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Psicología de las masas: ¿la voz del pueblo es la voz de Dios?

Hace unos pocos días terminé de leer un excelente libro escrito por Gustave Lebon a fines del siglo XIX denominado Psicología de las Masas. Este libro analiza desde un punto de vista estrictamente psicológico y social el desenvolvimiento de las masas; es decir, aquellas agrupaciones humanas caracterizadas por perder el control racional, ser más sugestionables, sufrir de contagio emocional, imitación y tener sentimientos o creencias de omnipotencia.

Aún cuando este libro fue escrito hace más de 100 años, sus ideas y conclusiones tienen una vigencia impresionante. En una época como la nuestra en la que todo se acopla al deseo y devenir de las masas, inclusive las políticas de gobierno, la pregunta es qué tan correcto o adecuado es ello, cuán beneficioso para el sistema democrático realmente es y cuánta capacidad tiene una masa para establecer la agenda de una nación.

Psicología de masas

Nada es más móvil y cambiante que el pensamiento de las masas y nada más frecuente que el verlas repudiar hoy lo que aplaudieron ayer y ahí radica la peligrosidad de acoger sus deseos a rajatabla y como doctrina política de un espacio–tiempo cualquiera.

¿Es cierto que la voz del pueblo es la voz de Dios? Puede decirse, siguiendo al gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen que las mayorías no son pensantes, las mayorías no razonan, las mayorías no valoran en su justa dimensión las cosas y; por lo tanto, las mayorías no detentan, por la simple razón de serlo, la verdad.

Las masas son impresionables y seducibles, generalmente impulsivas, irritables, incapaces de razonar, con ausencia de juicio y espíritu crítico, pero, sobre todo, gozan de una característica indiscutible y peligrosa: IMPUNIDAD.

Esta certeza de impunidad crece conforme a la magnitud de la masa. Según el autor: El nivel intelectual del individuo desciende inmediata y considerablemente y aumenta la intolerancia y el autoritarismo”. La masa es absolutamente intolerante frente a quienes no piensan como ella, incapaces de escuchar argumentos lógicos.

Por ello, los medios de comunicación en todas sus formas buscan exacerbar los sentimientos y emociones más profundas manifestadas por el devenir de las masas y sus opiniones, se guían por ellas y establecen la agenda país a discutir.

Trabajan como medias verdades o simples mentiras bombardeando permanentemente la mente de las masas con palabras clichés o escenarios inexistentes. Fungiendo de dueños de la absoluta verdad. Esto conlleva a que los políticos sigan esa misma línea sin resolver los verdaderos problemas que nos aquejan.

Hoy puede palparse perfectamente lo descrito a través de las redes sociales y por ello la importancia de este libro aun hoy.

Esto no demerita a la democracia como forma de asignar el poder. La democracia es la mejor forma de gobierno conocido hasta ahora por el hombre. La democracia permite que las mayorías asignen el poder de manera representativa, utilizando un complejo sistema de pesos y contrapesos para limitar el poder otorgado, respetando los derechos fundamentales, pero, también es nuestra obligación reconocer sus limitaciones.

La verdad o lo que podemos considerar como tal se busca recorriendo el camino de la razón y la discusión democrática de ideas, no mediante la irracionalidad e impunidad de una masa generalmente intolerante y violenta frente a argumentos lógicos y ese, hoy, es el gran problema de nuestra nación.

Carlos Talledo Manrique

Abogado Constitucionalista

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