Los colores dan vida a una ciudad. Le inyectan a alegría y ganas de estar. La frase adquiere más sentido cuando la identidad de un espacio geográfico se define por su tonalidades y matices. Allí está Paris o New York o Buenos Aires o Medellín o Río de Janeiro. Urbes que han entendido que lo cromático es una necesidad social y, hasta, económica.
Cada vez más ciudades replican esos ejemplo. Esta vez fue Salaverry. De los puntos turísticos que cuenta el tradicional puerto, hay uno que se abre camino por sus pintorescos matices y por sus pinceladas aún frescas. A fines de mayo, el mural del pasaje Yonel Arroyo fue inaugurado en medio de una fiesta sorprendente: bailes, cantos, poesía, música en vivo, todo un verdadero homenaje al color y la cultura. Aquella vez, aún faltaban terminar algunas obras. Ahora ya están casi completas para el delite de propios y extraños.
El proyecto fue una acción conjunta de la Oficina de Participación Ciudadana de Salaverry y de la Junta Vecinal11-Luis Alberto Sánchez, quienes desde hace dos años pensaron que Salaverry podía ofrecer una impresión distinta en los turistas y los vecinos. En solo cinco días, se logró el resultado: un largo mural que reúne una serie de momentos y figuras históricas del puerto de Salaverry. El arte fue enteramente confiado a estudiantes de la escuela de Bellas Artes de Trujillo, jóvenes que aprovecharon la posibilidad para dejar un mensaje histórico en las calles del distrito.
“Esperamos que el ciudadano conozca y quiera más el distrito, gracias a estos murales que cuentan cómo evoluciona Salaverry con momentos históricos”, declaró el comisario Max Cueva. “Queremos que el lugar se llene de árboles, que sea un lugar transitable para que más turistas vengan a nuestro distrito y sepan del cariño que le tenemos”, manifestó Julio Ruiz Gerónimo, integrante de la Junta Vecinal 11, quien tiene en claro las posibilidades de este tipo de arte.
La ciudad habla
¿Qué es lo que puede decir el arte en las calles? Una mirada que ha ido aprendiendo de las críticas, las cuales, en un principio, no dejaban de señalarla como un acto de vandalismo. Los años pasaron y son los mismos vecinos quienes proponen este tipo de iniciativas para embellecer la zona. “Fueron más de 140 toneladas de desperdicios que se recogieron para limpiar el área y realizar el proyecto”, declara Julio Ruiz Gerónimo. Un espacio olvidado, que no era más que un foco de enfermedades y un lugar peligroso para quienes transitaban por sus veredas. Bastaron el apoyo de empresas como Equilibra y muchísima dedicación para transformar completamente un pasaje apagado.
Los años pasaron y son los mismos vecinos quienes proponen este tipo de iniciativas para embellecer la zona.
Este no es el único ejemplo en donde el arte callejero cambia completamente la vista de un espacio público. En Medellín, la Comuna 13 pasó de ser un área peligrosa a convertirse en un lugar turístico gracias a la vistosidad de sus murales. Caso similar es el de la capital de Puerto Rico, San Juan, que desde el 2010 desarrolla el Santurce es Ley, festival de arte urbano como una manera de denunciar problemas contemporáneos. En el Cerro San Cosme, en Lima, se pintó “el mural más grande de Latinoamérica”. “Chakanas multicolor es el nombre de este proyecto que ha dejado más de mil casas, muros, rocas, el colegio y cada detalle del barrio lleno de color y esperanza de que los visitantes lleguen a reavivar la zona”, reportó la agencia EFE.
Sin embargo, es innegable que la pintura ofrece oportunidades de expresión, y más si es para representar el sentimiento de quienes conviven en el asfalto. “Elegimos la calle porque hay toda clase de gente, el arte no es solo para una elite”, declara el dúo de artistas franceses Ella & Pitr. Lo especial de este tipo de pintura es su cercanía con los vecinos, quienes hacen todo lo posible por mantenerla con el paso del tiempo. Por el momento los moradores de la Junta Vecinal 11 se han convertido en protagonistas y espectadores, pues, según declaraciones, la basura en general se ha vuelto el enemigo número uno a combatir y ellos están al tanto de detectar a quienes no acaten la recomendación.
Respeto y amor
Una recomendación sigue siendo eso: la expresión manifiesta de algo que debe respetarse, por consenso más que por norma, porque hasta el momento no existe una manera legal de proteger este tipo de arte. Un problema que viene generando debate en medio de un entorno que elogia los murales en las calles. En otras partes del mundo, los festivales de arte urbano son bastante comunes, como en Berlín, donde se inauguró el festival All We Wrote, que reúne a más de treinta artistas de ciudades como París, Nueva York y Sao Paulo.
Asimismo, el debate sobre si los murales o pintas deberían ser considerados como arte ha perdido fuerza, siendo Banksy su principal representante, que ya ha vendido sus obras por más de once millones de euros. En el Perú, por el contrario, este tipo de iniciativas no han tenido el visto bueno de autoridades ediles. Ingratamente famosa fue la eliminación de murales artísticos en la ciudad de Lima por orden del exalcalde Luis Castañeda.
Por el momento, la iniciativa no solo se respeta, si no se imita. Tal como declara Julio Ruiz Gerónimo, ya se está pensando continuar con la segunda parte del arte urbano en otra mural y presiente, con seguridad, que otras juntas vecinales replicarán el proyecto en sus propias zonas. “Otras juntas vecinales ya están buscando sitios porque quieren a su barrio y quieren verlo bonito. Las acciones buenas se imitan, por algo se empieza”, manifiesta el vecino.