Escribe Iveth Xiomara Yamunaqué Gonzales
William Alexander Cardoza Sullón, un piurano de 44 años, habla de la paternidad como lo mejor que le ha pasado y, también, se refiere a ella desde el dolor de no tener a su compañera de vida. Un padre al que no le importa trabajar en diversos cachuelos, en un solo día, con tal de llevar el ingreso a casa.
El fallecimiento de uno de los padres abre un doble duelo cuando hay hijos. El adulto que queda al cuidado de los niños asume una mayor carga emocional al tener que sostener y acompañar, a la vez, a los menores.
El 22 de octubre del 2022, William afrontó una triste noticia. La mujer de la que se había enamorado hace 20 años ya no compartiría momentos con él ni con sus campeones, como suele llamar de cariño, a sus dos hijos.
El cáncer de estómago consumió a Jackelyn Palacios Medina, lo que dejó un gran vacío en la casa de la familia Cardoza Palacios.
William no se atemorizó ante la dura prueba que le mostraba la vida. Sus dos hijos, Steven y Edgar, fueron la principal razón por la que se armó de coraje para seguir mostrándoles que juntos todo era posible. “Los padres son los huesos con los que los hijos afilan sus dientes”, escribió Peter Alexander Ustinov, un escritor, actor y director de cine que solo tuvo una hija.
Padre no es el que cría
A finales de 1910, una mujer llamada Sonora Smart Dodd quiso rendirle un homenaje a Henry Jackson Smart, un veterano de la guerra civil de Estados Unidos, quien fue padre y madre para ella y sus hermanos.
La propuesta comenzó a tomar fuerza en la sociedad. Sonora sugirió que el festejo se celebre el 5 de junio por el cumpleaños de su papá; sin embargo, no fue hasta 1966 que, el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson proclamó el tercer domingo de junio como fecha especial para los progenitores.
Es una tarde de miércoles de un junio difícil para los piuranos. Luego de las intensas lluvias y los desastres que provocó el ciclón Yaku, los peruanos de esta región sufren por la epidemia del dengue, una enfermedad que se transmite por la picadura de un zancudo.
William no se atemorizó ante la dura prueba que le mostraba la vida. Sus dos hijos, Steven y Edgar, fueron la principal razón por la que se armó de coraje para seguir mostrándoles que juntos todo era posible
William está en casa. Unas paredes grises sin pintar lo envuelven. Ese color frío agiganta su nostalgia, pero él sonríe. Su buen semblante se refleja en la pantalla del televisor de la sala; sin embargo, las imágenes que traspasan están ordenadas en la mesa de centro: un collage fotográfico de sus hijos cuando eran bebés está junto a la foto de su esposa, como símbolo de un ángel guardián.
“Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor”, escribió el novelista Denis Lord. William, sin conocer a este escritor cree en lo mismo. “La paternidad no se trata solo de hacer hijos, de criarlos, o que no les falte nada, sino de darles amor, cariño y compartir cada segundo de tu vida con ellos”, manifiesta mientras dirige una mirada llena de amor al cielo.
William aún recuerda el nacimiento de sus dos hijos como uno de los mejores momentos de su vida, a pesar de que se presentaron en medio de situaciones muy peculiares.
“Mi primer hijo nació en Lima. Yo estaba en Piura trabajando, no pude asistir a su nacimiento porque no me dieron permiso. Mi jefe era estricto”, contó con una sonrisa corta.
Para la llegada de su segundo hijo, las cosas marcharon de la misma manera. Esta vez, él trabajaba en Lima. Le pidió a su jefe permiso, en reiteradas ocasiones, para ir al hospital. “¿Acaso tú lo vas a parir o eres el doctor del parto?”, recibió de respuesta.
Los momentos como estos, siempre dejan huellas en su corazón. Es por ello que siente la necesidad de compensarlo con tiempo de calidad hacia sus hijos.
Manifiesta que a ellos no les falta el amor, la comprensión y, sobre todo, un amigo que los escuche. A pesar de que, tiempo atrás, William trabajaba 24 horas en un grifo, lograba organizar el tiempo para su familia.
“Soy un multitrabajos”
Willi, como sus amigos lo llaman, nació y creció en Piura, en un sector con algunas calles asfaltadas y coloridas viviendas. Estudió en el colegio San Miguel, el más antiguo y popular de esta ciudad norteña, por donde han pasado personajes ilustres, como Mario Vargas Llosa.
Es un hombre peculiar, de estatura baja, trigueño por el sol y de escasa barba. Le gusta beber más de la cuenta con sus vecinos, porque así puede “despejar la mente”. Su mirada suele perderse mucho entre sus pensamientos e ideas vagas que lo hacen tartamudear, un poco, a la hora de narrar parte de su historia.
Trabajó desde muy joven y siempre destacó por ser proactivo. No descuidaba los estudios ni las sesiones de entrenamiento del club de fútbol al que pertenecía.
Fue vigilante, cajero, gasolinero y desempeñó el rol de empaquetador en una farmacia. “Me gustó trabajar para ganarme mi dinero, ya cuando formé mi familia conseguí un trabajo estable. En la actualidad, hago servicio de mototaxi, soy albañil, gasfitero, electricista y hasta estuve de entrenador de fútbol, soy un multitrabajos”.
Mi padre como ejemplo a seguir
En comparación con sus hermanos, él ganó más privilegios por ser el menor. Disfrutó su niñez, adolescencia y juventud sin muchas complicaciones y cumpliendo uno de sus sueños: pertenecer al club deportivo Monterrey en el distrito de Castilla, Piura.
Su padre fue su mayor ejemplo de superación. Le enseñó a ganarse la vida con honradez; lo poco que tenía, siempre se los otorgó a sus hijos para que no sufran carencias, además los guio por el buen camino.
Tienen a un grandioso papá porque él, a su vez, tuvo un maravilloso padre. “No hay palabras para describir la paternidad de mi viejo, siempre se desvivió por nosotros, no nos daba la oportunidad de estar con él porque era una persona recta, sin embargo, su lenguaje de amor era el reconocimiento de nuestros logros”, señala William.
Hijo, allí tu padre
Steven Cardoza Palacios, hijo mayor de Willi, expresa el amor y gratitud hacia su progenitor muy a su manera. Es extrovertido y dice las cosas que piensa. Su padre es uno de los mayores tesoros, a pesar de que ya no tiene cerca a su madre, sabe que siempre guía sus pasos.
Junto a Willi han experimentado mucho. La prueba más difícil es haber aceptado la partida de aquella mujer que los tenía a ‘raya’, como dicen coloquialmente.
William está en casa. Unas paredes grises sin pintar lo envuelven. Ese color frío agiganta su nostalgia, pero él sonríe. Su buen semblante se refleja en la pantalla del televisor de la sala.
“Mi papá siempre estaba junto a mi mamá, íbamos a jugar con mi hermano y ellos estaban ahí animándonos, gritando, siempre fueron y son nuestros pilares”, manifiesta el joven.
Para Steven, su padre es su mayor regalo, da gracias a la vida por permitirle tenerlo cada vez que lo necesita, porque puede haber discusiones como en toda familia; sin embargo, la suerte de tenerlo es enorme y los sacrificios que hizo por él y su hermano son inmensos.
“Gracias por ser parte de mi vida, me diste estabilidad y la fuerza para afrontar esta prueba, te quiero mucho, papá”.
Un Día del Padre diferente
Se percibe un ambiente húmedo con olor a detergente. El ruido del agua escurriendo está presente como símbolo de una compañera más, mientras Willi mueve sus muñecas y hace crujir sus dedos, preparándose para responder. Se acomoda en una de las dos sillas del comedor, suspira y rememora los días en los que disfrutaba, junto a su padre, las innumerables fiestas familiares.
En el horizonte de los recuerdos, la figura paterna se alza imponente. William sabe que el 2023 no será igual. Las reuniones familiares de cuatro se han reducido a dos, la mesa grande ya no está, ahora solo tienen una pequeña con dos sillas de madera.
La muerte inesperada de su esposa, el fallecimiento de su padre hace unos años y la ausencia de su hijo menor, crean en Willi una atmósfera nostálgica en este día especial.
“Esto es una prueba más, todo lo que estoy pasando me hace caer en cuenta qué tan buen padre soy”, señala Cardoza Sullón tras un largo suspiro.
El sacrificio que debe hacer para levantarse cada día y mostrarle una sonrisa a Steven o mantenerse tranquilo cuando habla por llamada, con Edgar, el menor, de su esposa y empiezan a llenarse de recuerdos o simplemente estar en casa solo con sus mil y un dilemas.
“Hace unos años, el Día del Padre la pasaba excelente, con mi padre y mis hijos alrededor, es la primera vez que pasaré este día de diferente manera”.
Este 18 de junio no solo se honra a William Cardoza Sullón, sino a todos los padres del Perú que con amor profundo y sincero realizan sacrificios para fortalecer el vínculo de una familia y convertirse en el superhéroe de sus hijos.