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Vanessa Martínez: “Es importante ver la vida con ojos de vampiro, con ojos de posesa”

La poeta vuelve a Trujillo para presentar hoy, 24 de marzo, su libro “Arte-Facta”. El escritor Jorge Hurtado, quien la acompañará esta noche en la velada cultural, charló con Vanessa Martínez a cuchillazo limpio.

Escribe: Jorge Hurtado.

Desde su primer libro, La hija del carnicero hasta su último libro Arte-Facta (Vallejo & Co), la poesía de Vanessa Martínez se ha venido cimentando como una voz importante en el panorama literario nacional. Su trabajo poético es asumido con la responsabilidad de aquellas poetas que marcaron un derrotero en la literatura, como Magda Portal y Blanca Varela, quienes abrieron un camino y rompieron algunos paradigmas respecto a la poesía escrita por mujeres en el Perú.

Vanessa Martínez. Audaz, impetuosa y decidida a sobrevivir a su poesía, aparece en el café donde hemos quedado para conversar. Lleva unas gafas negras que ocultan el desarreglo o el cansancio en sus ojos. Mira la calle donde transitaba cuando era aun estudiante de teatro en la ciudad, y siente un poco de nostalgia, por Trujillo, ahora llena de polvo, y por ella misma. Recuerda las noches de rock and roll, las lecturas de Poetas al Ataque y los desamores adolescentes.

Vanessa Martínez se ha venido cimentando como una voz importante en el panorama literario nacional.

¿ Y sigue el cuchillo clavado, para no olvidarte del vértigo del amor?, le pregunto en alusión al final de su poema La Hija del Carnicero.
Creo que llevamos el cuchillo más como una insignia. Como un valor agregado de lo que importa en nuestras vidas. ¿No? El cuchillo ha pasado a veces de ser un cuchillo de plástico a un cuchillo de metal. Peligroso. Amenazador. Y eso tiene que ver con la madurez, con el trabajo que constantemente ponemos en riesgo. Esto ocurre cuando nos acercamos a un lado peligroso de la vida y las palabras. Realmente, el cuchillo es una insignia sobre lo que valoramos en la vida. Y esto ya es demasiado.

¿Cómo ha sido transitar desde tu adolescencia hasta tu adultez, acompañada con la poesía?
Creo que ha sido la mejor compañera de vida. La poesía ha sido mi testigo, algo que me ha permitido a mí evitarme, y también “editarme”. Y trabajar sobre esa edición y mejorar sobre esa edición que es mi vida y, sobre la vida que yo creo que puedo tener en las palabras y sobre la expiación de mis propias palabras.

Tu poesía posee desde el primer trabajo hasta el último, una potente fuerza de indagación personal, que va desde el desasosiego hasta la exaltación, ¿ ha sido así?
Sí. He indagado desde lo personal hasta desde lo exterior o lo que me vincula. Siempre participando tanto en lo personal o en lo que me ha tocado ser testigo. En algún momento nosotros realizamos un trabajo de empatía sobre los sentimientos. No escribimos ya tanto desde nosotros mismos, sino desde lo que afecta en el mundo global en estos tiempos. En ese sentido, creo que la poesía te permite esas licencias, además de explorar sobre el futuro y lo surreal.

¿Y ha sido fácil este trabajo?
No ha sido para nada fácil. Es un trabajo donde prácticamente de desprendimiento total de víscera, de sentimientos, de confrontaciones. En un comienzo, ha sido bastante duro y lo sigue siendo, pero ahora de una forma más amable, con mucho más respeto a lo que significa tener que enfrentarse a la vida y a la vida de los demás, con la cual empatizamos, con la cual escribimos, con la cual vivimos, a través de esto, de estas historias, de esta comunicación preciosista de la palabra sonora. Hay que enaltecer de cierta forma o derrumbar con la poesía. Y eso es definitivamente los límites. Y siempre los límites van a pesar y van a exigir.

Vanessa Martínez lleva unas gafas negras que ocultan el desarreglo o el cansancio en sus ojos, relata Jorge Hurtado.

A veces, cuando uno escribe, tiene algunos fetiches. ¿Cómo es tu cocina literaria?
Los fetiches son puntos de apoyo visual y sonoro. Son estos lugares que uno conoce bien, que uno disfruta, que ama, que ve y que también no ama, pero que los enfrenta y los convoca para trabajar en ello. Es importante ver la vida con ojos de vampiro, con ojos de posesa, mirar desde otra realidad. En este sentido la poesía me ha permitido ver con ojos de poesía. Pero no solo puedes vivir con esa visión, porque hay un compromiso con el lenguaje. Solo cuando me permito mirar así, veo las cosas de otra forma. La realidad está llena de simbolismos preciosos y aterradores, y nos somos conscientes de ello.

En estos últimos años has viajado por Europa y la India, ¿ cómo has sentido la recepción respecto a tu poesía y de Arte-facta?
La recepción ha sido bastante buena porque había toda una tentativa de mi llegada y eso fue importante, sentía que había expectativa sobre mí y mi trabajo. Y eso me ha dado muchas libertades y mucho afecto y mucho reconocimiento de vida. Ha sido una experiencia fuerte, porque una cosa es leer a los autores de primera mano y otra cosa es la cultura viva. Esta confrontación con otra cultura, es vivirla ya de otra forma. Esta realidad ha sido palpable y buena, para mi escritura.

Voy a hacerte una pregunta que le hicieron a Blanca Varela, ¿por qué hay poesía, Vanessa?
Hay poesía porque hay capacidad de asombro sobre nuestro sentir. Hay poesía porque la memoria muchas veces nos exige tener algo de responsabilidad, lo imposible es posible en las palabras y en los sueños. Hay poesía para sobrevivir de tantas formas. Y sobre todo, es narcótica.

Para finalizar le pido que me lea uno de sus viejos poemas. Y ella, se acomoda las gafas de sol, que no se las ha quitado durante toda la entrevista y lee: “Qué cosa te queda: querías el título y, total, ahora eres la importante, la freak del músico y del Rock and Roll, baby, no te olvides el puto Rock and Roll”. Me mira y sonríe, como si la poesía aun continuase vibrando dentro de ella.

Presentación del libro Arte-facta
Viernes 24 de marzo, a las siete de la noche, en el Museo Café Bar, ubicado en el jirón Independencia 701. Entrada libre.