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Una ficción llamada tiempos verbales

En mi clase de Trabajo de Investigación, asignatura que consiste en redactar artículos científicos, el docente comentó que los verbos para citar autores siempre se colocan en pretérito, esto es, tiempo pasado.

Su razonamiento inmediato es simple pero convincente: “Como el fragmento citado ya ocurrió, no lo podemos citar como una acción presente”. De acuerdo con esto, debemos escribir “Luis (2024) afirmó” en vez de “Luis (2024) afirma”.

Este argumento tiene sentido y, la verdad, no le hallo fallas en su lógica. Lastimosamente, los tiempos verbales como pasado, presente y futuro no poseen una existencia material en la realidad.

Reza un aforismo “la lengua antes que lógica es convencional”, que refiere a los distintos artificios que empleamos en nuestra comunicación para hacer posible el mensaje.

De aquí se deja entrever que los tiempos verbales son artificios que, por así decirlo, permiten dialogar entre relaciones temporales que no necesariamente pertenecen a la misma línea del tiempo cronológico. Pues lo que vincula a un hecho “X” con un tiempo “Y” no es otra cosa más que la conjugación del verbo.

Alegoría de los tiempos verbales

Por ejemplo, “En 2012 se predijo el fin del mundo”. En este caso, el verbo “predijo”, que está en tiempo pasado, no solo refiere a una creencia escatológica que sucedió en dicho año, sino que, además, brinda información sobre el tiempo en que nos encontramos: la predicción no se concretó.

Otro ejemplo es “Quiero que cocines”, donde hay dos verbos, el primero indicativo y el segundo subjuntivo: “quiero” es una acción presente, pero “cocines” es un deseo que puede realizarse en el futuro. O el curioso “Tengo examen mañana”, que refleja una existencia posterior.

De lo anterior se colige que no es obligatorio que los tiempos verbales, por ser una ficción, se correspondan con el tiempo cronológico del hablante. Por ello, es tan válido decir “En 2020 llega el coronavirus al Perú” como “En 2020 llegó el coronavirus al Perú”.

¿No creen que sería imposible que un hecho “X” tenga que pertenecer a su misma línea? De ser así, los hechos del pasado o del futuro no se podrían pronunciar en el presente.

Retomando el punto inicial, es comprensible que el argumento del docente se fundamente en el principio de verosimilitud o de correspondencia con la realidad, puesto que “la escritura es en presente, pero la lectura en pasado”.

Sin embargo, tal anotación puede ser rebatible de dos maneras: respecto a la indeterminación de los tiempos verbales y la autenticidad del espacio-tiempo. Ambos argumentos se presentan como licencias para escribir en presente o pasado las citas textuales.

El primer problema que afrontan los tiempos verbales es la indeterminación temporal, esto es, los límites del pasado, presente y futuro. Dicho de otra manera, ¿hasta qué punto, por ejemplo, una acción deja de ser presente y se vuelve pasado? Volviendo al primer caso, ¿algún hablante del 2012 tiene que decir “se predijo el fin del mundo” o puede decir “se predice el fin del mundo”?

En mi opinión, se puede decir de las dos formas, dado que este hecho no solo se refiere al día mismo de la predicción, sino también hasta que se llegue a concretar, esto es, todo el año 2012.

El segundo problema, que llamo la autenticidad del espacio-tiempo, trata sobre una observación demasiado sencilla. “El hombre es un animal político por naturaleza”: ¿lo dijo o lo dice Aristóteles?

Sabemos cuál opción escogeríamos, sin reparo, para redactar nuestra cita. No obstante, el tiempo pasado refiere a una acción que, en un tiempo cronológico diferente al nuestro, antes fue presente. Entonces, me pregunto, si no sería más auténtico escribir “(en la antigua Grecia) Aristóteles dice” en lugar de “Aristóteles dijo”. Porque, en su tiempo, en el antes presente, cuando estaba vivo, el filósofo “decía” esa frase.

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Como fuere, más allá de encontrar una respuesta que satisfaga nuestras pretensiones, conviene entender los tiempos verbales como una ficción que, si bien no tiene una existencia material en la realidad, o sea que es un artificio, facilita las relaciones temporales de un hecho que no pertenece necesariamente a su misma línea.

Luis Quispe Palomino
Luis Quispe Palomino
Luis Quispe Palomino (Barrios Altos, 1999). Estudia la carrera de Derecho en la Universidad Privada Antenor Orrego. Ha publicado artículos de opinión y divulgación en las revistas Los Contemporáneos (México) y Taquicardia (Trujillo). En 2020 inauguró el proyecto Disicultura, el cual se ha convertido en la primera editorial de textos de no-ficción, de forma autogestionada, de La Libertad. Actualmente, se desempeña como docente de Lenguaje y corrector de estilo. Reside en Laredo.