La Policía Nacional del Perú (PNP) dio un duro y efectivo golpe contra la trata de mujeres en nuestro país. Los efectivos intervinieron, en Lima, el famoso prostíbulo ‘Las 4P VIP’, antes conocido como Las Cucardas. En el operativo se rescató a 40 mujeres, entre peruanas y extranjeras, que eran explotadas sexualmente día tras días por una mafia. También se incautaron decenas de celulares, dinero en efectivo, 450 preservativos y cuadernos con el registro y control de las mujeres rescatadas.
Según dicta el parte policial, en las instalaciones de Las Cucardas se encontraban 56 parroquianos, acompañados de 12 damas ecuatorianas, 10 colombianas, 9 venezolanas y 9 peruanas. Esta exitosa intervención policial en la capital peruana se llevó a cabo el pasado sábado 11 de marzo por la noche tras recibir información de que una red de trata de personas operaba cerca del mercado ‘La Cachina’ de la avenida Argentina.
Las cabezas de Las Cucardas
Tras realizar el operativo, diez varones y dos mujeres fueron intervenidos por los agentes de la División de Investigación de Trata de Personas, al mando del coronel Juan Carlos Montufar. Estas inescrupulosas personas serán investigadas por el presunto delito contra la libertad sexual-proxenetismo-favorecimiento a la prostitución.
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Grata sorpresa de la PNP fue cuando uno de los detenidos era un agente del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), identificado como Clinton Sotomayor, que estaba en su día de franco y al inicio dijo ser policía.
Siempre Las Cucardas
El local de Las Cucardas tiene 66 años en el negocio de prostíbulo. Abrieron por primera vez en 1957, donde actualmente se encuentran cerca del centro de Lima. Este lugar es considerado uno de los primeros burdeles legales de la capital peruana. Está bien organizado ya que ha estado funcionando durante más de medio siglo.
¿Quién es su fundado? Su nombre es Víctor Hugo Shimabukuro Nakajima, un hombre de ascendencia japonesa, tildado varias veces de mafioso. Hoy en día, ha preferido alejarse de los medios de comunicación y llevar una vida más discreta. El burdel dejó de funcionar cuando inició la pandemia de la covid-19. No obstante el equipo de Las Cucardas difundió un mensaje oficial para sus clientes en su cuenta de Telegram.
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“Apreciables usuarios, dar una respuesta en este momento sobre la reapertura o cierre definitivo sería precipitado e irresponsable. Lo que menos queremos es generar falsas expectativas sobre nuestra continuidad. El tema de la reapertura implica muchas cosas, desde los nuevos protocolos hasta la remodelación estructural del propio local, y, como es de su conocimiento, nuestra prioridad es ofrecerles los servicios con los estándares de calidad y sobre todo mantener la legalidad por la seguridad de nuestros clientes, tal como lo veníamos haciendo en los más de 50 años de vida institucional. Esperamos su comprensión”, se lee en el comunicado.
Como lo establecen las leyes peruanas, en nuestro país el trabajo sexual no es un delito, pero sí el proxenetismo; es decir, obtener dinero a través de la explotación sexual. Las Cucardas alega que solo obtiene ganancia de las ventas del bar, la entrada y la renta las habitaciones de las mujeres que trabajan ahí. A diferencia de la explotación sexual y la trata de personas, en este local, según un reportaje transmitido en un medio nacional en 2022, cada trabajadora alquila sus servicios sexuales por decisión propia.
Según el informe televisivo, una trabajadora sexual podía ganar por turno (ya sea mañana o noche) entre 900 a 1.200 soles. Cada una atendía a 15 clientes en promedio y la tarifa básica de 80 soles por 20 minutos no incluye sexo sin protección ni pedidos “especiales”.