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«Sí, lo hice»: la escalofriante confesión del sicario de 14 años que mató a un vigilante en Piura

Piura sigue conmocionada por el asesinato a sangre fría de un agente de seguridad a manos de un adolescente, en los exteriores de un restobar. El ataque ocurrió alrededor de las 12:40 de la madrugada del lunes 25, cuando Carlos Alberto Golles Juárez, de 31 años, se encontraba sentado en un mototaxi a las puertas del establecimiento Goeh, ubicado en la avenida Champagnat, en la provincia de Sullana, cuando un menor de 14 años se le acercó y le asestó varios disparos que acabaron con su vida.

El menor, identificado como S.J.R.L., llegó caminando al restobar Goeh y disparó múltiples veces contra Golles, quien no tuvo tiempo de reaccionar. Testigos relatan que el joven no intercambió palabras antes de abrir fuego, primero hiriendo al vigilante en las piernas, lo que lo hizo caer al suelo, y luego disparando contra su pecho, brazos y cabeza. La escena provocó pánico entre los presentes, quienes se vieron obligados a huir para salvar sus vidas.

Un oficial del Grupo Terna que se encontraba en la zona fue quien persiguió al atacante tras el crimen. Después de una breve pero intensa persecución a pie, logró detener al menor en la intersección de las calles María Auxiliadora y Santa Cecilia. Durante la captura, se le encontró una pistola Glock con un cargador vacío y un teléfono celular.

Este es el menor sicario de 14 años que acabó la vida del vigilante Carlos Golles, en Piura.

Piura: así fue el asesinato

Según información policial, el adolescente confesó haber sido contratado para llevar a cabo el asesinato, aunque, según comentó, no pudo identificar a su empleador. La falta de remordimiento en sus declaraciones ha generado temor y preocupación entre las autoridades y la comunidad. La familia de Golles sostiene que él no tenía problemas con nadie y exige justicia, pidiendo que el menor sea juzgado como un adulto por el crimen.

«Con total frialdad ha dicho que sí que él ha disparado sin mostrar remordimiento alguno«, contó una fuente policial que participó en la diligencia.

La tragedia deja a la esposa del vigilante, Maryuri Rosales, viuda y embarazada de su tercer hijo, además de dos menores en orfandad. La abuela de la víctima también ha expresado su deseo de que se haga justicia y que el caso no quede impune.

Cabe destacar que el arma utilizada en el crimen había sido reportada como perdida desde enero de 2020 y pertenecía a un policía de Huamanga en Ayacucho. Este detalle añade una capa adicional de gravedad al caso, subrayando los problemas relacionados con la seguridad y la disponibilidad de armas en manos inadecuadas.

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