El escritor piurano Antonio Zeta Rivas, nacido el 11 de abril de 1986, ha sido galardonado con XIII Premio Altazor de Novela Infantil por su obra titulado Puga, un felino entre las nubes.
El jurado del prestigioso galardón, compuesto por Mari Carmen González López (España), Alexis Manuel García Artiles (Cuba) y Carlos Rengifo (Perú), seleccionó el trabajo de Zeta Rivas por unanimidad, al destacar su creatividad y conexión con el público infantil.
La obra general de Zeta no solo respira literatura infantil, también recorre una Piura donde reina el horror, el terror y lo fantástico, rasgos que puede llegar a ser la realidad.
En su narrativa, la desigualdad y las brechas sociales son vistas desde niños que resisten a la sociedad que los agobia con superpoderes y criaturas que encarnan lo que oculta el humano.
La obra general de Zeta no solo respira literatura infantil, también recorre una Piura donde reina el horror, el terror y lo fantástico, rasgos que puede llegar a ser la realidad.
BuenaPepa conversó con Zeta, licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Piura, para conocer más sobre su triunfo, sus motivaciones literarias y lo que, realmente, significa la literatura infantil y fantástica.
—¿Cómo te enamoraste de la literatura?
—Tendría que remontarme al vientre de mi madre. Cuando ella estaba embarazada de mí, pues me comenta que contaba historias, ya que trabajaba en una biblioteca en Chulucanas.
Ahí pasé un mes rodeado entre libros. Posteriormente, cuando fui creciendo me di cuenta de que era un niño muy solitario, a pesar de mis tres hermanas menores, puesto que tenían intereses diferentes a los míos.
Tuve que inventarme historias y juegos en soledad para pasar el rato. La imaginación siempre ha estado en mi cabeza.
—¿Qué es la literatura para usted?, ¿una catarsis?
—Es una posibilidad de culminar historias que estaban inconclusas o con las que no me había quedado satisfecho. O con finales que había esperado porque en la época de los dos mil no era como ahora que uno decide cuándo ver. Uno tenía que esperar en televisión abierta a series como Dragon Ball.

En esa espera, escribía finales, redactaba películas imposibles, historias que nunca iban a ocurrir, pero que se me venían a la mente. Estos textos, que los tipeaba en una máquina de escribir, las repartía entre algunos compañeros de colegio.
También, es una catarsis. Por ejemplo, en la época de la pandemia, falleció mi madre y mi hermana. Fue un golpe durísimo y una catarsis para canalizar mi dolor. Así mismo, es una manera de reivindicar a Piura no solo dentro del Perú; sino, a nivel mundial, en lo fantástico.
Tal como existen criaturas como el hombre lobo, un ser mitológico y universal; resulta que en Piura también hay seres como mujeres temidas por brujas y que se convierten en lechuzas u hombres que se transforman en perros. Es una forma de demostrar lo que Piura tiene.
—¿Recuerda lo primero que escribió?
—Sí, la trama es sobre un niño de 8 años que comienza a flaquear en los estudios y conforme va teniendo malas calificaciones como 10 o 5. Cada nota la va depositando en el inodoro de su casa.
También, es una catarsis. Por ejemplo, en la época de la pandemia, falleció mi madre y mi hermana. Fue un golpe durísimo y una catarsis para canalizar mi dolo
Cuando llega a saturarse, la madre contrata a un gasfitero. Él extrae una bola de papel. La mamá curiosa la tiende hoja por hoja y se da cuenta de que su hijo está desaprobado. Mágicamente, se ha conservado la tinta en todos los exámenes.
Antonio Zeta: Puga, ul felino entre las nubes
—Su último libro se titula Puga, un felino entre las nubes y ha ganado el XIII Premio Internacional de Novela Infantil Altazor 2025. Relata la vida de una familia que tiene el poder en convertirse en diferentes animales de la fauna piurana. ¿Es su obra más madura?
—Sí. En obras anteriores he querido conseguir una prosa más fluida, cuidar los detalles al mínimo y que la historia cierre con todos sus elementos. Puga me parece que lo logra en un 99 %.
—¿Podría leernos un fragmento donde lo fantástico se hace presente?
—Rincón de nubes es el nombre de un pequeño pueblo cerca del cielo. Un paraíso que la madre naturaleza pintó de verde desde mucho antes que yo naciera. El bosque siempre verde, los cerros cubiertos por una alfombra del mismo color, lagunas y manantiales donde hombres y animales se turnan para beber de la misma agua. […] Mamá seguía diciendo que, en cualquier momento, yo cambiaría de piel. Yo ya llevaba un año ocultando mi vergonzosa apariencia de gato.
—¿Qué resalta, de manera particular, de esta obra?
—En otras obras disfruté su momento creativo. En Puga me tomé muy en serio la labor. Fueron meses intensos, donde trabajé arduamente por las noches, aislándome de las amistades. Por ello, cuando obtuve el producto final me sentí contento porque tenía algo que, por fin, quedaba como quería.

—¿Cómo le tomó la noticia del premio?
—Ediciones Altazor suele organizar una ceremonia de premiación, cuyos resultados son completamente anónimos. Los cinco finalistas acuden y se mencionan los puestos de menor a mayor.
Cuando fueron revelando los nombres, todavía mantenía cierta reticencia, ya que el año pasado quedé segundo puesto. Este año no me sentía ganador. Para grata sorpresa mía, el jurado de manera unánime decidió que Puga sea la ganadora.
—Su literatura está vinculada a lo fantástico con elementos de nuestra realidad regional, ¿qué otras obras pueden recomendar con esta cualidad?
—En el caso del libro Colpawálac trata sobre un portal mediante una lluvia atípica. Un grupo de niños visita el cementerio a medianoche, logra despertar a un vampiro de la época de la cultura tallán.
Lo fantástico está dividido en tres partes: la fantasía como los cuentos de hadas, lo extraño y lo fantástico, propiamente, dicho.
—También, su literatura está relacionada siempre con lo infantil, ¿cierto?
—Generalmente, se le dice literatura infantil porque los personajes son niños y el lenguaje es más asequible a ellos. Entonces, es más difícil porque no me considero un autor infantil, yo soy un autor más de lo fantástico.

—Le dictaré palabras y me dirá lo primero que piensa.
—Como El valor de la verdad.
—Piura.
—Calor.
—Niñez.
—Castilla.
—Amor.
—Leydi.
—Literatura.
—Tertulia Cero.
—Poesía.
—Vallejo.
—Familia.
—Martha.
—Perú.
—Piura.
Si bien he producido estas novelas, es un reto por los límites. En Colpawálac se me hizo muy difícil por la cantidad del terror usado, que mi primera inquietud fue saber hasta qué punto el niño quería seguir leyendo o no por su temor.
—¿En Mamá Suyay se refleja una imposibilidad?
—Sí. Una bola fantástica que ha pasado de generación en generación en una familia. Este hecho hace que un niño crea que es posible que nieva en su ciudad.
—Su primer libro es Tarbush, ¿qué recuerdos tiene?
—Su llegada fue impresionante. La primera edición se acabó en pocos meses y ya va por su sexta. Es un libro que ha cambiado, se han quitado cuentos y se han añadido. Estoy muy conforme con su última edición.
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—La soledad toma un papel principal como fuerza creadora en su caso, pero ¿qué autores lo acompañan y tienen un impacto en su narrativa?
—Son cinco de Latinoamérica. En primer lugar, Gabriel García Márquez; en segundo lugar, Julio Cortázar. Luego, Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. En Perú, a Julio Ramón Ribeyro y Cronwell Jara de Piura.
—¿Podría comentarnos sobre la importancia de Jara?
— Cronwell Jara, para mí, es el mejor cuentista vivo. Sus libros los he leído una y otra vez: Montacerdos, Cabeza de nube y las trampas del destierro y más. Ha recibido el premio Casa de la literatura.
La primera edición se acabó en pocos meses y ya va por su sexta. Es un libro que ha cambiado, se han quitado cuentos y se han añadido. Estoy muy conforme con su última edición.
Le suma importancia a la literatura piurana infantil porque autores como José Lalupú, Gabriel Garay, Cronwell Jara o quien habla, son escritores que han conseguido logros a través de obras infantiles.
Y la literatura infantil es malentendida como que tomo un relato simple sin trama con imágenes coloridas para niños. En las obras infantiles de autores piuranos, se respeta tanto al niño de 8 años como al niño de 80 años.
Piura y Tertulia Cero
—¿Cuál es su visión literaria de Piura?
—Un lugar cálido con gente hospitalaria y trabajadora; pero tiene muchas cosas que mejorar.
—¿Qué mejoraría?
—El tema de las pistas. Podemos hacer un paralelo en Mamá Suyay donde las calles son un desastre en la ciudad y en Puga, en el pueblo El rincón de nubes, el sitio está diseñado para que el agua sea un visitante: transcurre.
Al día siguiente es como si no hubiera llovido, como si la lluvia fuera solo un paso de nube.
—¿De qué manera la literatura contribuye a su rol de educador y viceversa?
—Mencionaré tres ejemplos. En Tarbush, la historia de un niño que viene de Cisjordania y que todos lo ven como un bicho raro, en el colegio, porque no juega fútbol ni interactúa.
Pero, sobre todo, por su forma de vestir: un tarbush que no se lo quita nunca y una joroba que crece con el pasar del tiempo. Se trata de cómo vemos al extranjero.

En el caso de Tabas, es una mirada a la discriminación y a la igualdad. Es un niño que nace con una pierna más corta que la otra. Llega al colegio más pituco de la ciudad y espera a ser tratado con el mismo desprecio de su escuela anterior. Pero es bien recibido, hay más empatía con él.
Estos relatos me permiten trabajar temas como: la generación de la autoestima, el aprecio por el otro, el respeto por las creencias ajenas y la comprensión de la diferencia de ideas.
—Usted pertenece al círculo literario Tertulia Cero. ¿Cuál es el propósito principal de este grupo y cómo ha impactado en la escena literaria de Piura?
—Tertulia Cero nace con el propósito de rendir homenaje a autores de la región que poseen cierta contribución a la literatura de Piura. En segundo lugar, generar espacio donde jóvenes valores empiecen a aparecer.
¿Logros? Dos concursos de escritura, la revista Hueso duro que tuvo dos ediciones. Descentralizamos la feria literaria. Nos fuimos a Paita, Castilla, Veintiséis de Octubre, universidades e institutos.
Lo importante es que hay profesores que se han dado cuenta de que Piura no solo es costumbrismo; también es fantasía, terror y horror.
Antonio Zea y su yo
—¿Qué otras pasiones tienen?
—Me gusta compartir buen cine. A mi esposa creo que la abrumo con películas y nombres de actores que me memorizó sin ningún propósito.
—¿Cómo escribe Antonio Zeta?
—Empiezo por la trama que se me ocurre cuando voy caminando o corriendo. Hago deporte. Luego, trato de definir a los personajes que necesito. Después, elaboro un resumen. Lo plasmo en mi cabeza, voy agregando, quitando información y se lo cuento a alguien a modo de película.
Estos relatos me permiten trabajar temas como: la generación de la autoestima, el aprecio por el otro, el respeto por las creencias ajenas y la comprensión de la diferencia de ideas.
Ya cuando me siento a escribir, digito toda la trama, defino a los personajes y redacto. Cuando culmino, elijo el primer párrafo y la primera línea. Me parece importante ese momento para un texto. Después, una revisión constante.
Además, como soy una persona muy tímida, más que conversar, me gusta escuchar. Y consumo mucho material fantástico a través de animes, cómics y películas de acción, terror y ciencia ficción que veía muy noche gracias a mi padre.
—¿Qué es el amor?, ¿es o siempre será?
—El amor es locura, revolución, calma y reinvención. Se superpone a la rutina y se reinventa por encima de todo. Empiezan los pequeños gestos, las experiencias y vivencias.
Todo este conjunto de hechos se convierte en un álbum eterno de fotografías a las que uno vuelve siempre para recordar que hay alguien que nos ama.
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—¿Existe el deber de amar?
—¿Al amor de pareja te refieres?
—Sí. ¿Existe el deber de conocer a alguien y construir una vida con esa persona?
—Más que el deber, creemos que la persona que esperamos llegará algún día o no llegará nunca. Siempre esperamos al ser perfecto. Pero ¿definitivamente hay alguien con quien estamos destinados a unirnos? Sí. Existe.
—Entonces, ¿cree en la media naranja?
—Creo que Platón dice que siempre fuimos un mismo ser. O sea, si eres un romántico, esa idea es perfecta.

—Docencia.
—Mi vida.
—Dina Boluarte.
—No opino.
—¿Un sueño?
—Escribir toda la vida.
—¿Un miedo?
—No poder escribir toda la vida.
—Película favorita.
—Batman: el caballero de la noche.
—Si no hubiera sido docente ni escritor, ¿qué hubiera sido?
—Periodista.
—Claro, porque supones que buscas a una persona con tus mismos sueños o vocaciones. Es decir, te buscas a ti mismo.
—Le estás preguntando a una persona felizmente casada. Mi esposa realiza detalles marcados sin que nadie se lo diga. Uno disfruta haciendo cosas por el otro sin esperar nada a cambio.
—Es cierto, ¿cómo se reconoce a la persona correcta?
—Cuando terminan los maravillosos hábitos junto a la revolución de las mariposas en el estómago y viene la tormenta. Si en lo más delicado logran salir airosos, esa es la persona.
Esa cosa llamada Perú
—¿Qué imagen tiene de la política peruana y sus gobernantes?
—Tengo una visión macondiana. Cuando José Arcadio Buendía es la máxima autoridad en Macondo, me parece que el pueblo camina bien, sin necesidad de una división política de las esferas formales.
En Puga, el pueblo se organiza por sí mismo. Desconoce que es un alcalde o presidente. Cuando los visitantes llegan con el dinero, ellos entienden que es papel y metal.
El amor es locura, revolución, calma y reinvención. Se superpone a la rutina y se reinventa por encima de todo. Empiezan los pequeños gestos, las experiencias y vivencias
Y cuando los visitantes les preguntan cómo hacen para comprar comida y vestimenta, les explican con un sistema bastante práctico. Por ello, creo que necesitamos más personas honradas como los pobladores de Rincón de nubes.
—Manuel González Prada decía que había dos tipos de problemas: los que no se resuelven nunca y los que se resuelven solos. ¿Cree que el Perú es un problema que nunca se resolverá?
—Uno está a la espera de iniciativas que promuevan el cambio. Sin embargo, en Piura, te topas con arboricidios y un turismo que descuida el agua. Uno no ve al futuro con una mirada esperanzadora.
No hay un gran cambio. Queda en buscar el mal menor o el ladrón conocido. Nosotros mismos tenemos que leer, informarnos y tener una óptica más amplia.
—¿Aceptaría un ofrecimiento político?
—No podría decir “de esta agua no beberé”, pero hasta el momento no he tenido algún acercamiento.