“Un sacrificio inimaginable. Hace más de 500 años, en lo que hoy es el Perú, el pueblo Chimú mató a 269 niños y niñas durante un ritual perturbador. ¿Qué podría hacer llevado a una antigua civilización a ofrendar lo más preciado?”.
De esta forma contó para el mundo la prestigiosa revista National Geographic, en febrero del 2019, los hallazgos de Huanchaco, a pocos metros de la autopista que une el balneario con Trujillo.
Han pasado más de tres años y los arqueólogos siguen encontrando cuerpos de niños sacrificados, según los estudios, para apaciguar la ira de los dioses o para contentarlos.
El último descubrimiento consta de 76 nuevas tumbas y ocurrió en el sitio arqueológico Pampa La Cruz. Con esta revelación ya suman seis los acontecimientos sacrificiales de niños, durante más de 450 años.
El director del Programa Arqueológico Huanchaco (Pahuan), Gabriel Prieto Burméster, informó que algunos de los hallazgos datan de entre los años 1050 y 1500 después de Cristo, vinculados a momentos importantes en el inicio, desarrollo y consolidación de la sociedad Chimú.
Según la Agencia Andina, en el último proceso de excavación, desarrollado entre julio y agosto de este año, se hallaron 76 nuevas tumbas de niños; 25 encontradas en el “montículo I”, y las otras 51, en el “montículo II”. Montículo es una huaca.
La tumba más inusual pertenece al montículo I: son cinco mujeres “sentadas” cabeza con cabeza, haciendo una especie de círculo. Los análisis determinarán su significado.
En tiempo y forma
El arqueólogo Gabriel Prieto, quien también es investigador de la Universidad de Florida (Estados Unidos), señaló que el evento sacrificial más temprano ocurrió alrededor de 1050 a 1100, hasta el 1200 de nuestra era. Y fue registrado en el montículo I.
“En esta área, los niños enterrados tienen una particularidad: sus cuerpos están orientados con los pies al este y la cabeza hacia el oeste; es decir, le dan la espalda al mar; un patrón que se repite con todos los cuerpos que datan de esa época”, señala la agencia Andina.
En el montículo II, el 90 % de los cuerpos de los niños siguen el mismo patrón. Lo que quiere decir que pertenecen al evento más temprano. “En una foto aérea del 1942 se ve que el montículo II está rodeado de campos de cultivo y canales chimús, que por el avance moderno han desaparecido. El sacrificio en ese lugar se hizo para consagrar y abrir los campos de cultivo que los chimús habilitaron alrededor de esa época”, dice Prieto.
¿Por qué Pampa La Cruz?
Existen muchas referencias del por qué los chimús eligieron Pampa La Cruz para sus sacrificios. La primera se vincula con los rituales de ofrenda que realizaron en el mismo lugar sus antecesores, los moches. Desde 2019 a la fecha se han encontrado 31 entierros asociados a esta otra importante cultura peruana.
“Aunque los entierros moches obedecen a personas de entre 40 y 45 años de edad, posiblemente guerreros, que murieron con el rostro destrozado de un mazazo, ya había una tradición en ese sentido en la zona”, refiere.
Una segunda referencia es la vista imponente y privilegiada que tiene el sitio al apu Campana, considerado sagrado para los chimús, y porque están frente al mar, por donde, según la leyenda, habría llegado Taykanamo a fundar el reino del Chimor.
La tercera razón es que Huanchaco es el límite norte del valle de Moche. Mira a Chicama, que era un valle controlado por los lambayeques, quienes finalmente fueron conquistados por los chimús. Estos, con el objetivo de consagrar ese espacio, pudieron haber realizado allí los sacrificios.
“Gracias a Pampa La Cruz sabemos que los sacrificios humanos, sobre todo de niños, fueron una parte estructural dentro de la religión de los chimús para celebrar y glorificar a su estado. Los seis eventos que tenemos documentados son prueba de ello”, considera Prieto.
Huaca II
Luis Flores, arqueólogo residente del Pahuan, describió que en el montículo II se ha encontrado información de más de un evento sacrificial, pero que serán los fechados radiocarbónicos los que proporcionarán mayor información respecto a la época en que fueron enterrados dichos niños.
“Gabriel Prieto se ha llevado las muestras para su análisis, pero creemos preliminarmente que esta ha sido una huaca abandonada y se ha reutilizado para realizar allí los entierros de los sacrificios de niños”, apunta para la Agencia Andina.
Flores espera volver en el 2023 para continuar las excavaciones en el montículo II, ya que hasta la fecha solo se han excavado 144 de los 720 metros cuadrados, que es el área que queda del montículo II o huaca.
La Universidad de Florida ha financiados el más reciente proceso de excavación, de dos meses, en la zona de Pampa La Cruz. También se recibió el apoyo económico de la estudiante de doctorado Rachel Witt, becaria de la National Sciencia Foundation.
En las excavaciones han participado 17 alumnos de la Universidad de Florida (EE. UU.) y estudiantes de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo.