El tiempo es un poema. Y Leoncio Bueno Barrantes es el testimonio de ello. El poeta mayor ha existido por y para la poesía y a sus 103 años, la vida se encarga de devolverle tanta entrega. La publicación de la segunda edición de su emblemática obra Rebuzno propio es un gesto, un cumplido, un afecto, un reconocimiento.
El trabajo de Nectandra Ediciones para rescatar el poemario de autor casagrandino, publicado de manera inicial en 1976, es significativo y digno de imitar, porque el crecimiento literario que busca La Libertad se debe fundamentar en la aparición de nuevas voces y, también, en valorar la tradición forjada por autores clásicos.
La publicación de la segunda edición de su emblemática “obra Rebuzno propio” es un gesto, un cumplido, un afecto, un reconocimiento.
Desde muy joven, Leoncio desempeñó diversos oficios. Ha sido peón de hacienda, albañil, soldado, mecánico, taxista, periodista, actor ocasional, sindicalista y miembro del grupo intelectual Primero de Mayo. En 1975, logró una Mención Honrosa en el Premio Casa de las Américas (Cuba) y en el 2016 recibió el Premio Casa de la Literatura Peruana.
Ha publicado los poemarios Al pie del yunque (1966), Pastor de truenos (1968), Invasión poderosa (1970), Rebuzno propio (1976) y La guerra de los runas (1980). Además, ha publicado de forma artesanal alrededor de 20 poemarios dentro de los que destacan Los últimos días de la ira y Antes de sus ojos. En el 2014 apareció el volumen Memorias de mi desnudez, que reúne la primera parte de su poesía completa.
Expedición a su morada
El sábado 25 de febrero a las tres de la tarde se desarrollará, desde el domicilio del poeta (Tablada de Lurín, sur de Lima), la presentación de la segunda edición de Rebuzno propio. El acontecimiento será transmitido en vivo a través de la página oficial de Nectandra Ediciones.
La actividad contará con los comentarios del poeta Alberto Alarcón y Carlos Santa María, director de Nectandra Ediciones. Asimismo, una delegación de artistas trujillanos viajará hasta Lima para rendir homenaje a quien, sin duda, es el poeta vivo más importante del Perú y el más longevo del mundo.
Esta comitiva estará integrada por David Novoa, Esmeralda Cueva, Parix Cruzado, Osías Vargas Santa Cruz y Santiago Salazar Mena. En Lima, se unirá la poeta y escritora Gloria Portugal.
Elogios y rebuznos
El crítico literario Ricardo González Vigil señaló que la obra de Bueno “rompe el sonido armonioso existente”; mientras que el francés Roland Forgues la califica como dueña “de una impronta profundamente humana; cuya violencia, ternura y lirismo son sus principales características”.
El poeta David Novoa se unió a los elogios para con Bueno. “Es un vate cuya imagen quedó fijada en el canon literario nacional por su voz proletaria y sindicalista, pero que, en realidad, registra una amplia gama de temas siempre en un estilo contundente y desfachatado, y sumamente vital”.
Leoncio Bueno sigue escribiendo
En agosto del 2021, el diario El Trome publicó una entrevista sobre Leoncio Bueno. Reproducimos un extracto de ella, en la que el poeta se refiere a la vigencia de su trabajo.
¿Usted sigue escribiendo?
Si no escribiera, ya estaría jodido. Ya estaría muerto.
¿Sobre qué escribe ahora?
Sobre lo que sucede en el mundo. El mundo está jodido. Estamos destruyendo al mundo.
¿Tiene planes de publicar?
Sí, claro.
¿Sigue leyendo?
Leo poco. Solo me sirve un ojo.
¿Cree que la muerte está cerca?
La muerte es bienvenida. Sobre todo, si viene porque uno está viejo, pero si uno busca la muerte de puro cojudo, no, pues.
¿Usted la espera?
Yo me puedo morir cualquier día.
¿No le angustia?
No.
Bueno, ha vivido intensamente…
Lo único que no sé es cómo me van a enterrar, porque no tengo plata. El Estado debería asegurarles el entierro a sus poetas.
¿Por qué la política no voltea a ver a la cultura?
Porque solo piensan en la plata y el poder. El poder corrompe, y cuando es un poder absoluto, corrompe absolutamente.
¿En este país esperamos que el poeta muera para reconocerlo?
El poeta es un solitario. Muchas veces muy creído, se cree que está en la pomada. El poeta solo deja de joder cuando está muerto.
