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De qué hablamos cuando hablamos de Eloy Jáuregui

El poeta y cronista peruano se salió con la suya e hizo una travesura el domingo 7: se marchó. Esta vez es un adiós sin retorno. Eloy Jáuregui, el amigo, el colega, el maestro, ya no está. Así se le empezó a recordar por redes sociales.

Patricia Cardoza Cribilleros
Periodista

Querido maestro, Eloy Jáuregui, la noticia de su partida nos ha dejado en shock.
Gracias eternas por su generosidad, por su sabiduría y por esa chispa que acompañó cada una de nuestras conversaciones. Una de las plumas más lúcidas del Perú se ha ido.
Que Dios lo acoja en su reino.


Harold Alva
Escritor

Coincidí un sin número de veces con el maestro de la crónica Eloy Jáuregui, pero cuatro son imborrables:
1. Una tarde del 2006, en Nuevo Chimbote, convocados por Jaime Guzmán, histórico fundador de Río Santa Editores, en las previas a nuestras presentaciones, bebiendo tres botellas de anís Nájar, obsequio de uno de sus lectores.
2. Una mañana en Chucuito, cuando, en sus palabras: «había sido rescatado por sus hijos de una marea brutal» (era su cumpleaños).
3. En setiembre pasado, en el Queirolo, acompañado por el poeta ecuatoriano Gabriel Cisneros Abedrabbo, la cantautora Luz Angela Jimenez y el pianista Carlos Montoya, nos topamos con una de las mesas más alegres de Quilca: Eloy Jáuregui carcajeándose, con sus entrañables Edwin Sarmiento y Hernán Flores, esperando a Max Obregón. Quién diría que ése sería nuestro último abrazo; y 4: el 2010, en Jesús María, cuando me dijo: «que no te afecte la kryptonita de los odiadores».

Acabo de leer que ya no está con nosotros y la tristeza, esa mujer hegemónica, es inevitable. Gracias por creer en mí durante los días más complejos de mi vida. Gracias por tu confianza, querido Eloy. Nos quedamos con tu risa, con tu lúdica personalidad, con el desparpajo con el que nos enseñaste a pechar con la escritura. El mundo se queda jodidamente apagado sin tu alegría. Descansa en paz, Poeta de Hora Zero.


Hugo Navarro Rodríguez

Cuatro, dijo el Jaguar…

La noticia me sorprendió estando dormido. Me despierto a la 1:13 de hoy y encuentro llamadas perdidas, mensajes en el WhatsApp y la noticia es que ha muerto el mejor cronista vivo (como lo llamaba yo) mi hermano Eloy Jáuregui.

Cada que me llamaba, y era muy seguido, nuestra conversación se abría con este santo y seña:
― cuatro, dijo el Jaguar…
Que era el inicio de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa – y así iba nuestra conversa. La última vez me contó que estaba escribiendo un libro para Nilver Huarac y su torito, también era tema obligado su nieto Fórmula, su cachorro Pepe y la Biscochito.

Eloy Jáuregui iba a cumplir 70 años el 13 de Enero, pero la rumba se detuvo. Yo lo consideraba un salsero con mucha letra, pero le faltaba música y lo digo con autoridad porque lo conocí desde muy joven y hemos compartido bohemias, conversas, conferencias, como la última que acompaña mi nota en la Feria Internacional del Libro en homenaje a JM Arguedas.

A esta hora de la mañana, me cuesta digerir que mi hermano Eloy a pasado a la condición de «muerto». Me cuesta entender que no más me llamará y me dirá, desde el otro lado del teléfono: «Cuatro, dijo el Jaguar…» y quedará pendiente ese metro cuadrado de cerveza o ese vino de caja en la mesa Eloy Jáuregui de la Taberna Queirolo del Jr Camaná.

Mañana otro día será, le dedicarán muchas notas, me llamarán para preguntarme sobre él o si es verdad que ha muerto. Yo solamente lo recordaré con esa sonrisa de niño travieso que una vez conocí vagando por las calles de Surquillo y concluimos nuestro encuentro en una mesa del Bar Tobara (que ahora es una farmacia) y nos despedimos luego, para ir cada uno en nuestras vidas, buscando guayaba.

Paz, en el silencio de esta noche triste, para el ser que tanto amor dio…


Ysabel Correa Salazar 

Muy pronto te has ido, querido y recordado Eloy.
Ese día de verano del 2012, en la presentación de la revista Esquina, me diste una guapeada única «la que canta, canta dónde sea y como sea», «como buena pide, y encima llega tarde» Peeeeero empecé a cantar en versión salsa mi canción Las Esperanzas, un reggae roots que en ese momento lo convertí en salsa, solo con un cajón y palmas.

Fuiste el primero en salir a bailar, lógico no me quedé atrás y te demostré que podía cantar, bailar e improvisar al mismo tiempo. Todo finalizó en un abrazo y aplausos de pie, pero si no me hubieras metido mi centrada, no hubiera sabido de lo que era capaz.


Javier Alejandro Ramos

El más lúcido y lúdico escritor peruano, bohemio y travieso, ha partido, dejándonos a todos los que lo apreciamos, con una consternación inacabable. Eloy Jáuregui se fue a los 70 años, cuando apenas hacía 15 días había creado un fan page para compartir sus sabrosas crónicas, llenas de sabiduría popular.

Trabajé con Eloy en dos medios de comunicación el siglo pasado, y nos reuniamos muy de vez en cuando con otros amigos y colegas para rememorar anécdotas y abrazarnos al recordar las cientos de palomilladas que hiciéramos hace más de 30 años. Descansa en paz, cronista.


Jorge Tume Quiroga
Escritor y editor

Fuiste tan pendejo, comparito, que te saliste con tu «domingo 7».
Esta foto es de aquella vez que nos conocimos en vivo y en directo, allá en el entrañable Pacasmayo. Y conversamos mil horas con ese otro grande hermano que fue Oswaldo Reynoso.

Eloy Jáuregui, Jorge Tume y Oswaldo Reinoso.

Marco Sifuentes
Periodista