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Los Toritos de Pucará invaden Trujillo

El artista Ricardo Inga realizó un taller en el que los asistentes elaboraron su propio Torito de Pucará, pieza ícono de nuestra cultura.

El arte abunda en todo el Perú; pinturas, telares, cerámicas y más expresiones han formado parte de nuestra historia, y una de las manifestaciones artísticas más valoradas, tanto por nacionales como extranjeros, son los Toritos de Pucará, piezas coloridas de cerámica en forma de vacuno que están conquistando el mundo.

El pasado sábado 7 de octubre llegaron los Toritos de Pucará a Trujillo, gracias a un taller realizado por el artista oficial de la Marca Perú Ricardo Inga, en el que los asistentes elaboraron su propia pieza.

Dos toritos de Pucará se exhiben en una mesa.

El taller, que se desarrolló en la biblioteca del Centro Peruano Americano El Cultural, resultó ser una hermosa experiencia que conectó a los participantes con su artista interior.

Torito: ícono peruano

El Torito de Pucará se ha convertido en una popular pieza de arte que representa al Perú ante los ojos del mundo.

Esta popularidad ha provocado que artistas creen sus propias versiones, tal es caso del chiclayano Ricardo Inga.

El autor, además de exhibir sus obras en diversas exposiciones, desde inicios del 2023 lanzó kits con los que cualquier persona puede pintar un torito exclusivo, y si es que se da la oportunidad, te enseña cómo hacerlo en talleres.

Inga dejó su carrera de 20 años como publicista y decidió dedicarse a tiempo completo a su verdadera pasión: el arte, que para él es una terapia.

Hace siete años y, gracias a su versión del Toro de Pucará, ingresó a la Marca Perú, y sus obras han llegado a todos los continentes, a países tan lejanos como Rusia, Japón, Australia, España y muchos más.

Gracias a la invitación de la galería Improptu de El Cultural, en la que actualmente se están mostrando sus cuadros y esculturas en la exposición de arte Llímphi, es que se brindó el taller en Trujillo.

La muestra de entrada libre estará disponible hasta el 23 de octubre, ya que después se trasladará a Cusco y, luego, a Lima.

En total fueron 18 personas —más mujeres que hombres— quienes emocionados se ubicaron delante de mesas y recibieron su kit, el cual contenía un torito sin pintar, pinturas acrílicas y una paleta.

El autor, además de exhibir sus obras en diversas exposiciones, desde inicios del 2023 lanzó kits con los que cualquier persona puede pintar un torito.

Ricardo contó la historia de esta cerámica confeccionada por artesanos del departamento de Puno, quienes la vendían en la estación de trenes de Pucará (lugar del que proviene su nombre).

El origen del torito es incierto, pero se presume que surgió en la época de la colonia, cuando los españoles trajeron ganado de sus tierras, entre ellos, el toro. Tradicionalmente, se colocan en los techos de las casas de algunas partes del sur andino de Perú, ya que se cree que estos traen buena suerte, abundancia, fertilidad y protección.

A diferencia de los toritos originales, los de Ricardo tiene una forma más alargada y curvada, además sus diseños son muy variados, ya sea con flores, patrones, líneas, etc. Se caracterizan por no tener ojos.

Plasmando historias

Los asistentes iniciaron el proceso de pintado del torito con la capa base de pintura, que sería el color principal de la escultura hecha en bizcocho de cerámica, la cual absorbe de manera más rápida la pintura y permite que seque en poco tiempo.

Algunos usaron negro o blanco, otros colores más vibrantes como azul, rojo y amarillo, y tampoco faltaron los tonos pastel.

Con risas y charlas entre los participantes y Ricardo, pasaron a la parte más divertida: el decorado.

Aquí es cuando cada persona sacó su lado creativo y plasmó el diseño que tenían en mente, mediante pinturas acrílicas y marcadores Posca, los cuales son especiales, porque ofrecen el efecto del pincel y la pintura.

Tradicionalmente, se colocan en los techos de las casas de algunas partes del sur andino de Perú, ya que se cree que estos traen buena suerte, abundancia, fertilidad y protección.

Entre los participantes estaban una pareja de odontólogos, quienes, cuando viajaron a Cusco, quedaron enamorados de los toritos, y al enterarse del taller, se inscribieron para crear su propia versión de la cerámica.

La mujer, proveniente de Cuba, contó en la pieza, todo lo que ha vivido este año. Mientras que su pareja, orgulloso de su profesión, decidió pintar una gran sonrisa en el rostro del toro, que resaltaba entre la capa base de pintura negra.

Asimismo, una mexicana tuvo la genial idea de mezclar la cultura de su país y la del Perú en una sola escultura, pues aplicó los típicos motivos que decoran a los alebrijes (figuras mexicanas muy coloridas de animales imaginarios de cartón o madera) en el Torito de Pucará.

Todos somos artistas

Los asistentes, con o sin experiencia artística, realizaron bellos trabajos con los que quedaron más que satisfechos. La guía de Ricardo Inga y la de su esposa Rosario Ibáñez, quien lo acompaña y apoya en cada taller, ayudó a que obtengan un hermoso resultado, que no parecía ser hecho por personas con pocos conocimientos en el mundo de las artes.

Ya con el diseño listo, el proceso de la elaboración del Torito de Pucará finalizó con la aplicación de una capa de barniz sobre la cerámica para que esta dure por largo tiempo y no se deteriore.

Cada toro era distinto, algunos diseños eran más complejos que otros. Había figuras minimalistas y algunos, en las que los detalles abundaban; pero lo que tenían en común es que reflejaban una parte de quien los creaba.

Así pues, el taller permitió que cada asistente conecte con su mundo interior y olviden su rutina y preocupaciones por un par de horas. Además, demostró que todos tienen un lado artista y que este no se limita solo a profesionales, pues los humanos hemos nacido para expresar.

El final de la velada

El taller, que inició a las 9:30 a. m., culminó a la 1:30 p. m. en un ambiente agradable y feliz, pues todos quedaron muy a gusto con la experiencia ofrecida por Ricardo, su esposa y la gerente de la galería Improptu de El Cultural.

La mayoría le pidió a Inga que coloque su firma en los toritos que pintaron, y claro que también se tomaron muchas fotos, además le mencionaron sus deseos de que se vuelva a realizar el taller en Trujillo, ya que sus amigos estaban interesados. Tras la foto grupal con los 18 participantes, terminó la mañana y tarde de arte del Torito de Pucará, artesanía ícono de Perú.

Texto fotos Claudia Carranza Cherres