Santiago Roncagliolo tiene una teoría: pensaba que el Perú era un país absolutamente salvaje, pero ahora cree que es solo Lima la que es complemente salvaje. Visitó Ayacucho con miedo a ser linchado por presentar un libro que aborda la violencia terrorista, cuya portada lleva una hoz y un martillo. Pensó que se toparía con salvajes, como algunos limeños que atacan las presentaciones de libros; sin embargo se encontró con gente reflexiva, moderada y preocupada por los latigazos de violencia que experimenta el país. Lima, que duda cabe, no es el Perú.
Santiago Roncagliolo tiene una verdad: su premio más importante es tener lectores. Es el único peruano que ha ganado el Premio Alfaguara de novela. Según Wikipedia sus obras han recibido otros seis reconocimiento de repercusión mundial. Ha publicado más de 20 títulos. El último de ellos es la reedición de Abril Rojo, ahora con el sello Seix Barral, novela que celebra 15 años desde su aparición y que es considerada un clásico de la literatura latinoamericana o está camino a serlo.
Santiago Roncagliolo tiene un orgullo: su personaje, el fiscal Félix Chacaltana Saldívar. Al protagonista de Abril Rojo se le quiere y se le odia al mismo tiempo. Es fácil de identificarlo en la sociedad, en especial, en esta, en la que los opuestos (la derecha y la izquierda) están estirándola a tal punto que la democracia está por romperse.
Buenapepa conversó con el escritor, quien como siempre, no solo habla de libros y de literatura, sino de la vida, la vocación, la política y otras hierbas.
El mundo después de la pandemia
“Todo está más salvaje; este país y, por supuesto, el mundo. Creo que la pandemia ha hecho temblar nuestra convivencia, nuestra capacidad de ser civilizados, nuestra capacidad de entendernos. Me interesa mucha el papel de la literatura en este contexto porque te ayuda a entender a gente que no es como uno. Incluso, gente que te podría, como en el caso de Abril Rojo, arrancar la cabeza. Vamos a tener que recoser nuestras relaciones y nuestra capacidad de entendernos y de entender cómo son todas las personas. Así que me hace muy feliz aportar una pequeñísima parte en ese proceso”.
Oportunidad desaprovechada
“Hay una guerra en Europa, intolerancia en todo el mundo, un intransigencia sobre todo encarnada por la extrema derecha en muchos países. En el Perú, la democracia se está autodestruyendo. La pandemia desnudó nuestra precariedad, nuestra solidaridad, nuestra convivencia”.
Un clásico de la literatura
“Un clásico es un libro que sigue teniendo diferentes lecturas a lo largo de los años, por eso sobreviven. “El Quijote…” es quizás el clásico que más me gusta, porque sigue siendo, sobre todo la segunda parte, sorprendentemente actual, incluso, vanguardista en el uso de la ficción, en su capacidad de retratar a los ricos y pobres. Sigue burlándose del poder. Es mucho decir que el mío (Abril Rojo) sea algo así. Lo cierto es que, quince años después, no solo se pueda seguir leyendo, sino que tiene otra lectura. Es decir, cuando apareció esta novela era sobre el pasado. Hoy en día, el paisaje que describe del fracaso de la política y de violencia extrema entre dos polos es lo que vemos en el presente. De momento sigue viva. Vamos a ver cuánto se puede seguir leyendo; pero lo curioso es que no depende de uno; depende de lo que encuentra la gente”.
Nuevos lectores
“Hay nuevas personas, es decir, toda una generación que nació luego del libro. A ellos estamos tratando de llegar con esta nueva edición. Hay algunos temas que antes, cuando se publicó la novela, se daban por sentados, como la discriminación contra lo andino o la violencia contra la mujer; pero ahora para los jóvenes son los ‘temas’, las cosas que leen. Hay asuntos que se han vuelto más aterradores porque nos hemos vuelto más sensibles”.
Roncagliolo y los personajes
Parecido con la realidad
“Lo que cuenta Abril Rojo hace 15 años es lo mismo que se vive ahora el Perú, pues tenemos una clase política que no puede resolver las necesidades de las personas y dos extremos empiezan a decir, ‘yo puedo resolverlo’ y pelean violentamente por hacerlo. Por suerte, no tenemos esos niveles de terror que había en los 80; pero la violencia de los políticos es cada vez más salvaje y no es normal. Esta semana se han dicho ‘infelices’, ‘miserables’, ‘terrucos’. Se han acusado de asesinatos. Estos niveles de violencia se están disparando y son el prólogo a una violencia peor, sino la detenemos a tiempo”.
Lo que cuenta Abril Rojo hace 15 años es lo mismo que se vive ahora el Perú, pues tenemos una clase política que no puede resolver las necesidades de las personas y dos extremos empiezan a decir, ‘yo puedo resolverlo’ y pelean violentamente por hacerlo.
Lima, la salvaje
“Hace unos meses, pensaba que el Perú era un país completamente salvaje y ahora creo que, en realidad, es Lima la que es completamente salvaje. He visto reventar presentaciones de libros, he visto un odio general dentro de la sociedad. Ahora hemos ido a Ayacucho, y yo, después de esas cosas de Lima, no estaba seguro de que fuese buena idea plantarme en Ayacucho con esta portada (lleva una hoz y un martillo, símbolo de Sendero Luminoso) porque pensaba que iba a encontrar gente como la de Lima. Sin embargo, nos encontramos con un público absolutamente moderado, reflexivo y muy preocupado porque conocen la violencia y no quieren que se repita”.
El fiscal Félix Chacaltana Saldívar
“En este personaje hay una parte pintoresca y otra más profunda. La parte pintoresca es la que todos hemos lidiado con un burócrata, no solamente los peruanos, sino los latinoamericanos y seguramente otros países. Estos personajes completamente necios que solo quieren llenar su documento y no les importa la realidad. Eso lo hace reconocible dentro de nuestro paisaje humano y social. Pero hay algo que lo hace tierno y es que representa también nuestra inocencia. (Félix Chacaltana) no es una mala persona. Al contrario, si es así de necio es porque está tratando de ser bueno en un mundo donde no está clara la ley, no está claro quién es el bueno y el mal, es difícil distinguir el bien y el mal y las autoridades pueden asesinar. Él representa nuestra inocencia, nuestras ganas de creer que somos buenos. La pérdida de la inocencia es algo que todo adulto ha vivido y es lo que él representa”.
Los premios
“Los premios literarios impactan más en los lectores que en el escritor. Hay muchos libros y, entonces, los premios dirigen la atención a algunos por el respaldo de un jurado, generalmente, confiable. Para mí, el premio más importante es tener lectores. Cuando sale esta novela y gana todos sus premios, yo, cinco minutos antes, era un completo desconocido. El problema es que nadie te asegura que el año siguiente, cuando ya no tengas el premio, no volverás a ser nadie; si lo que está funcionando eres tú o la novela premiada. Después de Abril Rojo me pasé un tiempo pensando que ya no hacía las cosa igual de bien, porque tenía todo lo que había pasado. Me tomó años descubrir que me iba muy bien. Que me iba mucho mejor que mucha gente que tiene que trabajar en otra cosa para dedicarse a escribir libros. Debería estar contento y eso fue porque con los siguientes libros seguí teniendo lectores; ese es el verdadero premio”.
La publicación más arriesgada
“Es difícil porque cada libro es como un viaje. No es que haya un destino mejor o aparentemente mejor. No es mejor Maldivas que Miami o Londres. Depende lo que tú quieras en cada momento. Entonces, cada libro representa lo que yo quiero decir y siento en ese momento. Algunos creen que Oscar y las mujeres es arriesgada y es porque es muy divertida. Y eso fue porque venía de un momento muy decisivo. Después de Memorias de una dama pensé que todo lo que yo pensaba hacer ya no iba a ser. Había dejado de creer en todo lo que yo mismo me planteaba como escritor y, en vez de deprimirme y hundirme, decidí empezar a experimentar cosas diferentes. Entonces tuve una especie de revalorización de lo que era la gente que me quiere, de mi familia, mi esposa, mis hijos; que lo más importante estaba allí, y Oscar y las mujeres habla de un tipo que no sabe querer y aprende a querer. Entonces son maneras de transfigurar lo que estás viviendo”.
Había dejado de creer en todo lo que yo mismo me planteaba como escritor y, en vez de deprimirme y hundirme, decidí empezar a experimentar cosas diferentes. Entonces tuve una especie de revalorización de lo que era la gente que me quiere.
Presentación en la cárcel
“Al igual que la primera edición, vamos presentar esta en la cárcel. De la presentación del 2006 salió la Cuarta espada (libro sobre Abimael Guzmán). Como ingresaba a la cárcel no como periodista, sino para una actividad cultural tenía libertad para hablar con todos los que estaban allí (condenados por terrorismo) y aproveché la oportunidad. Sigo yendo y colaborando con la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad que son los herederos del padre Hubert Lanssiers, a quien conocí en Chiclayo, en la cárcel de Pisci. Ayudo en lo que pueda: promociono las exposiciones de arte, soy jurado de los concurso de cuentos. Cuando puedo voy personalmente, en teoría, a llevar cultura, pero, en realidad, ellos me dan más a mí: me dan historia. Las cárceles siempre guardan todo lo que una sociedad no quiere ver. En las cárceles peruanas están todos los que han tenido poder de algún modo: terroristas, presidentes, militares, ministros… Ese panorama no te lo da ningún periódico”.
Castillo o el Congreso
“El problemas son los dos. Es muy penoso. Aunque el verdadero lío es lo que acabo de ver en una encuesta del IEP (Instituto de Estudios Peruanos) según la cual, el 50 % de los peruanos ya no creen que la democracia sea el mejor sistema de gobierno. Entiendo perfectamente las razones que tiene la gente para pensar eso. No se puede sostener la una democracia si la gente no cree en la democracia”.