Hoy es el Día del Trabajo en el Perú. Se recuerda, entonces, la gesta de un grupo de empleados, quienes lucharon contra el abuso y conquistaron derechos que las nuevas generaciones empezaron a gozar.
El trabajo dignifica al hombre, lo convierte en una persona distinta, lo transforma. “Trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro”, escribió Boris Pasternak
Esos primeros días en una labor son momentos inolvidables, han marcado nuestra vida por las pruebas a las que nos sometieron o por las lecciones que nos dejaron.
Luis ‘Cuto’ Guadalupe
Exfutbolista
Tenía 12 y ya me estaba mostrando en el fútbol, estaba en la Academia Cantolao. Recuerdo que un verano (1988) nos invitaron para participar de una gira por Europa… y yo nunca me había separado de mi madre (María Rivadeneyra, llamada cariñosamente como Mamá Prince por el propio ‘Cuto’).
Estábamos en el Jorge Chávez y empezaron a llamar uno por uno para subir al avión. Entre los conocidos de esa generación, porque fuimos de distintas categorías, estaba el Conejo (Miguel) Rebosio. Yo estaba abrazado de mi Mamá Prince hasta que me llamaron. Crucé la primera valla y empecé a llorar, pero a llorar desconsoladamente.
Desde Chincha yo nunca me había separado de mi madre. Subí al avión llorando. El amor a mi madre es grande. Fue duro separarme de ella, pero así es la vida. El fútbol fue mi profesión y uno de los momentos más difícil fue eso: separarme de mi familia. Pero eso me hizo más fuerte.
Lenin Hernández
Bombero
Mi primer rescate ocurrió cuando yo era muy jovencito y fue en un accidente en Viru (La Libertad) entre vehículos de Crisolito y América. Tenía meses que había entrado a la compañía de bomberos.
A las 5 de la mañana, cuando aclaraba el día, me alistaba para ir a la universidad, y la central lanzó a todas las unidades al rescate. Íbamos cambiándonos en el camión y distribuyendo las labores. En mi caso, como no tenía tanta experiencia en operaciones de esa complejidad, me asignaron abastecer de equipos a todos los grupos de trabajo. Equipos de corte, básicamente, de corte de vehículos. Cuando llegamos al lugar, la escena era más complicada, muy grande.
Varios de los momentos son difíciles de volver a recrear; pero hay una imagen de una pareja de recién casados atrapados en el bus de América en la parte delantera que es imborrable. Estaban vivos y presionados por los fierros. Entramos a hacer los cortes, por cosas del destino, una de las máquinas empezó a fallar, cortaba a medias, no tenía fuerza. Tuvimos que usar otros accesorios.
Los fierros estaban tan compactados que no lograban expandirse para liberar las piernas de las víctimas. Después de un buen rato, la chica —gritaba, lloraba—, iba perdiendo energía; hasta que logramos sacarlos luego de 40 minutos, lo cual es demasiado.
El varón estaba consciente; pero ella, muy complicada, dejaba de moverse, aún respiraba. Logramos subirla a la ambulancia y, recuerdo claramente, que abrió los ojos, tomó la mano de su pareja y allí se quedó. Entró en paro y se acabó. Se fue. Volvimos a las labores, impactados y muy frustrados porque teníamos equipos viejos que, de tanto en tanto, fallaban. Esa vez sacamos más de 30 muertos.
Luis Eduardo García
Escritor
Trabajaba en el diario La República (eran los años 90) cuando me llamaron para dictar clases en la Universidad Privada del Norte. En mi primer día como docente había que venir vestido de manera formal, había que ir de saco y corbata, y yo no tenía ni saco ni corbata.
Guillermo Martínez
Cantante y compositor
Mi primer trabajo fue muy especial. Estudiaba en la universidad Arquitectura y pertenecía a la peña. Resulta que el director me dice “no te quieres quedar a cargo del grupo, porque yo lo voy a dejar”. Bueno, me contrataron. Ese fue mi primer trabajo. Lo curioso, es que mis compañeros eran todos mayores que yo, incluso muy mayores. Desde entonces, fui director de la pena (de la UPAO) hasta ahora.
Otra situación que me marcó ocurrió cuando clasifiqué para el concurso de Joaquín Sabina. Entonces, en el vuelo Lima-Madrid, me la pasé leyendo un libro sobre la vida de Sabina y escribí un soneto, unos versos, para presentarlos en el concurso como una antesala. Lo escribí en el IPad. Lo pulí. Lo dejé todo listo. Pucha, el día del concurso, no tenía el IPad, se me quedó en algún lado. Hice cualquier cosa de presentación.
Roger Torres Mendoza
Coronel (r) PNP
He servido como policía 30 años. Tengo los mejores recuerdos de mi carrera. Egresé de la Escuela de Oficiales de la Policía Nacional del Perú en 1983 con 21 años.
Mi primera experiencia fue en la comisaría Ciudad y Campo, en el distrito del Rímac. Cuando uno tiene contacto con la sociedad, te permite darte cuenta de que la realidad es diferente. Hay que tener empatía con la población, ser solidario con la gente.
Recuerdo que por esa época recién salían los televisores a colores. Vivía en el centro de Lima y tomaba dos carros para ir al Rímac. Salía de madrugada y tenía que llevar todos los uniformes para mi servicio diario y retén. Tenía mi ropero metálico y cumplía con todas las normas que se requiere para la profesión.
También recuerdo que tenía jefes muy exigentes. Eso marcó mi vida. Yo venía de la escuela con una formación, pero se afianzó cuando te encuentras con buenos jefes que mejoraron mi carrera policial.
Considero que la cúspide de mi trayectoria fue asumir la jefatura de la Región Policial La Libertad. He trabajado en otros lugares, como en la época de subversión, en Puno, Ayacucho, Cerro de Pasco.
Pero como jefe policial marca un hito, pues es una responsabilidad total el combatir la inseguridad, eso te permite tener una buena relación con las autoridades. Desplegar un trabajo coordinado y dando el ejemplo se puede liderar la lucha contra la criminalidad.
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Así pude estar dos años, 2012 y 2013, como jefe de la Policía en La Libertad.
En estos últimos años me toca ver desde afuera la situación, pero siempre apoyo desde donde estoy. Cuando veo que un Policía no muestra interés en la población me da muchas ganas de volver a vestir el uniforme. Necesitamos buenos policías para recuperar la confianza de la población.
Iván La Riva Vegazzo
Historiador
Me convocaron a la Universidad Privada del Norte para dictar clases en derecho, pasé mi clase modelo sin problemas y me preparé en las cosas que yo conocía del derecho comercial. Siempre he tenido buena relación con mis alumnos; pero de mi primer día de clases tengo gratos recuerdos de esos nervios, de ese miedo escénico.
Sandy Crespo Carrasco
Comunicadora
Estaba en mi quinto ciclo de la carrera, ansiosa por dar el salto al mundo laboral. Ya había encontrado mi pasión: la redacción. Quería ver mi nombre en los medios, compartir mi voz con el mundo. Así que, sin dudarlo, envié mi CV a un medio que buscaba practicantes y ¡me dieron la oportunidad.
Mi trabajo consistía en redactar notas informativas. Solía revisar cada detalle meticulosamente, pero un día recibí un mensaje de mi jefe que cambió todo. Me informó que una de mis textos tenía un error garrafal. Sentí como si el mundo se me viniera encima. Siempre había sido cuidadosa, ¿cómo había podido cometer un error así?
Lo peor fue que el yerro estaba en lo más destacado de la nota: el titular. “Trágame tierra”, pensé mientras la vergüenza me invadía. En lugar de escribir: “Roban celulares”, redacté “recuperan celulares”. Para mí, ese incidente marcó un antes y un después. Decidí tomar cartas en el asunto. Hice una lista detallada de verificación que debía completar antes de enviar cualquier nota.
Desde entonces, ninguna pasó desapercibida sin que yo validara cada punto de esa lista. Porque, como bien dicen, de los errores se aprende, y yo aprendí a ser el doble de observadora con cada nota.