“Yo soy una suerte de músico frustrado”, confiesa Omar Aliaga Loje (1978) cerca del parque del Maestro, en la urbanización Las Quintanas, donde las autoridades, el año pasado, allanaron un inmueble como parte de las investigaciones por corrupción que se le sigue a un alcalde de la sierra de La Libertad. A unos metros de donde está, en el pasaje Larco Cox, en el 2019, mataron a martillazos, en su departamento, a Silvia Elena Guzmán, una madre de familia de 35 años.
En Trujillo, la violencia es un personaje omnipresente: está en todos lados. Omar lo reconoce porque ha convivido con ella. Desde su experiencia como periodista ha contado esa realidad. Y parte de ella se ha quedado con él titilante, como música, como una espina, como una deuda o un compromiso. Y los compromisos se pagan. Y si es con letra, mejor.
Entonces, decidió purgar la historia que lo acompaña por larga data. El resultado es Los hombres que mataron la primavera, una novela que será presentada a fin de mes, pero ya resuena en el ambiente cultural de La Libertad.
Se dice que un periodista evoluciona en novelista. “Mmmm… suele pasar. En mi caso, yo quería escribir novelas antes de ser periodista, incluso. Pero admito que tras varios años de hacer periodismo, me he sentido mejor preparado para ser novelista”, comparte, a la hora del almuerzo, Omar Aliaga, egresado de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Trujillo, editor del diario Correo, docente y, ahora, novelista.
¿Qué es lo más difícil de escribir una novela?
-Sin duda el largo aliento. Es un trabajo que exige de mucha disciplina y constancia. Un poema o un cuento o un texto periodístico puedes hacerlo de un tirón. La novela es como construir un edificio y cada día de trabajo, cada página, es como un ladrillo más. A veces, a mitad del camino, te das cuenta que era más complejo de lo que parecía. Y hay que seguir para no perder el ritmo, la coherencia, el hilo conductor.
¿Qué es lo más agradable de escribir una novela?
-Quizás saber que la idea con la que inicias el proyecto puede tener un giro inesperado después. Hay personajes o escenas que se dan en el camino. La novela lo admite todo, además: retazos de poesía, diálogos, tiempos diversos, voces distintas, música, ritmo, hasta silencios. Es un trabajo académico y a la vez muy creativo.
¿Qué va encontrar el lector en tu obra?
-Creo que hay cierto vértigo que he tratado de darle a la prosa y a la estructura narrativa. Encontrará una historia cruda, violenta, intensa, y quizás hasta polémica por el correlato que alguno encontrará con la realidad. Encontrará a la ciudad de Trujillo retratada desde una visión particular, la ciudad, sobre todo, de los años 2007, 2008 y 2009. Algo de crimen, política, corrupción; algo de periodismo, de sexo y amor también.
Todos tenemos manías o particularidades para escribir. ¿Cuáles han sido las tuyas en este proceso? ¿En qué hora del día escribiste?, ¿qué música escuchaste?, ¿algún artefacto o artilugio cerca?, ¿te ayudó la pandemia?
-Suelo ser un poco desordenado, lo confieso. Aunque tuve cierta disciplina con la novela, las ocupaciones del trabajo en el diario y en la universidad, sobre todo, hacían difícil escribir con más frecuencia. Pero solía hacerlo sobre todo por las noches, después del cierre de edición y luego de cenar. Era el último suspiro. Un par de horas o por ahí. A veces, en el día, cuando me asaltaba una idea o una escena, corría a escribirla. Yo siempre escribo con música. La música que escucho a diario, que es diversa, aunque va más por el pop, el rock o la música alternativa y ‘soft’ (música suave, relax, ambiental). Aunque a veces pongo música urbana cuando debo escribir determinadas escenas; o pongo una serie de TV extranjera. Me pasó esta vez, para obtener más precisión en el acento colombiano que he usado. Después de escribir suelo fumar un cigarrillo. Y, muchas veces, a mitad del cigarro vuelto a la laptop: alguna idea viene en ese momento y hay que corregir o agregar.
La ficción nos ampara de la realidad, nos protege de ella. Sin embargo, decidiste iniciar tu camino literario con un tema vinculado con la realidad pura y dura. ¿La razón de esto es tu vena y experiencia periodística? ¿Los periodistas que inician su camino por la ficción están condenados a la realidad? En todo caso, ¿cuáles han sido tus motivaciones?
-Sí, es interesante esa cuestión. Pienso en muchos escritores que ejercieron el periodismo y, en efecto, no pueden escapar de la realidad. Quizás sea eso. Pero debo decir que siempre me han fascinado las obras de ficción que se insertan en una realidad histórica. Jugar con la ficción en medio de un acontecimiento real me parece estimulante. Incluso en el cine: disfruto muchas películas con referencias históricas. De niño recuerdo que veía con fruición un dibujo popular entonces: Lady Oscar. Me fascinaba ver cómo ese personaje de ficción convivía en un relato de un hecho histórico como fue la Revolución Francesa, la decadencia de la monarquía y del absolutismo francés. Llegué a creer que Lady Oscar y su historia existieron en realidad, pero luego, al leer la historia de ese periodo, supe que no. Pero en cierto modo existieron, seguramente. Esa es la magia que me seduce.
¿Quiénes han sido tus autores referentes para escribir esta novela?
-Aunque la novela tiene mucho de novela policial, lo cierto es que no soy un fan de la novela negra. He leído apenas ese tipo de ficción. Quizás en ese aspecto mi mayor referencia sea Stieg Larsson, cuya saga Millenniumhe leído con fruición. Es inevitable, en mi caso, escapar de la influencia de Vargas Llosa, maestro de las estructuras narrativas. De él muchos hemos aprendido la arquitectura narrativa de una novela. Hay un componente erótico que, imagino, tiene que ver con el erotismo que solía leer de más joven en novelas como las de Henry Miller. Y, aunque suene pretencioso decirlo, me aboqué al trabajo de leer la monumental novela de Tolstoi, Guerra y paz, durante el proceso de escritura, con el afán de tener una perspectiva más totalizadora de la novela. Creo que en mi novela hay textos con influencia de la prosa periodística también. A veces, cuando he retratado a cierto personaje, sentía que usaba la técnica del perfil. Traté de escapar, pero fue inevitable. Jorge Tume me dijo que al leer la novela le sorprendió cierto ritmo en la prosa de la novela. Yo se lo adjudico a mi pasión por la música. Yo soy una suerte de músico frustrado
“Un thriller lleno de intriga, política, crimen, sexo y corrupción. Con Trujillo como telón de fondo”. Así se promociona tu novela, Omar. Evidentemente, Trujillo asoma con un personaje. ¿Cómo será esa ciudad? ¿Más de cerca de Sin City o la primaveral y solariega?
-Con o sin intención, he terminado retratando la ciudad desde mi particular visión. Es una ciudad que deja de ser primaveral, que se moderniza, para bien y para mal; que esconde sombras y sordidez en medio de su florida prestancia; una ciudad que empieza a cambiar con la migración y su apertura comercial. La novela discurre en tiempos en que llegan los llamados mall, hay cierta prosperidad económica, en tiempos en que el crimen galopa y la corrupción se institucionaliza.
¿Qué otros personajes significativos aparecen en la historia? ¿En qué narrador cuentas la historia?
-Empecé a escribir la historia con un puñado de personajes y terminé con una veintena. Puedo adelantar que los personajes principales son un ministro de Estado, un oficial policial, dos jóvenes periodistas, una mujer que es dama de compañía en un conocido night club. Hay delincuentes avezados, hombres y mujeres de prensa. Abogados. Policías. En fin. Y, bueno, la verdad que he utilizado los tres tipos de narrador: primera, segunda y tercera persona. Es una novela fragmentada.
¿Cuáles son los planes de promoción de la novela? Acaba la preventa, ¿qué viene ahora? ¿Ya hay fecha de presentación?
-A esta hora no hay fecha exacta de presentación, pero será antes de que acabe julio. Primero la presentamos en Trujillo, y en agosto en Lima. La novela estará en algunos estands de la Feria Internacional del Libro de Lima. De aquí vendrá las notas, las entrevistas. Y una pequeña gira para presentarla en algunas ciudades. Cada libro nueva es una celebración. Así que andaremos un poco de parranda en las semanas y meses que vienen.