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Día de los Santos: los sueños que la muerte silencia

El 1 y 2 de noviembre, Perú y otros países celebran la memoria de quienes ya no están en esta tierra.

El 10 de la cancha. El mejor delantero. El que brilla con su propia luz. Pequeño en estatura, pero grande en victorias. Admirado y celebrado en estadios, calles y hogares. Su nombre resuena en los corazones de millones. El que deja una huella imborrable en la historia del deporte.

A primera vista, podría parecer una descripción del astro argentino Lionel Messi, pero no es así.

Estas virtudes no son más que el reflejo de un sueño: el sueño de José de la Cruz —un fanático del ídolo deportivo– para su hijo. Una aspiración profunda de un padre que anheló ver a su niño crecer y alcanzar grandeza.

Sin embargo, bajo los designios insondables del destino, un 24 de agosto de 2018 —año en que el Perú volvió a vibrar con su regreso a la Copa Mundial— el querido hijo de José, Ian Lionel de la Cruz Estrella, emprendió su vuelo eterno hacia el cielo.

«Al enterarme de que sería un varón, ni por un instante dudé que mi hijo llevaría el nombre del gran Lionel Messi», expresó con la mirada perdida en un horizonte invisible.

Estas virtudes no son más que el reflejo de un sueño: el sueño de José de la Cruz —un fanático del ídolo deportivo– para su hijo. Una aspiración profunda de un padre que anheló ver a su niño crecer y alcanzar grandeza.

Cada primero de noviembre, Piura se envuelve en un manto de solemnidad y memoria, para honrar los sueños que descansan en cada rincón de sus cementerios.

Es un día en que la ciudad se convierte en un refugio de recuerdos y anhelos, donde las voces de quienes ya partieron parecen susurrar entre las flores y el silencio, recordándonos que sus aspiraciones y luchas aún laten en el corazón de quienes les sobreviven.

Falsa alarma

José de la Cruz, un comerciante ambulante de unos 30 años, siente que la vida le arrebató a su hijo de manera abrupta y prematura.

Lionel dejó este mundo apenas cumplió el primer mes de vida. Los médicos detectaron en él una anomalía cardíaca congénita, una afección que implica uno o más problemas estructurales en el corazón presentes desde el nacimiento.

«Al nacer, los médicos lo examinaron y nos informaron que el bebé presentaba un problema en el corazón, por lo que nos recomendaron dejarlo internado, y así lo hicimos», recordó. 

Tras algunas semanas, los doctores dieron de alta a la criatura, y los padres creyeron que todo había quedado atrás. Sin embargo, la situación pronto se complicó.

Un 24 de agosto, Yesenia, madre del pequeño, lo dejó en la cama jugando con una sonaja. Al verlo tranquilo, decidió aprovechar el momento para darse una ducha.

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Los minutos pasaron y el sonido de Lionel dejó de oírse. Cuando la madre regresó a la habitación, encontró la sonaja sobre el rostro de su hijo. Horrorizada, corrió a levantarlo, pero era demasiado tarde: el corazón de Lionel ya no latía.

En Piura, el primero de noviembre se conmemora la memoria de los niños y bebés fallecidos. Durante esta fecha, es costumbre repartir dulces llamados Angelitos, como un gesto simbólico de amor y recuerdo hacia los pequeños que ya no están.

Los historiadores afirman que, la práctica de la repartición de Angelitos es una herencia de la cultura Tallán, que siempre mostró un profundo respeto por sus muertos.

Los minutos pasaron y el sonido de Lionel dejó de oírse. Cuando la madre regresó a la habitación, encontró la sonaja sobre el rostro de su hijo. Horrorizada, corrió a levantarlo, pero era demasiado tarde: el corazón de Lionel ya no latía.

Con la llegada de la colonización, los niños fallecidos comenzaron a ser considerados como ‘ángeles protectores’ que parten de este mundo, adelantándose a la muerte de los padres.

Para rendir homenaje a estos pequeños difuntos, se buscó una forma de acercarse a su esencia. Así, el color y la forma de los dulces adquirieron una dimensión atractiva, diseñada para cautivar a los pobladores.

Día de los Santos: Un modo de recordar

Ante la muerte de Lionel, la familia de José se sumió en la devastación. No obstante, la vida debía continuar su curso.

El padre, en medio de su sufrimiento, decidió encontrar la fortaleza para salir adelante, consciente de su responsabilidad como proveedor en su hogar.

En un gesto de promesa, la familia acordó visitar la tumba de su hijo el primer día de noviembre. Sin embargo, esta conmemoración representaba un día sin trabajo, y en su dura realidad, si no trabajaban, no tendrían qué comer.

Durante una de las últimas visitas que José realizaría a su hijo, su mirada perspicaz, característica de un emprendedor, le reveló que muchos de los asistentes a las velaciones se encontraban hambrientos.

Día de los Santos

Algunos traían alimentos, pero otros no. Al observar aquella necesidad, José decidió que, para el siguiente año, vendería churros.

La Real Academia Española (RAE) define el churro como un alimento que se elabora a partir de una masa compuesta de harina, agua y sal, la cual se fríe en aceite. Este producto se caracteriza por su forma cilíndrica y estriada, siendo un manjar típico en los desayunos y meriendas.

Es así que, por más de tres años consecutivos, se ubica frente al cementerio San Miguel Arcángel, más conocido como Metropolitano, para ofrecer ese dulce en los días de las velaciones.

«Descubrí la manera de estar al lado de mi Lionel en una fecha tan significativa, así como de llevar el pan a casa. Estoy profundamente agradecido con las personas que compran y nos brindan su apoyo», manifestó José.

¡Encendamos las velas!

Perú, por su esencia vibrante y rica en diversidad cultural, es un país festivo que resplandece en cada rincón con una energía contagiosa.

A pesar de los desafíos que enfrentan, los ciudadanos siempre manifiestan una actitud resiliente. Con una sonrisa ante las adversidades, reflejan su espíritu alegre en cada celebración.

En Piura, se les denomina ‘velaciones’ a las ceremonias en las que se encienden velas cerca de la tumba del difunto, tanto durante el día como en la noche.

Esta práctica tiene como propósito iluminar el alma del fallecido en su tránsito hacia el cielo.

Esta celebración se distingue por la visita a los cementerios, donde se realizan labores de limpieza y embellecimiento de nichos y mausoleos en honor a los seres queridos fallecidos.

Durante estas visitas, es habitual rezar, entonar canciones o compartir anécdotas que reviven la memoria de quienes han partido. Los asistentes llevan coronas de papel o flores que son depositadas en las tumbas.

Asimismo, en el contexto de los actos conmemorativos del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, la Beneficencia Pública tiene previsto instalar aproximadamente 15 000 focos en el cementerio San Miguel Arcángel.

Según las estimaciones, se espera que la comuna reciba alrededor de 150 000 visitantes los días 1 y 2 de noviembre.

Las puertas del cementerio permanecerán abiertas el 1 de noviembre, desde las 8 a. m. hasta las 6 p. m. del 2 de noviembre.

El público podrá velar y rendir homenaje a sus fallecidos sin inconvenientes, ya que habrá personal de seguridad y control tanto en el interior como en el exterior del camposanto.

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Con respecto al cementerio San Teodoro, la presidenta de la Sociedad de Beneficencia Pública, Claudia De La Oliva Zamora, indicó que no se ofrecerá el servicio de iluminación en los nichos por la poca afluencia de deudos.

“Hemos considerado que este año no haya velaciones en San Teodoro. Sin embargo, se ha tenido en cuenta la instalación de reflectores en todo el cementerio para que las personas puedan ir y visitar a sus seres queridos”, señaló.

Escribe Danitza Anaya Montenegro