“Prohibido prohibir”, es la paradoja que marca el inicio de la canción Enemigos íntimos, del español Joaquín Sabina. Pero en la siguiente historia nunca hubo amor (ni propio ni ajeno), sí una manifestación de odio institucional entre la comuna trujillana y el comando policial de La Libertad, que marcará otro capítulo en la vereda legal del alcalde de Trujillo, Arturo Fernández Bazán, quien enfrentará dos denuncias luego de que intentara prohibir que un presunto marca, detenido en flagrancia delictiva, sea trasladado a una dependencia policial.
Arturo Fernández y una nueva denuncia
Arturo Fernández: “Que venga la fiscal, porque a la comisaría van y los sueltan. Acá sueltan a los “choros, en la comisaría (…) Ya han soltado a un “choro” en la comisaría de El Alambre”.
La primera denuncia que afrontará el burgomaestre será de índole institucional, en material penal. Consultado por BuenaPepa, el coronel PNP Javier Méndez Yupanqui, jefe de la División de Investigación Criminal de Trujillo (Divincri), detalló que Arturo Fernández cometió cuatro delitos: contra la administración de Justicia, resistencia a la autoridad, contra la función jurisdiccional y sustracción de una persona en una investigación (robo agravado: un delio grave).
Ante el pedido de un fiscal, por parte del alcalde, Méndez explicó que, según el Nuevo Código Procesal Penal, en materia de flagrancia delictiva “no es obligatoria la presencia del fiscal (…); entonces, el pedido del alcalde, para que esté presente el fiscal, es un pedido totalmente inadecuado. Es un pedido que no tiene sustento porque la Policía puede realizar las diligencias inmediatas e indispensables, en el lugar, cuando se presenta un hecho de flagrancia”.
Y preciso qué “si el señor (Arturo Fernández) se está oponiendo a la labor que realiza la Policía; entonces, se está convirtiendo, prácticamente, en un cómplice más”.
Arturo Fernández a los policías y personal de Serenazgo: “¡De acá nadie se va!” “¡Nadie se mueve acá!” “¡Nadie se mueve de acá, señor!”.
Cerca del mediodía, el tránsito fue interrumpido en la cuadra 9 de la avenida Larco. Desde lejos se oían los gritos de Arturo Fernández, quien, vestido de blanco, se paró delante de un patrullero de Serenazgo para evitar que trasladen, a la comisaría de Ayacucho, al maleante – quien, tras una persecución, hasta un grifo– fue detenido por peatones y serenos: había asaltado a dos mujeres que retiraron S/ 10 mil de una agencia del banco Interbank. Su cómplice logró escapar a bordo de una motocicleta.
Arturo Fernández: “Reformemos a la Policía de tanto chiquillo inepto que hay”.
“¿A quién le dice choro?”, fue la pregunta de un agente policial, mientras el alcalde seguía con la transmisión del incidente, en vivo, a través de su cuenta de Facebook.
Arturo Fernández: “¿Qué raro que aparezcan los ternas? Para mí, a defender al choro”.
Conocido por su antagonismo abierto y ácido hacia la Policía, Fernández no desaprovechó la presencia del jefe de la Divincri e, inmediatamente, le increpó que era “el brazo izquierdo del general Tiravanti” y que “también debería irse a su casa”, en alusión a los cambios anunciados por el Ministerio del Interior en el comando policial de La Libertad, motivados por los altos indicadores delictivos y el aroma a corrupción en diversas unidades y jefaturas policiales.
Una raya (denuncia) más al tigre
Arturo Fernández al coronel Méndez: “¡Esa carita no me la compro, Méndez!”. (…) “Está dormido en su casa. Allí está: defendiendo “choros””. Segundos después, cortó la transmisión en su cuenta de Facebook.
Méndez, quien esperaba al ministro del Interior, Vicente Romero, para una conferencia de prensa en la Divincri, llegó hasta la escena y tras confrontar a Fernández, aseguró que procederá a denunciarlo a nivel personal.
“Yo tengo mi profesión, tengo mi carrera, soy abogado, y no voy a permitir que este señor me esté ninguneando. Si a mí, cualquier persona, cualquier autoridad me ofende, en mi delante, yo tengo toda la potestad que me otorga la Constitución para ejercer mi función como funcionario policía. No voy a permitir que cualquiera venga y me falte al respeto y, ni mucho menos, ejecute un delito en mi presencia. Yo soy policía y tengo que respetar la ley”.
“Por lo menos le quitamos S/ 10 mil del bolsillo a la PNP”.
Arturo Fernández
Este hecho ya fue puesto de conocimiento al Ministerio Público y contra Arturo Fernández, sentenciado por el delito de difamación contra una mujer oficial de la Policía, (por el cual fue suspendido y será vacado), su enemigo de turno, el jefe de la Divincri, prepara una cocktail (no de “gin, desilusión y bohemia”, como en la canción de Sabina), sino de pruebas como: videos, audios y fotografías recogidas por agentes policiales durante el incidente.
“Tenemos: personal de inteligencia, las cámaras de videovigilancia, lo videos que realizó el personal y las actas que estamos formulando en estos momentos y la cuál se está dando cuenta a la Fiscalía”. Un trago de autor inspirado en el malestar del comando policial: “No puede ser que una autoridad, en vez de apoyar a la Policía, nos esté generalizando, tipificando como ratas, como delincuentes. ¿Qué es eso? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué somos nosotros, una banda delictiva?”, ha cuestionado Méndez.
Al enojo del comando policial y a la canción de Sabina, Fernández sería “un enemigo íntimo del cálculo y la norma”; a veces, de la ley, pues según el especialista Pedro Miguel Angulo Arana, en su estudio La flagrancia delictiva y la Ley 29569, concluye que “sin menoscabo de los derechos ciudadanos, por peligro en la demora, la Policía Nacional pueda efectuar detenciones en pro de la investigación de los ilícitos, el recojo de evidencias del mismo y para evitar que los autores huyan, más allá de la figura de la flagrancia; sin que convenga desnaturalizar esta, más allá de los elementos que la configuran”.