado, poeta, periodista, profesor y maestro. Formó parte del Movimiento Hora Zero, publicó obras como Usted es la culpable, Pa’ bravo yo. Historia de la salsa en el Perú, El Pirata. Historia de la música criolla, Sabor a mí. Historia del bolero, Tu mala canallada: crónicas periodísticas, Una pasión crónica, entre otras.
El domingo 7 de enero falleció del 2024. El semidios de la crónica peruana se fue el día que descansa el Dios de los cristianos, y lo hizo como fallecen los supremos: de sorpresa.