Es políticamente incorrecto citar a Marcelo Bielsa en un texto sobre una derrota mundialista de Argentina. Pero vamos. “El fútbol es el primer deporte del mundo, es el deporte más atractivo para todos los continentes. Si yo tuviera que decir por qué sucede eso, es porque no siempre ganan los poderosos”, dijo el técnico que dirigió la selección rioplatense eliminada en primera fase en Corea-Japón 2002, suceso considerado desde tragedia hasta fracaso por el enorme y fuerte ventarrón de favorito con el que llegó el conjunto sudamericano al primer mundial jugado en Asía.
El dolor de la derrota es directamente proporcional a la ilusión. Que el equipo de Messi pierda contra Arabia Saudita es un hecho sin precedentes; pero que colisione con un resultado adverso en un Mundial al que arribó con el cártel de candidato cambia el eje de la órbita del mundo fútbol.
La publicidad tan genial de la Argentina estuvo en sintonía con estos aires de triunfalismo. Un spot escarbó en las coincidencias del Mundial de Qatar con el de México 86, cuando salieron, por última vez, campeones. Es una publicidad genial, que ahora, a la luz del resultado frente a los asiáticos, suena a mufa, a mala suerte. Otra vez, Marcelo Bielsa: “En Chile aprendí el valor de la moderación. Soy argentino y los argentinos somos exaltados, nos guían el impulso y la emoción».
¡Soberbios! ¡Soberbios!
El periodista Martín Liberman —en un arrebato similar al de Cuto (Guadalupe)— llamó «soberbios», a los jugadores y comando técnico de su selección. El cronista Martín Caparrós, un día antes del partido escribió: «Las derrotas futbolísticas consumen poco, no son derrotas verdaderas: son, como todo en el deporte, simulacros, ilusiones». Luego del encuentro, confesó que no sabe si sostener aquello que escribió. Quien sí se arrepintió fue la ministra de Trabajo de Argentina, Raquel Olmos por lo siguiente: «Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina». Olvidó que el fútbol es lo más importante de todas las cosas menos importantes.
El dolor de la derrota es directamente proporcional a la ilusión. Que el equipo de Messi pierda contra Arabia Saudita es un hecho sin precedentes; pero que colisione con un resultado adverso en un Mundial al que arribó con el cártel de candidato cambia el eje de la órbita del mundo fútbol
Hoy se celebra el Día Internacional de la Música, en homenaje a Santa Cecilia. En Argentina, se recuerda cada 22 de noviembre la ley que decretó la gratuidad de la educación universitaria, de esta forma los hijos de los trabajadores pueden acceder a la formación profesional. Era un día perfecta para que, en el país de Borges, una victoria mundialista dimensione el poder educativo del fútbol. Pero la verdadera fiesta, se desató en Arabia Saudita, porque el rey ordenó feriado en todo el país por la victoria ante una selección que llegó pasada de humos.
Rompemarcas
Ese 2-1 a favor de los sauditas cortó 36 victorias consecutivas del equipo de Scaloni. Su última derrota fue frente a Brasil en el 2019. «Por mucho que triunfes siempre hay un iceberg esperando al Titanic”, escribió Arturo Pérez Reverte. Nunca antes, la Argentina había perdido en con un equipo de Asia en mundiales. En su condición de campeón vigente, en Italia 90 jugaron el partido inaugural. Camerún los derrotó 1-0. Llegaron a la final, pero la perdieron.
A la Argentina no le calza el título de favorito. Cuando salió campeón en el 78, se le acusó de armar un torneo a su medida y de ‘arreglar’ partidos. Para el Mundial de México pocos confiaban en sus posibilidades. Su último gran arrebato mundialista fue en Brasil 2014, cuando lo que menos tenían era la ropa de candidatos.
«A la gente le decimos que confíe, no los vamos a dejar tirados», reaccionó Lionel Messi luego del partido. Al líder —así esté con el tobillo hinchado— se le conoce en la adversidad. Ningún marinero se hizo en un mar calmo.
“Para mí, la confianza es un sinónimo de relajación. Yo prefiero el miedo, porque te obliga a estar atento”. La frase es de Bielsa, el técnico inevitable.
