La historia de una persona, que, literal, compra/construye a un amigo y, luego, por circunstancias de la vida, se tienen que separar es la premisa de Mi amigo robot (Pablo Berger, 2023).
Esta película española-francesa es una muy buena representante de la animación europea. Con un aire tan familiar desde su paleta de colores y, de forma espectacular, el uso de los sonidos ambientales en una cinta muda, a la que se suma la importancia de la música para el desarrollo de la historia, sin llegar a ser un musical.
Robot dreams (si prefiero el nombre original al rebautismo latino), donde los sueños e ideales de los dos personajes se manifiestan casi de forma paralela, lo que permite el avance de la historia.
Esta película española-francesa es una muy buena representante de la animación europea. Con un aire tan familiar desde su paleta de colores.
Pero lo que sorprende es el manejo del dibujo, el detalle, el juego con los colores, tonos, entornos; mostrando lo familiar de una Nueva York (visto en muchas películas y series por lo que la sentimos demasiada cercana), en un tiempo ya pasado —los ochenta— con los espacios, decorados y personajes que deambulan por aquella ciudad.
El acercarnos y tener simpatía por los personajes es sencillo y hasta fácil, por la soledad que sufren. Ojo, ya deberíamos de tener en claro que los dibujos animados no son, necesariamente, para niños y esta película tiene un fuerte trasfondo.
Es una historia muy bella, tal vez por esa simpleza o sencillez o, tal vez, por la conexión con el gran público, la cual es casi instantánea.
La historia de aquella amistad, fluye de una manera tan natural y normal que llega a transmitir el lado más puro de las relaciones en las que nos embarcamos, pero por circunstancias equis terminamos alejándonos de esos seres queridos.
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Robot dreams nos muestra el transcurrir de las vidas de dos personas, como aprenden a convivir, a disfrutar, jugar y hasta crecer; pero, también, el otro lado, la lejanía, la pérdida, la desesperación por tratar/pensar/soñar con ese reencuentro hasta que logramos de manera sencilla aceptar lo que pasa y continuamos avanzando sin remordimiento alguno, pues son cosas que suceden y de las cuales debemos aprender.
Es una historia muy bella, tal vez por esa simpleza o sencillez o, tal vez, por la conexión con el gran público, la cual es casi instantánea.
Ver esta bella historia, con un fuerte mensaje, pero que no busca transmitirlo de forma directa, sino que entendamos, desde la comodidad de nuestra butaca, que esa reconexión con nosotros y nuestro entorno, trasciende hasta entender la belleza que acabamos de contemplar.
Mi amigo robot es una muy buena competidora en esta edición de los Oscar a mejor película animada. Esperemos que en esta ocasión se haga justicia y el premio se le conceda a la película que realmente sea merecedora de dicho galardón.