Cuando él estaba aún en el vientre materno, un médico les dijo a sus padres que estaban esperando un monstruo. El pánico, como esas canciones lúgubres que agujerean el alma, invadió el corazón de papá y mamá.
Su único hijo había cumplido ya los nueve meses y no quería nacer. A pesar de ello, no entendieron por qué, sin anestesia, el galeno les cantó una tragedia.
La historia familiar dice que cambiaron de médico, que el bebé nació sano y hermoso, en un hospital de Lima, y que, luego de disfrutar de su llegaba, las ansias locas de buscar a su primer médico para “agarrarlo a patadas” los asedió.
Treinta y dos años después, Luchito Muñoz cuenta ese episodio por Facebook y se ríe con la certeza de quien sabe que los infortunios que no matan fortalecen.
La historia familiar dice que cambiaron de médico, que el bebé nació sano y hermoso, en un hospital de Lima, y que, luego de disfrutar de su llegaba, las ansias locas de buscar a su primer médico para “agarrarlo a patadas” los asedió.
La foto de su perfil está a año luz de las imágenes recurrentes que existen de él. Y es que ahora no tiene barba. Luchito es de aquellos que mantienen una relación de amor y odio con las hojas de afeitar. A veces se acerca a ellas; a veces se aleja.
Da la sensación de que, cuando no está cantando o disfrutando con su familia, permanece pegado a las redes sociales, esas que se han convertido en su mejor mánager-disquera-radio- relacionista público para difundir su talento materializado en la agrupación Latin Soul, considerada por Kiki Sánchez, pianista de Susana Baca, como “la mejor banda musical que ha aparecido en el Perú en los últimos quince años”. Y es de Trujillo.
Su trabajo es conocido en todo el mundo. Un día recibió una llamada de Colombia. Desde el país cafetero lo invitaron para un famoso festival de salsa.
Luchito estaba feliz. Llegar al país de Niche y de Joe Arroyo sería sensacional para su carrera; sin embargo, antes de colgar, le dejaron una frase que lo paralizó: “Tu trabajo no parece peruano”.
Luchito Muñoz: arte total
Luchito Muñoz es uno de los músicos más polifacéticos de la escena artística y nacional. Como en el caso de muchos otros cantantes, su vida recorrió primero caminos sinuosos y distantes.
Se retiró del cuarto ciclo de Medicina —“mi papá todavía recuerda cuando yo llegaba a casa con mi guardapolvo”— para seguir su destino musical.
Tocó en bandas y en orquestas de salsa, como la de Oscar Quezada, exintegrante de Los Titanes de Colombia, con la que llegó a Trujillo, en donde se enamoró.
Una noche llegó al centro nocturno El Estribo y un amigo de la orquesta Influencias lo invitó al escenario. Interpretó La cura, de Frankie Ruiz: “Amargura señores que a veces me da, / la cura resulta más mala que la enfermedad”. Así empezó su andar por las tarimas de Trujillo.
Hoy, 22 de noviembre, se celebra el Día del Músico, una fecha que reconoce el arte y la pasión de quienes se dedican a la música en sus diversas formas y expresiones.
El origen de esta conmemoración se remonta al siglo XVI, cuando el Papa Gregorio XIII declaró a Santa Cecilia como la patrona de los músicos, debido a su amor por la música y su martirio por su fe cristiana.
Desde entonces, muchos países y ciudades del mundo han adoptado esta celebración, que coincide con otras efemérides musicales, como el nacimiento del compositor español Joaquín Rodrigo o el fallecimiento del mexicano Genaro Codina.
Integró La Toya Banda Show y la desaparecida Buenaventura Master Salsa. Cuando la primera empezó a inclinarse por la cumbia, que en esos años vivía una ebullición, Luchito se apartó.
“Ni por billete canto cumbia”, espeta una mañana, en un restaurante de mesas de madera, en el centro de Trujillo. Tiene barba y acaba de tomarse un jugo de piña. “No es que la odie, sino que es muy monótona. Todas tienen la misma tocada; la salsa, en cambio, tiene sus giros, sus cambios”, explica y tamborilea sobre la mesa.
Antes de llegar al restaurante, recibió la llamada de Colombia, aquella de “tu trabajo no parece peruano”. No sabe qué sentir. Por un lado, cree que aquella frase fue un piropazo, por la calidad de su trabajo; pero, por otro, el alma se le tuerce porque en el extranjero no se reconoce al talento que se desarrolla en el Perú.
“No es tan malo ese comentario… pero ¡me jode!”, exclama y golpea la mesa. Y, cuando parece estar a punto de engorilarse, ríe como el travieso niño chalaco que fue.
Luchito busca que fuera de nuestras fronteras se lo reconozca como peruano. Dentro del Perú quiere que se valore a su banda como una agrupación creada en Trujillo. “Los músicos trujillanos son excelentes. No tienen que envidiarle nada a Lima”, dice.
La tragedia
Pero así como el amor, la tragedia también es parte de su historia. El proyecto Latin Soul fue ideado junto a su amigo y también músico Jaime Lurita, quien falleció a los treinta y dos años, luego de una penosa enfermedad pulmonar.
“Me chocó bastante. El era muy joven, lleno de sueños, anhelos, proyectos, y era inconcebible que se muriera”, cuenta Luchito Muñoz y pone una cara de ya-no-quiero-hablar-de-esto.
A pesar del duelo, las condiciones fueron propicias para que empezara a conocer a excelentes músicos; la mayoría de ellos, jóvenes, a quienes siempre miró como los protagonistas de la banda que ideó con aquel amigo que ya no está.
Luchito busca que fuera de nuestras fronteras se lo reconozca como peruano. Dentro del Perú quiere que se valore a su banda como una agrupación creada en Trujillo.
El pretexto para juntarse fue la grabación de un demo con el que pretendían obtener un contrato en un crucero. Felizmente coincidieron en voluntades y se quedaron para dar vida a Latin Soul.
En diciembre del 2010, se presentaron de manera oficial. Después de algunas idas y venidas, los actuales integrantes son Denis Shapiama (guitarra, cuatro y coros), Gonzalo McCubbin (bajo), Carlos McCubbin (piano), Cristian Romero (saxo, flauta traversa y coros), Johnny Ibáñez (conga) y Peter Mozo (timbal).
“No quiero presumir, pero ellos son los mejores músicos de Trujillo”, destaca Luchito, quien también toca el piano, es arreglista y la voz principal del grupo.
Un momento que ha marcado al grupo fue su actuación en el emblemático Jazz Zone de Miraflores, en Lima, en marzo de este año. Aquella vez, el consagrado conguero Eddie Montalvo, integrante de la Fania All Stars y fundador de Los Seis del Solar, los apadrinó.
Por estos días, han lanzado el DVD de un concierto en vivo. Destaca, sobremanera, la versión en “salsa fusión” de Susurro indiscreto, la balada en inglés de Wham!, que se ha convertido en la punta de lanza del grupo para incursionar en el mercado.
Es de noche en el bar Segovia y Luchito viste de negro —su color preferido— y luce una barba en candado, delineada con esmero. Alguna vez fue un asiduo concurrente a los gimnasios. Perdió mucho peso, pero, ahora, ha subido unos seis kilos.
Luchito se esfuerza en explicar que su banda busca unir el rock, jazz, blues, hip hop, bossa nova, soul y otros ritmos, siempre tomado como base la salsa. “Buscamos algo que guste, pero sin ser pacharacos”.
Un estilo, un reloj
El reloj de Luchito Muñoz es dorado y tan grande que cruza la frontera de su muñeca. Es un objeto bello y ruidoso: por momentos se escucha su tictac.
Los sicólogos dicen que los objetos son la extensión de la personalidad de quien los porta. No les falta razón. Ese reloj Tag Heuer, que compró en Nassau, capital de Bahamas, marca el ritmo de la vida de uno de los mejores soneros del Perú.
Por esta época, cinco años después de su primer disco con Latin Soul, Luchito Muñoz tiene su vida cronometrada. Primero, habla de su viaje a Estados Unidos para presentarse en afamados escenarios; enseguida, de su libro de poemas y, después, sobre su primer disco como solista.
Como el reloj que rebasa los límites de su muñeca, el artista también burla fronteras para compartir su música. La emoción lo sobrepasa cuando se refiere a sus presentaciones en Nueva York; se despliega contando los motivos que inspiraron los poemas que publicará pronto, y se alarga explicando la importancia que tendrá Antagónico, su primera producción musical.
“Todas estas cosas deben salir sabrosas”, dice, ríe y luego calla para escuchar el sonido sincopado que viene de su muñeca.
Viste polo negro, jeans y zapatillas de suela blanca. Se saca los lentes oscuros cuando se sienta en la mesa del restaurante. Tiene cara de músico trasnochado. Ordena un tamal y una taza de café.
En la radio, Sin Bandera canta Mientes tan bien. “Yo escribo en las noches”, revela, como para justificar su cara. Se refiere al proceso creativo de su libro 25 poemas de amor, dos boleros y una despedida.
El concepto del reloj aparece otra vez para ofrecer una pincelada de su personalidad. “Todos los poemas tienen un orden cronológico”, agrega. Sus creaciones evocan el amor en todas sus dimensiones: ilusión, idilio, pasión, desengaño, separaciones, traición, recuerdo. “Me voy a condenar a la bohemia”, especula sobre el impacto de sus creaciones.
Cinco años después de su primer disco con Latin Soul, Luchito Muñoz tiene su vida cronometrada. Primero, habla de su viaje a Estados Unidos para presentarse en afamados escenarios.
De inmediato, aclara que sus versos no necesariamente hablan de experiencias propias. “Esto le puede pasar a cualquiera”. No le falta razón: “Cuando el amor llega así, de esa manera, uno no tiene la culpa”.
“Latin Soul ha quedado en stand by”, dice luego de sorber un trago de café caliente. Su objetivo inmediato es viajar a Estados Unidos. Allí llegará como un sonero, esa estirpe de cantantes cuyo talento se mide por su capacidad de improvisación.
“Me interesa mucho que allá conozcan mi trabajo como solista y, también, voy a buscar cómo producir y promocionar mi disco”, dice.
Es, asimismo, arreglista y productor musical. Uno de su recientes trabajos fue un tema con el que colaboró para el homenaje al desaparecido Gustavo Cerati, líder de Soda Stereo. Además, ha compuesto para artistas de Puerto Rico y de otros países del Caribe.
Un sonero en Nueva York
El Facebook de Luchito Muñoz está reventando. Acaba de subir videos de sus presentaciones en Estados Unidos junto a la emblemática Spanish Harlem Orchestra y con la Fania Legends.
“Uno de los mejores soneros del Perú, que sigan los éxitos maestro”, le escribe Diego Camacho, el dueño de una conocida cadena de heladerías del norte del Perú.
“Espero que ahora entiendas por qué algunos que se hacen llamar músicos te maletean… porque jamás podrán llegar a estar en una tarima con los grandes”, le comenta Toñito Falla.
“Te felicito, qué orgullo”, le escribe la cantante Roxana Caballero.
“No tenemos muchos soneros tampoco, pero Luchito sin duda es el más completo músico, arreglista, compositor, productor, cantante y además sonero. Yo creo que con todos esos atributos es el mejor”, elogia Lilliany García García.
Spanish Harlem Orchestra es considerada una de las mejores orquestas de salsa del mundo. Ha ganado varios premios Grammy, entre latinos y americanos. Su director es Oscar Hernández, quien también comandó a Los Seis del Solar, agrupación desde la cual un tal Rubén Blandes saltó a la popularidad.
“O sea que me vine de frente a NY a guarachar con los bravos… por obra y gracia del señor, je, je”, escribe el artista por inbox.
Las versiones de este texto aparecieron en el diario La Industria en el 2011, 2016 y 2017.