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Pasos perdidos: unos 500 adolescentes son detenidos al mes por cometer delitos graves

Cada vez son más los adolescentes que a muy corta edad son captados por bandas criminales. Según la Policía Nacional, un menor es intervenido cada hora y media por delinquir.

Por Iveth Yamunaqué

Al nacer, el ser humano no sabe, a ciencia cierta, cuál es el mundo que le espera. Las etapas de la vida se pasan entre diversiones, complicaciones, frustraciones y logros. Una de estas es la adolescencia, para muchos, la más complicada. Aquí se aprende a diferenciar qué comportamientos son correctos y cuáles no; cada individuo se vuelve autónomo de sus decisiones y busca experiencias, las cuales ponen a prueba los límites impuestos por los padres.

Sin embargo, la genial adolescencia suele ser desafiante y se empeña en mostrar ciertos caminos, para algunos, fáciles pero incorrectos que los colocan al borde de un precipicio de una vida sombría, la cual alarma a una sociedad en la que es más fácil ver caer a un niño en las adicciones y la criminalidad que de una bicicleta.

Cada vez son más los menores detenidos por integrar bandas criminales.

Cifras que preocupan

Según estadísticas proporcionadas por la Policía Nacional del Perú (PNP), en el periodo enero-junio 2023, unos 2830 adolescentes, de entre 12 y 17 años, fueron intervenidos por infracción a la ley penal, 472 cada mes, 16 al día. La cifra es superior a la del mismo periodo en el 2022 (2588).

El año pasado se reportaron 5551 intervenciones de menores. Este 2023 existe una tendencia hacia el aumento de los adolescentes intervenidos en lo que respecta al periodo enero-junio 2023 (2830), estas cifras podrían superar en los meses siguientes a las del año pasado.

La Organización Mundial de la Salud define a la adolescencia como el período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años. Independientemente de la dificultad para establecer un rango exacto de edad es importante el valor adaptativo, funcional y decisivo que tiene esta etapa.

Según el informe de la PNP, la mayoría de adolescentes intervenidos son hombres (701) en el periodo enero-febrero 2023 y mujeres (98).

Un adolescente perdido

El adolescente se siente niño y adulto al mismo tiempo. Su camino por la vida se inicia con amores chiquitos, si es que los niños tienen amores, aprendizajes y diversas maneras de ver el mundo, el cual parece que le ofrece infinidad de colores y un cielo inalcanzable con ansias de lograr llegar a este. Se creen grandes para probar nuevas cosas y encajar en la sociedad, pero son pequeños ante los ojos de unos padres que desean protegerlos con garras y dientes.

“Cuando tuve a mi hijo fue una alegría, era el segundo después de haber tenido una mujer. Pero en la vida cometí tantos errores y arrastré a los míos con estos”, comenta Azucena Valdiviezo, mientras mira la Biblia que tiene en las manos.

La mujer de 40 años vive la dolorosa experiencia de ver a su único hijo sumido en el mundo de las adicciones y el hampa. “La primera vez que robó, cometí el error de aceptarle lo que hacía, no sé cómo llegué a taparle todo”.

Para Valdiviezo, su hijo, quien actualmente tiene 17 años, creció de golpe. La familia disfuncional que formaron con su esposo, las amistades, la vida inestable que llevaban, fueron algunos de los factores que llevaron a su primogénito, quizá, a verse envuelto en las sombras.

“Cuando traía cosas a la casa era una necesidad venderlas, nunca le puse un pare, eso lo hacía desde los 8 cuando íbamos al mercado de Piura”, señala la mujer, a quien se le quiebra la voz tras recordar aquel panorama.

Piura es uno de los departamentos con 44 adolescentes, de entre 12 y 17 años, intervenidos por infracción a la ley penal, en el periodo enero-febrero 2023. En comparación al mismo periodo del 2022, los menores infractores aumentaron en 5.

Valdiviezo muestra el desconsuelo en el que se encuentra rodeada, el ambiente de su casa está tranquilo, pero su corazón de madre no. “Yo llamé hace una semana al centro de rehabilitación donde estuvo hace tiempo para que lo vuelven a llevar, otra vez estaba en el mal camino, mi Dios no entró en su ser”, manifiesta afligida, mientras quita de su mejilla una lágrima propicia del momento.

Un joven manchado de sangre

Los peruanos viven con el miedo a los asaltos y perder la vida. Cada vez más la inseguridad se expande como una peste que no tiene cura, la cual alcanza a esa población que debería ser, o es, la más vulnerable, arrebatándoles la inocencia y el disfrute de una vida plena.

Demasiados niños tienen dientes derechos y moral torcida. Perú no se ha escapado de ser el centro de atención en el mundo en cuanto a adolescentes sumergidos en lo oscuro del hampa y el sicariato se trata.

“Ningún niño nace matando. Para convertirse en un sicario, es necesario que sea adiestrado; se debe resquebrajar, cual si fuera un cascarón. El niño que aprendió a dar el tiro de gracia a los moribundos y que luego, convertido en adolescente, se volvió un experto extorsionador”, señala Charlie Becerra en la sinopsis de su libro Gringasho, el cuál desafía los estándares de la crónica periodística y novela policiaca.

Gringasho cobró notoriedad tras cometer homicidios a sangre fría.

Alexander Pérez Gutiérrez, alias Gringasho, es un joven que hace una década sembró el terror en el norte del país, puso en jaque al sistema policial e infundió temor a las familias en Trujillo, Lima y posteriormente, en todo el país.

Desde niño Gringasho inició el largo camino de la criminalidad de la mano de su tío, un avezado delincuente de las calles Trujillanas. Con solo 12 años se ensució las manos con sangre y se volvió el cabecilla de “Los Malditos de Río seco de Trujillo”. Se le atribuyeron 17 asesinatos, sin embargo, solo se le pudo probar algunos.

Según Becerra, Gringasho es la consecuencia de malos padres, hogares disfuncionales, de un ambiente tóxico, en donde si no son los progenitores, son los tíos, o primos los que están sumergidos en la delincuencia.

Para Jorge Solari, psicólogo clínico, forense y de familia, America Latina es una fábrica de delincuentes, corruptos, violadores, etc., por su estilo de vida transgresor.

Delincuencia y adolescencia

La delincuencia juvenil, al igual que la adulta, es consecuencia de variables que se relacionan entre sí, es decir, que no se pueden atribuir a una causa concreta o manejarlas de manera aislada.

Según Carlos Chorres Gonzales, abogado penalista, los adolescentes se encuentran en proceso de maduración y esto hace que se crean mayores. Empiezan a mostrar conductas caprichosas, egoístas y exageradas. De alguna u otra manera, esto lleva a algunos menores a buscar ciertas experiencias, las cuales están involucradas en gran medida con acciones ilegales.

“Se considera adolescente infractor a aquel cuya responsabilidad ha sido determinada como autor o partícipe de un hecho punible tipificado como delito o falta en la ley penal”, precisa Chorres.


El otro delito que aumentó en febrero con respecto a enero 2023, fue el de tráfico ilícito de drogas (9 a 25).

“La legislación distingue entre el niño que participa en un hecho con connotación penal, que es aquel menor de edad que tiene menos de catorce años y ha cometido alguna acción que atente las normas penales; a aquellos sólo se les puede imponer medidas socio protectoras”, enfatiza el especialista.

No es juego de niños

– A nivel nacional, entre enero-febrero 2023, se intervino a 508 menores, de entre 12 y 17 años, implicados en delitos contra el patrimonio como: hurto, robo, estafa, apropiación, entre otros. Mayor número de implicados en este delito se observa en el Lima, incluida la provincia constitucional del Callao (208); siguen Cusco (109), Lambayeque (82), Junín (61), La Libertad (51), Huánuco (49) y Piura (44).

Protegidos por la Ley

La inseguridad ciudadana es la raíz del miedo, es aquella sombra que amenaza la tranquilidad de muchos y que, actualmente, deja al descubierto la otra cara de los individuos que se escudan tras un arma para realizar sus fechorías. Los adolescentes se vuelven presas de la más perturbadora manifestación de la naturaleza delincuencial.

Es por ello que, las organizaciones criminales captan a menores de edad, ya que la ley los protege y no se les acusa de delito como sería en el caso de una persona adulta.

“El artículo 184 del código penal señala que el niño menor de doce años que infrinja la ley penal será pasible de medidas de protección previstas en el presente Código”, comenta Chorres.

Algunas de las medidas socio-educativas que el juez puede aplicar según el artículo 217, en la Ley 27337, son las siguientes: a) Amonestación; b) Prestación de servicios a la comunidad; c) Libertad asistida; d) Libertad restringida; y, e) Internación en establecimiento para tratamiento.

Así mismo, ningún adolescente debe ser privado de su libertad sino por mandato escrito y motivado del Juez, salvo en el caso de flagrante infracción penal, en el que puede intervenir la autoridad competente.

Si se da el caso, el sistema de Justicia del adolescente infractor se encamina hacia su rehabilitación y bienestar. La medida tomada al respecto no sólo deberá basarse en el examen de la gravedad del hecho, sino también en las circunstancias personales que lo rodean.

¿Reinserción? Cero

Para el psicólogo clínico, Jorge Solari, no existen posibilidades de que los menores se puedan regenerar o reintegrar a la sociedad civil luego de haber cometido algún hecho delictivo.

“¿Probabilidades? ninguna, mientras los gobiernos, desde nacionales hasta municipales, no dispongan del conocimiento necesario y sigan sin valorar la ciencia, en este caso, social, todo seguirá siendo un saludo a la bandera. Y en el mejor de los casos, un circo”, comenta el especialista.

Según el Boletín Estadístico del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y El Programa Nacional de Centros Juveniles (PRONACEJ), en el Perú existen 10 Centros Juveniles de Diagnósticos y Rehabilitación (CJDR) a nivel nacional y 25 Servicios de Orientación del Adolescente (SOA).

Además, en el periodo enero 2023, 3642 son los adolescentes en conflicto con la Ley penal atendidos por el PRONACEJ, de esta población el 49% (1772) y 42% (1518) son atendidos en los CJDR y SOA; respectivamente. Asimismo, de dicha población total, el 7 % es mujer y 93% es varón. 37 mujeres y 315 varones adolescentes egresados de los CJDR y SOA participan de manera voluntaria en el Programa de Asistencia y Seguimiento Posterior al Egreso; respectivamente.