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Día Internacional de la Mujer: “miss” Dolly dedicó 45 años de vida a formar personas

“Si tuviera la oportunidad de volver a vivir, elegiría la misma profesión, el mismo colegio, los mismos alumnos y las mismas compañeras”, dice la exmaestra del colegio San José Obrero.

“Con mis compañeras del colegio, en el recreo, jugábamos a la maestra” recuerda miss Dolly a sus 78 años, arrellanada en el sillón de su casa, evocando aquellos años de la infancia. Una tibia sonrisa se dibuja en su rostro.

Dorila Justina Rodríguez, madre de tres hijos y felizmente casada, es un emblema, una tradición, un recuerdo colectivo y una parte de la historia del colegio San José Obrero de Trujillo, en donde enseñó durante 45 años a cientos de alumnos que pasaron por el primer grado de primaria.

Además, “sus alumnitos”, como ella suele decir, cuando la ven, la saludan con fervor, con entusiasmo único y con agradecimiento. Demuestran, así, los gratos recuerdos que de ella mantienen.

Su vida es un ejemplo de empuje por ganar espacios antes negados. En el Día Internacional de la Mujer, su esfuerzo adquiere mayor sentido.

“Sus alumnitos”, como ella suele decir, cuando la ven, la saludan con fervor, con entusiasmo único y con agradecimiento. Demuestran, así, los gratos recuerdos que de ella mantienen.

—Cuéntenos, ¿cómo sucedió su vínculo con el colegio?
—En los años 70, me enteré de que en el local principal del San José Obrero necesitaban personal. Yo era jovencita, hace no mucho había terminado de estudiar la carrera de Educación Primaria en la Escuela Normal Superior Municipal Indoamérica. Lamentablemente, el padre Henry me dijo que el cupo de maestra ya no estaba disponible, pero que en el anexo quizá necesiten personal.

—¿Y qué pasó?
En el anexo, que ahora es el colegio que todos conocemos y que quedaba a una cuadra de donde yo estaba, encontré a Sister Illei y le dije que necesitaba trabajo porque tenía a mi padre en el hospital, ya que, lo habían atropellado. Ella me respondió que, lamentablemente, no podía hacer nada porque todas las vacantes estaban copadas. Aunque añadió que le había caído muy bien y que confiara en Dios. Y así, confiando, el domingo me llamaron por teléfono dándome la buena noticia de que debido a la gran cantidad de alumnado el aula de primer grado de primaria se había divido y que necesitarían de mí.

—El primer día de clases
No estaba tan nerviosa porque yo ya había trabajado tres meses en el colegio Santa Rita, como profesora sustituta, y en donde la directora era muy exigente. Además, me había preparado, durante un tiempo, para poder trabajar con alumnos de primer grado de primaria.

—¿Sus padres tuvieron algún reparo de que estudiara Educación?
No, aunque mi papá quería que estudiara Farmacia, pero para eso tenía que postular a la universidad. Así que por temas económicos y porque era mi deseo, ingresé a la Indoamérica.

—¿Y cuántos años enseñó en el San José?
Enseñé 45 años, en el mismo grado, aunque más de una vez le pedía a la madre que me cambie. Y poco a poco, me fueron conociendo los papás, y cuando iban a matricular a sus hijos ellos pedían, “con miss Dolly”, pero ya el salón estaba copado.

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—¿En 45 años son muchos alumnos, la recordarán?
—Claro, a pesar de que yo les he enseñado chiquitos. Por ejemplo, he enseñado a los tres hermanos Corcuera, de la notaría, y el último de ellos mucho me ha querido, un cariño inmenso. Después, también le enseñé a Richard Acuña. A él lo encontré un día, me reconoció y me presentó a la que ahora es su esposa, “Ella es la miss Dolly, mi maestra de primaria”, le dijo.  Si tuviera la oportunidad de volver a vivir, elegiría la misma profesión, el mismo colegio, los mismos alumnos y las mismas compañeras. 

Día Internacional de la Mujer. MIss Dolly.

Día Internacional de la Mujer: una profesora destacada

—Cuénteme un poco de sus reconocimientos.
—He tenido varios, por ejemplo, el de cumplir 30 años, por mi entrega y servicio en la educación del colegio, otro por cumplir 40 años como maestra o el que me dio la Municipalidad Provincial de Trujillo por toda mi trayectoria como docente a nivel primario. Para mí era vital que mis alumnitos de primero terminen el año sabiendo leer y escribir. Por eso yo fui participe del proyecto que, lamentablemente, desapareció, titulado Ya Sé Leer.

—¿Y cuándo llegó el momento de jubilarse?
—Sentí que me sacaron de mi habitad, es allí donde mi vida cambia totalmente. Tampoco quería seguir impartiendo clases particulares, porque el San José Obrero era mi vida o parte de ella. (prefiere el silencio).

—¿Cuál fue el día más feliz de su vida?
—(Sus ojos hacen agua, llora casi de inmediato) El día que nació mi hijita. Mi Dolly. Mi hija fue tan hábil, era una niña que hacía muchas cosas, en danza, teatro, música. Pasó de jardín directo a segundo de primaria porque era muy inteligente. Yo quise que ella sea profesora, pero, lamentablemente, murió.

La educación en nuestro país es contradictoria, y a veces se siente como ir en un barco viejo y frágil en medio de la tormenta o como ir caminando en medio de un deshabitado bosque nebuloso y frío. Pero felizmente que hubo capitanes o guías como la miss Dolly, que quitaron miedos, que mostraron el camino y calmaron tempestades durante muchos, muchos años.

Texto: Luis Alejandro García.