En el Hospital Regional Docente de Trujillo se esconde un pequeño milagro, y pocos lo saben. Las paredes de este centro estatal ocultan un sistema que funciona desde hace dos meses y que es una iniciativa para cambiar el panorama energético de la salud en el Perú.
—Desconozco. No sé nada —responde Deysi Simón Daga, 40 años, quien, el lunes 21 de octubre, llegó al nosocomio para conocer noticias de su hija, internada por una infección pulmonar.
Luego se interesa sobremanera por el tema que le acaban de consultar.
Cerca está Andrea La Rosa, de 30 años, quien pone cara de sorpresa cuando se le pregunta por la ‘riqueza’ que esconde el hospital, al que llegó temprano acompañando a su madre, diagnosticada con cáncer de páncreas.

—Algo tan importante deberían darlo a conocer. No sabemos nada de eso —cuestiona aún con la molestia porque los vigilantes no la dejaron entrar.
Del sistema de salud del Perú se dicen tantas cosas malas. Y con razón. Por ello, es poco entendible el hermetismo en torno a la puesta en operación de una obra moderna, eficiente y amigable con el medioambiente, la cual sirve para menguar el aura de precariedad y negativismo que envuelve a la sanidad en el país.
Existe poca información en internet sobre esta ‘riqueza’. La misma que se refiere solo al inicio y avance de los trabajos, mas no de su funcionamiento, el cual ya lleva más de 60 días.
BuenaPepa se interesó en conocer el impacto económico y ambiental de esta nueva tecnología. Encontró respuesta positiva del director del hospital Víctor Augusto Salazar.

Sin embargo, en una evidencia del poder de la burocracia, un empleado del área de Comunicación, desatendió una orden de su superior y, de manera sistemática, bloqueó la labor periodística.
Aun así. Lo positivo tiene más fuerza que cualquier insensatez y capricho. Las buenas obras gritan y rompen el silencio incomprensible. Los liberteños tienen derecho de conocer que el hospital, fundado en 1948, ha dado un paso significativo para mejorar la atención, gracias a la instalación y uso del sistema de gas natural, que ofrece la empresa Quavii.
Nace un hospital
En 1948, en el Perú, Manuel A. Odría lideró un golpe de Estado contra el presidente José Luis Bustamante y Rivero.
Además de los embates de la inestabilidad política, Trujillo experimentaba un crecimiento urbano, impulsado por la modernización de sus servicios públicos y al movimiento económico por el auge de las haciendas azucareras en el valle de Chicama.

Era evidente la división entre clases sociales, con una élite económica consolidada y una población trabajadora en condiciones muy complicadas.
En ese contexto se inauguró el Hospital Regional Docente de Trujillo, el cual respondió a la demanda de mejorar la atención de salud, en un contexto, en el que la industrialización y el crecimiento poblacional exigían más infraestructuras.
A lo largo del tiempo, ha experimentado modernizaciones que poco han mitigado su precariedad. Sin embargo, la instalación de un sistema de gas natural está generando un impacto significativo en el servicio que brinda a la comunidad.
“En todos los años que llevo en el hospital, es la primera vez que alguien llega y nos apoya de esta manera”, dice Alfredo Mattos, técnico de mantenimiento, con más de 38 años de servicio.
Por su parte, la enfermera Susana Salgado valora que esta obra beneficiará de manera directa a los pacientes, que, en su mayoría, son personas de “recursos muy humildes”.

Llega el gas
A inicios del 2024, El Ministerio de Energía y Minas (Minem), a través del programa Bonogás, ejecutó el proyecto de implementación del sistema de gas natural en el Hospital Regional Docente de Trujillo, como parte de un paquete que incluía a tres establecimientos de salud más, todos de Lima.
El objetivo es claro: reducir los costos operativos que representan el uso de combustibles fósiles, como el petróleo y el GLP, mediante la masificación de una energía más amigable con el medioambiente.
La instalación incluyó desde la conexión y la infraestructura interna, hasta una moderna estación que regula la presión y mide el suministro.
El nuevo combustible hace funcionar máquinas y calderos, que conducen calor a las áreas de cocina, lavandería y servicios.
De esta forma, el hospital trujillano fue el primer nosocomio en el Perú, que funciona con gas natural.
Una fuente, quien pidió anonimato por temor a represalias, dijo a BuenaPepa que el consumo mensual aproximado de diésel, antes de contar con gas natural, era de 3500 galones, lo cual representa una inversión que supera los 42 000 soles.
“En setiembre, el consumo de gas solo fue de 18 mil soles”, precisó el informante.
Aunque las cifras se sincerarán por completo en los próximos meses, cuando todas las máquinas del establecimiento estén en funcionamiento —lavandería y un servicio de comida no están operativo— es evidente que el impacto es positivo en la gestión del hospital.

Quavii señala que el empleo de gas natural puede generar un ahorro de hasta un 35 % dependiente del combustible que actualmente use.
“En el caso del Hospital Regional, estimamos que el ahorro llegará al 40 %”, anheló nuestra fuente.
¿Qué se hará con el dinero que se reservará? El director Víctor Augusto Salazar asegurá que se usará para atender otro tipo de necesidades que mejoren el servicio que ofrecen a los liberteños.
“Para un hospital público, que necesita de muchos recursos económicos, contar con estas energías limpias, económicas y sostenibles, es muy importante, porque nos va a permitir, destinar los fondos, a otras necesidades urgentes”, consideró.
El Hospital Regional Docente de Trujillo, un ícono en la lucha contra la covid-19, esa pandemia que zarandeó a la humanidad, esconde un secreto que pronto será revelado a plenitud.
Este establecimiento de salud es parte relevante en la historia de la región La Libertad, por ello todo lo que ocurre dentro de él es de interés público, en especial, aquellas acciones relacionadas, de manera directa, con las prestaciones que reciben las personas.
En sus instalaciones, funciona, desde el 2011, una unidad de tratamiento de TBC, cuenta con un servicio especializado de cirugía plástica, unidad de cuidados intensivos neonatales y un departamento especializado en salud mental.
Todos estos servicios no se ofrecen en ningún otro nosocomio estatal de La Libertad. En consecuencia, la nueva energía que circula por su interior no debe quedarse entre sus cuatro paredes. Nadie se lo merece.