InicioMercadoLa historia del universitario asaltado en una combi que te hará reflexionar

La historia del universitario asaltado en una combi que te hará reflexionar

Un universitario sale a las cinco y cuarenta y cinco de la mañana de su trabajo, ubicado en la calle Orbegoso en el centro de Trujillo, y se dirige hacia la avenida España, en busca de una unidad de transporte público —combi— que lo lleve a su domicilio.

Parece un día normal: en unas horas tendrá clase, descansará poco, atenderá a su madre enferma y volverá al trabajo.

Era el miércoles 20 de setiembre y Trujillo aún se bamboleaba entre el día y la noche, entre permanecer en oscuridad o ser luz de día.

En las calles aún húmedas y con neblina, se observaba a pocas personas caminar en distintas direcciones: unos con prisa para ingresar al trabajo, otros para abrir sus puestos de periódicos. Nadie anda gratis a esa hora por la ciudad.

Llega a su destino: la esquina de Pizarro con España, la conocida OR  (Oficina de Reclutamiento del Ejército).

De inmediato, cruza la avenida y, a pocos metros, observa una combi estacionada. El chofer le hace un cambio de luces, en una clara señal de que está operativa en busca de pasajeros. El joven, de 25 años, levanta la mano para responder.

El último pasajero

Sube a la unidad y, de inmediato, empieza a sentir como, poco a poco, el conductor aumenta la velocidad. Nota que es el único pasajero y que el cobrador volteaba en repetidas veces a mirar hacia la ventana trasera.

El joven pensó que se trataba del típico comportamiento de los conductores de los transportes públicos cuando compiten con otras unidades para ganar más pasajeros.

A los pocos segundos, el cobrador saca de su morral un arma de fuego y apunta con fuerza hacia el abdomen del joven. Le exige con insultos que le dé su teléfono celular y todo el dinero que tenía. El sujeto, de unos 30 años, ocultaba su rostro, utilizaba un cubrebocas.

Parece un día normal: en unas horas tendrá clase, descansará poco, atenderá a su madre enferma y volverá al trabajo.

Invadido por el miedo, el universitario decide cooperar y obedece los pedidos del delincuente.

En ese momento, por su mente solo pasaban ideas negativas, como por ejemplo, perder la vida y cómo su madre, quien se encuentra delicada de salud, sufriría al enterarse de la fatal noticia.

Mientras entregaba sus pertenencias, mantuvo su vista todo el tiempo hacia abajo, evitando mirarlo para no desatar su ira.

No conforme con lo obtenido, siguió buscando entre las pertenencias y abrió la mochila, empezó a sacar las prendas del uniforme de trabajo y, al confirmar, que no tenía más objetos de valor, le avisó a su cómplice que iba al volante, que era momento de bajar de la unidad a la víctima.

Combi a lo lejos

Luego de vivir minutos de terror, el joven desciende de la combi como si nada hubiera pasado, en las intersecciones de las avenidas Los Incas y Moche, a la altura de la Gerencia Regional de Transportes y Comunicaciones de La Libertad.

Con mucha pena y lágrimas, observa cómo la combi salía de la ruta habitual -la avenida Los Incas- para ingresar por otras calles con rumbo desconocido.

Los minutos transcurrían y el joven sin dinero empieza a caminar hacia su domicilio con mucha prisa porque tenía que ingresar a su clase virtual de las siete de la mañana.

Combi, asalto

Luego de dos horas del ataque, y algo calmado, decidió salir de su domicilio de la avenida América sur en el barrio de Chicago y abordó una combi de la misma empresa involucrada en el asalto.

Le pidió al conductor que lo lleve hasta el paradero de transportes Los Girasoles-Service, ubicaba en el sector Libertad.

Al llegar encontró a una señora que se encargaba del control de las unidades.

Camuflaje combi

El joven le cuenta lo sucedido y, con amabilidad, la mujer intenta ayudarlo. Le pregunta si recordaba la placa o el número de la combi, pero fue en vano porque el universitario no había tomado nota de esos datos por el susto.

Siguió interrogándole sobre cómo era el vehículo y el joven empezó a recordar características del interior de la unidad y según los datos que manifestaba corresponderían a las unidades de la empresa de transportes denominada Moderno–Los Girasoles, que, al parecer, es una nueva ruta pero que comparten los mismos colores con la empresa anteriormente mencionada: Los Girasoles-Service.

Mientras entregaba sus pertenencias, mantuvo su vista todo el tiempo hacia abajo, evitando mirarlo para no desatar su ira.

La mujer le indicó que si deseaba llegar a ese paradero debía tener cuidado porque está ubicado en el sector denominado Pesqueda y que era demasiado riesgoso llegar hasta allá.

Al día siguiente, aprovechando su día libre en el trabajo, intentó denunciar el acto en una comisaría La Noria; pero no tuvo éxito debido a la falta de pruebas para justificar lo sucedido y solo le ofrecieron redactarle una incidencia policial.

Esta modalidad de robo se ha vuelto muy frecuente en la ciudad, ya sea en transportes colectivo o en taxis por aplicativo.

En los últimos meses, se han registrado gran incidencia de robos en vehículos públicos, muchas de las víctimas comparten sus malas experiencias con su círculo de amigos e incluso en grupos de Facebook a modo de prevenir los ataques.

Cifras en rojo

Ocho de cada diez peruanos han sido víctimas de asalto, reveló el diario La República el 26 de setiembre del 2023. El medio cita un informe titulado Estudio Nacional sobre Seguridad Ciudadana, el mismo que advierte que el 40 % de peruanos tiene algún familiar que también ha sido víctima de los ladrones.

El transporte público es un espacio ideal para los delincuentes. Además, los jóvenes son el grupo poblacional que más sufre por el arrebato de los facinerosos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el periodo setiembre del 2022 y febrero 2023, los jóvenes entre 15 a 29 años son el grupo etario más afectado por la delincuencia, con un 26.9 % de ellos que reportaron haber sido víctimas durante 2022.

Después se ubican los adultos entre 30 y 49 años, con una ocurrencia del 25.4 %, por su parte, en los adultos entre 50 y 59 años fue del 22.1 %. Los adultos mayores, de 60 años a más, fueron los menos afectados, con el 11.9%. 

Escribe Carlos Anhuamán Flores