Escribe Ximena Rodriguez Leigh*
Como millones de niños, Josué Aaron Meneses Alama quiere ser como el Dibu Martínez, el arquero argentino campeón del mundo. Mira que te como, hermano.
Pero el piurano, quien luego del colegio corre a vender churros, ese dulce de harina relleno con manjar, tiene algo diferente que lo acerca al portero y les saca ventaja a los millones de competidores. Baila ahora, baila ahora.
Josué Aaron nació el mismo día que el futbolista: el 2 de setiembre. Ambos son virgo: perfeccionistas, obsesionados, metódicos, aplicados, responsables, odian la improvisación.
No existe una palabra para llamar a las personas que nacieron el mismo día y mes. El más cercano es coetáneo, que se usa con el fin de nombrar a quienes nacieron el mismo día, mes y año. Te gusta esperar a vos.
Pero el piurano, quien luego del colegio corre a vender churros, ese dulce de harina relleno con manjar, tiene algo diferente que lo acerca al portero y les saca ventaja a los millones de competidores. Baila ahora, baila ahora
“Lo admiro mucho. Es mi ídolo”, dice Josué sobre quien es el mejor arquero del mundo, —según la FIFA—, un martes de junio en el parque Miguel Cortez en Piura, al norte del Perú.
Decenas de personas caminan y otras juegan por este espacio con fama de peligroso, pero que a esta hora de la tarde parece tranquilo. Un grupo de niños se pasean en unos carritos eléctricos que se alquilan por minutos; jóvenes practican maniobras en una fosa para skate, unos extranjeros piden dinero para comer o seguir viajando hacia el sur, y varias parejas de enamorados se besan. También, hay zancudos y grillos, los bichos de moda en esta ciudad.
Dibu Martínez: vidas paralelas
Josué tiene 15 años y estudia en un colegio mixto. Atesora sueños y desea cumplirlos para que sus padres dejen de tener carencias. Nació en el 2007. Hasta ese año, en Argentina, el Dibu Martínez había sido rechazado por Boca Juniors y River Plate, los clubes más grandes de su país; pero entrenaba en el Independiente de Avellaneda.
“Tenía mucha torpeza, no estaba preparado físicamente y no tenía fuerza. Él sufría mucho porque tenía por delante una camada muy buena y eso le sirvió para aprender”, cuenta, para el diario Olé, Miguel Ángel Santoro, entrenador de arqueros.
Sigue: “Era un grandote, medio torpe y sin mucha técnica. Pero a través de mucho sacrificio y muchas lágrimas él se fue depurando”.
El Niño y el hambre
Josué y toda su familia la pasaron muy mal durante el fenómeno de El Niño del 2017. Recuerda que sufrió hambre y muchas otras necesidades. Ese acontecimiento lo obligó, aun a su corta edad, a aprender un oficio. Una de sus cuñadas y su madre le enseñaron a trabajar, a freír churros.
Josué no quiere que le tomen fotos. Ofrece dar la entrevista con esa condición. De su oreja derecha cuelga un arete. Su rostro es redondo y está matizado con un impertinente acné propio de su edad. Su talla es promedio para el Perú. Tal vez, llegue a los 1.65 metros. Una medida muy distante de los 1.95 del Dibu Martínez.
El portero argentino tiene solo un hermano; el piurano Josué, ocho. Él es el último. Es celoso con sus hermanas, que son dos. Cursa el cuarto de secundaria. “Yo todos los días trabajo, mayormente descanso un día y ya me he acostumbrado a después del colegio venir a vender porque el dinero que gano es necesario para mi hogar”, confiesa.
El portero argentino tiene solo un hermano; el piurano Josué, ocho. Él es el último. Es celoso con sus hermanas, que son dos. Cursa el cuarto de secundaria.
Entre la escuela, su puesto de churros, la familia y el campo de fútbol transita la vida de Josué, cuyo nombre es una variante de la palabra Jesús. Varias páginas en internet especializadas en el significado y personalidad vinculada con los nombres coinciden en que son personas de una gran fe, no estrictamente religiosa. En ellos se puede confiar sin ningún dilema. Creen en sí mismos de manera apasionada, pero nunca con arrogancia. Además, se preocupan en exceso por los demás.
“Deseo cumplir mis sueños para que mis padres dejen de tener carencias y puedan tener una vida mejor, sin necesidades ni muchas cosas que les preocupen”, dice Josué, mientras fríe churros para atender a un cliente apurado.
Los primeros guantes
“A veces jugaba fútbol dentro de casa. He roto las ventanas y los espejos. Mi mamá muy enojada, me escondía la pelota de fútbol”, cuenta Josué.
Cuando su papá le regaló sus primeros guantes de arquero salió a jugar con su mejor amigo. Son gruesos y de colores negros con blanco. Los usa para entrenar y jugar en su colegio y cuando le toca defender los colores de su equipo Aza.
Su sueño es ser arquero profesional, como su máximo ídolo; pero, también, tiene un gusto por la Policía, Entre esas vacaciones definirá su futuro inmediato. Sea lo que elija, en ambos está el compromiso que luchar por el país.
*Este texto se elaboró como parte del curso de Taller de Redacción Periodística I del programa de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada Antenor Orrego.