Escribe Fátima Milla Ravines
Fernando Medina camina por las veredas del parque cercano a su casa, en la urbanización Santa Inés, de Trujillo. El sonido de las aves, las hojas de los árboles cayendo y los rayos del sol inclinados contra su rostro lo fuerzan a creer que está dentro de una película.
Después de unas cuantas vueltas, decide sentarse en una banca y observar alrededor. “Me enseñó que hasta el lugar más horrible de todos puede llegar a ser el más hermoso, mientras te tomes el tiempo de ver”, se dice en la película Violet y Finch.
Admira la belleza y simplicidad de la situación y desea que su mente se mantuviera así de tranquila, también. Pensó en lo que había sucedido hace unas horas: perdió la prueba de atletismo para pertenecer al grupo selecto de su colegio. Los nervios y el miedo lo habían traicionado.
A los segundos recibe un mensaje: “Te dieron otra oportunidad, hoy en el complejo deportivo IPD a las 6:00 p.m.”. De pronto, tiene ese pensamiento intrusivo nuevamente rondando en su cabeza: no puedes, no eres capaz.
No es una simple frase. Es la voz que le roba la ilusión y confianza en sí mismo. “El miedo circulará siempre en mi cuerpo como otra sangre”, escribió José Watanabe en su poema El lenguado.
Considerando que el sentimiento de agitación y preocupación es uno de los principales síntomas de la ansiedad, Fernando percibe cómo su corazón late más rápido, el sudor en las palmas de las manos incrementa, el nudo en la garganta está de vuelta y no le permite concentrarse en nada más que tratar de recuperar la calma.
Es mediodía, hora punta y las personas se encuentran regresando a sus casas para el almuerzo. Fernando, entonces, se levanta de la banca, el ruido de las aves lo estaba comenzando a aturdir, el sol ahora lo ciega y su respiración está cada vez más agitada.
No es una simple frase. Es la voz que le roba la ilusión y confianza en sí mismo. “El miedo circulará siempre en mi cuerpo como otra sangre”, escribió José Watanabe en su poema El lenguado.
El 28.3 % de estudiantes presentan síntomas de ansiedad severa. Recuerda lo hablado con la sicóloga del colegio: no tiene que asustarse, sino buscar soluciones.
Sin embargo, era como si el mundo se hubiera vuelto hostil y él fuera una presa indefensa. Esa fue la primera vez que sintió aquella crisis de ansiedad que ahondó su vida. Presintió que no sería la última.
Un tropiezo más
A pesar de los intentos, la agitación pudo más e hizo que no ingresara a la selección de atletismo. Fernando da algunos pasos inestables por los pasillos de su colegio. Siente las miradas de todos los demás sobre él. Las expresiones en los rostros son de burla y arrogancia.
Una sensación de impotencia lo invade al recordar lo sucedido: se paralizó al escuchar el silbato que daba inicio a la carrera de prueba, muchos alumnos presenciaron la situación y solo atinaron a reírse y contarlo a los otros estudiantes.
Según Arthur Somers Roche la ansiedad es una “delgada línea de miedo que se extiende por el horizonte”. Las burlas e incomodidad invadieron a Fernando, entonces, solo corrió para huir del lugar.
Estar en la universidad
Después de salir del colegio, empieza aquella etapa de desesperación por tener que saber qué quieres hacer con tu vida y escoger una carrera universitaria en el menor tiempo posible.
Fernando se decide por Medicina Humana. La noche previa al examen, no podía dormir. Se revolvía en la cama, miraba el reloj cada dos minutos y contaba las horas que le quedaban para enfrentarse a aquella prueba que definiría su futuro.
Había estudiado durante todo un año y medio, repasando una y otra vez los temas; pero sentía que no era suficiente, que se le olvidaría todo en el momento clave, que fracasaría y decepcionaría a sus padres y a sí mismo.
Según un informe del Ministerio de Salud (Minsa), en el 2022, más de 300 mil casos de depresión fueron atendidos durante el año anterior a través de los diversos servicios de salud mental.
Ansiedad: Día D
El día del examen de admisión, Fernando Medina respira hondo e ingresa al aula. Toma el lápiz y comienza a resolver las primeras preguntas. De pronto, siente aquel dolor en el estómago, un sudor frío en la frente, un temblor en las manos y muchas náuseas.
Fernando no pudo concentrarse en, absolutamente, nada, sale del aula y de la universidad. Con la vista borrosa y el cuerpo inestable, logra tomar un taxi y llegar a su casa. Entra a su habitación de manera apresurada y cierra la puerta. El lugar estaba oscuro y se sentía una soledad terrible.
Había estudiado durante todo un año y medio, repasando una y otra vez los temas; pero sentía que no era suficiente, que se le olvidaría todo en el momento clave, que fracasaría y decepcionaría a sus padres y a sí mismo.
A los pocos segundos, vino un pensamiento intrusivo: “Tiempo perdido otra vez, no puedo ni siquiera dar un examen, no sirvo para nada”. Fernando se sienta en la esquina de su cama y, sin darse cuenta, queda profundamente dormido hasta el día siguiente.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la principal causa de discapacidad entre los jóvenes de 15 a 29 años, situación que los lleva, en algunas ocasiones, al suicidio.
El tiempo
Un año después del examen de admisión, Fernando se encuentra en un contexto delicado, tratando de salir de aquel estado depresivo en el que había caído, con ayuda de sus padres y visitas frecuentes al sicólogo, decide intentar rehacer su vida.
Toma valor y comienza a salir nuevamente a parques o pequeñas reuniones con sus amigos. “Si podemos centrarnos en el presente, nos daremos cuenta de que todo está bien”, comenta Thich Nhat en su libro Sin Miedo.
Fernando nació un viernes 16 de marzo, fecha conmemorativa en Perú por el natalicio del gran poeta César Abraham Vallejo Mendoza. Al ser hijo único, Fernando mantuvo una infancia retraída y solitaria, sin darle mucha importancia a sus cumpleaños y sin tener conocimiento de que compartía fecha con un poeta de talla mundial.
Una semana después de celebrar su cumpleaños 20, siente el peso de la edad al ver a sus amigos de secundaria cursar la mitad de carrera. Su padre le propone buscar un trabajo para que ocupe su tiempo, mientras decide retomar sus estudios.
En Perú, según una investigación realizada en el 2020, con una muestra de 700 jóvenes, la prevalencia de ansiedad fue del 47.1 % y la de depresión del 55.6 %.
Un trabajo
Fernando prefería que sus padres le den espacio y tiempo suficiente para tomar sus propias decisiones; pero no pudo expresar su pensar y comenzó a trabajar en un call center.
Su horario era de tres de la tarde a once de la noche, que incluía una hora de refrigerio, la cual, muchas veces, no se respetaba. Fernando caminaba cada día por el centro de Trujillo para llegar a tiempo a su trabajo, tranquilo y sin problemas, por fin.
De pronto, un día cometió unos errores en las llamadas telefónicas con los clientes y el supervisor lo humilló delante de los demás. Aunque parece una situación simple y sin repercusiones emocionales para algunas personas, para Fernando Medina significaba mucho más. El sobrepensar las mínimas situaciones acababan con su tranquilidad.
Los siguientes días, continuó realizando el mismo recorrido; pero ahora, antes de cruzar la puerta e ingresar a su trabajo, sus manos sudaban sin control y lo atacaba una sensación de angustia o miedo.
Ni bien iniciaba su turno laboral, la ansiedad penetraba en su cuerpo y se le formaba aquel nudo en la garganta cada vez que entraba una llamada telefónica.
Veía el reloj de la pared y sentía que las manijas del segundero no avanzaban nada, que los minutos duraban horas y que se volvía interminable la llegada de las once de la noche.
Un día común, recibe la llamada de un cliente enojado, quien solo lanza insultos y amenazas. Fernando comienza a sentir que está a punto de sufrir un ataque de ansiedad. Se pone de pie, se dirige a su supervisor. “Renuncio hoy, me tengo que ir”. Sale corriendo del edificio.
Camino a su casa, reflexiona por lo sucedido: otra oportunidad que echa a perder por la ansiedad. Deambula varias cuadras y llega a la avenida Húsares de Junín, cerca encuentra un parque y se sienta en el pasto.
El peligro de los extremos
Los sicólogos coinciden en que la ansiedad es una emoción normal y adaptativa que nos ayuda a reaccionar ante situaciones de amenaza o peligro.
Sin embargo, cuando la ansiedad es excesiva, frecuente o desproporcionada, se convierte en un problema de salud mental que afecta negativamente a la vida de las personas.
Según la OMS, la depresión es un trastorno de salud mental que se caracteriza por una tristeza persistente y una falta de interés o placer en actividades que eran gratificantes y placenteras.
Tal como si un demonio interno se apodera de pensamientos y sentimientos, todo queda fuera de nuestro control propio.
Según la Organización Mundial de Salud (OMS), la depresión es un trastorno de salud mental que se caracteriza por una tristeza persistente y una falta de interés o placer en actividades que eran gratificantes y placenteras.
El cerebro y el sistema nervioso de una persona con depresión o ansiedad trabajan de manera diferente. Afectan, principalmente, a la producción y al funcionamiento de los neurotransmisores, que son sustancias químicas que transmiten señales entre las neuronas. Producen, entonces, niveles bajos de dopamina, serotonina o noradrenalina, y originan emociones negativas en la persona.
La ansiedad y la depresión son dos trastornos mentales que pueden afectar la vida personal y profesional de un joven. La ansiedad es como estar siempre al borde de un precipicio, y la depresión es como caer en él sin paracaídas
El futuro es hoy
Fernando Medina es consciente del impacto que este problema tiene en su vida desde que es adolescente, pero está seguro que saldrá adelante. Ha decidido volver a retomar las sesiones con su sicólogo después de aceptar que de verdad lo necesita.
Alrededor del 13 % de la población mundial también necesita ayuda profesional para tratar su problema de salud mental. Muchos de ellos no lo saben o no lo aceptan.
“La ansiedad no viene de pensar en el futuro, sino de querer controlarlo”, escribió Kahlil Gibran en su libro El profeta. Fernando Medina lucha cada día para no recaer en ese vacío emocional como le sucedió luego de fallar su examen de admisión.
Fernando sale a caminar todos los días al parque cerca de su casa. Recuerda que fue ahí donde sufrió el primer ataque de ansiedad en la adolescencia. Escucha música o lee un libro por una hora como parte de su terapia.
Busca distraerse en actividades que realmente disfrute, para poder ser capaz de entender y controlar sus emociones. De modo que pueda volver a retomar sus estudios y su vida cotidiana, de manera tranquila y armoniosa.
El nombre Fernando significa “el que se atreve a todo por la paz” o “el guerrero audaz”. Darse por vencido no es una opción, el valor y la determinación está presente en él, solo debe ignorar los tropiezos y recordar que los resultados se logran paso a paso.
“Si lo intentas y fallas, no importa. Inténtalo de nuevo, falla de nuevo, falla mejor”, expresa el dramaturgo Samuel Beckett.
Este contenido es resultado del curso Introducción al Periodismo del programa de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Privada Antenor Orrego.