Sumarme a las críticas virulentas o tratar de justificar todos los premios y nominaciones que ha obtenido no es mi intención; por el contrario, solo quiero expresar mi opinión sincera.
Emilia Pérez (Jacques Audiard, 2024) narra la historia de una abogada que se ve obligada a ayudar a un narcotraficante mexicano a transicionar a mujer.
Una vez completada su transformación, Emilia, la versión femenina del narco, intenta contactar con su familia y, al mismo tiempo, redimirse buscando a personas desaparecidas en el entorno de violencia que vive México.
La película es un musical en el que las canciones crean una atmósfera onírica y funcionan como los pensamientos de los personajes que las interpretan.
Una vez completada su transformación, Emilia, la versión femenina del narco, intenta contactar con su familia y, al mismo tiempo, redimirse buscando a personas desaparecidas en el entorno de violencia que vive México.
Sin embargo, este recurso solo se mantiene hasta la mitad de la historia; a partir de ese punto, la narrativa deja de apoyarse en la música para centrarse en la acción.
No obstante, la violencia escala progresivamente hasta el final, provocando que la historia se distorsione y desemboque en un desenlace poco creíble y casi fantasioso.
Uno de los aspectos más cuestionados es la forma en que los personajes hablan, o más bien, la elección de los actores.
Cada uno tiene un acento particular que no coincide con el personaje que interpreta: la protagonista, quien supuestamente ha vivido años en México, conserva un marcado acento dominicano; la esposa del mafioso suena como una estadounidense que fue llevada a México por su marido y, por lo mismo, su discurso resulta difícil de entender.

Incluso personajes episódicos, que deberían sonar como pandilleros mexicanos, presentan el mismo problema al expresarse en lo que se supone que es su lengua nativa.
Sin embargo, el mayor defecto de la película, desde mi perspectiva, es la representación superficial y poco fiel de México.
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La visión que ofrece dista mucho de la realidad, lo que no debería sorprendernos, pues las producciones comerciales de Hollywood han presentado durante años a los países pobres o en «vías de desarrollo» como escenarios más cercanos a la imaginación de los productores que a la autenticidad.
Lo que resulta sorprendente es la cantidad de premios y nominaciones que ha acumulado, ya que el resultado final no es una película innovadora ni trascendental en términos de calidad.
La visión que ofrece dista mucho de la realidad, lo que no debería sorprendernos, pues las producciones comerciales de Hollywood han presentado durante años a los países pobres o en «vías de desarrollo» como escenarios más cercanos a la imaginación de los productores que a la autenticidad.
No se convertirá en un clásico del cine ni mucho menos. Con lo justo, consigue entretener, pero se desinfla sin lograr el impacto esperado.
Eso sí, Zoe Saldaña destaca por encima del resto del elenco en su papel, aunque no con la suficiente fuerza como para sostener toda la película.
Emilia Pérez es un filme poco memorable, cuyo impacto no va más allá del escándalo mediático que lo rodea.

En un intento fallido, evoca de manera lejana a obras como Los olvidados de Luis Buñuel, sin llegar siquiera a rendirle un digno homenaje.
En resumen, es una película del montón, sin mayores aspiraciones en sí misma, pero impulsada por la maquinaria comercial de los «países desarrollados», un producto más sin verdadero interés artístico.