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Menú electoral, por Carlos Talledo Manrique

Empezamos julio, con frío y una ciudad abierta en sus entrañas, entre obras eternas, con presupuestos reales desconocidos, inconclusas en muchos casos y en otros mal ejecutadas, lo cual nos generará los mismos problemas en un futuro inmediato, adicionando nuevas contingencias en un terruño abandonado por sus autoridades y por su gente, con un cielo que llora desde el amanecer.

Menú electoral: para todos los gustos

En este lúgubre escenario, debemos tener en cuenta también que, dentro de un año tendremos ya nuevo presidenta o presidenta, y nuevos parlamentarios, entre senadores y diputados. Y en un poco más de un año, nuevos alcaldes y gobernadores regionales.

Esto implica un próximo año complejo, lleno de promesas, cuentos, medias verdades y división, donde se exacerbarán las contradicciones propias de nuestra sociedad y sus falencias, un año donde el populismo llegará a su clímax, recayendo en nuestros hombros la responsabilidad de darnos buenos gobernantes que dirijan adecuadamente nuestros destinos.

Sin embargo, esta responsabilidad no sólo debe recaer en nosotros, sino y, sobre todo, en los seudopartidos políticos que presentarán, a nuestra elección y a la carta, el próximo menú electoral.

Cuando no existen partidos políticos de raigambre popular, formadores de cuadros y clase política, preparados para tal fin, desde su propia perspectiva ideológica o programática, caemos en la maldición de elegir al mal menor, de que los oportunistas de siempre nos presenten como candidatos no a aquellos que tienen los méritos, preparación, conocimientos y honesta voluntad de trabajar por la ciudad o el país, sino, a quien tiene la capacidad económica para solventar una campaña, o, a quien puede conseguir quien la sufrague, sin que importe el origen de los fondos, el punto central es llegar al poder, para retribuir lo gastado y obtener más.

Cada movimiento político tiene la enorme de responsabilidad de ofrecernos una terna de candidatos probos y con la capacidad suficiente para llevar y guiar los destinos de millones de personas, de moldear sus formas de vida, de darles seguridad, paz y tranquilidad para vivir y trabajar si más preocupaciones de las cualquiera de nosotros ya tiene.

Nos quejamos de los políticos y autoridades que elegimos y nos castigamos por ello, pero, nos olvidamos de que son los grupos políticos del momento quienes tienen la obligación de elegir, de la mejor manera posible, a sus candidatos y sus programas de gobierno y mantener la responsabilidad y consecuencias de los candidatos que fueron elegidos y no hacen bien su labor.

Esto último debe ser, también, aplicado por la población; es decir, castigar electoralmente a los grupos que nos ofrecieron malos gobernantes y no volver a votar por ellos y, mucho menos, reincidir votando por aquellos que tuvieron su oportunidad y no hicieron más que llenarse los bolsillos.

La política nacional y local se ha mercantilizado, se ha convertido en un factor económico más, donde postulan aquellos que tienen la billetera, propia o de terceros, para comprar una campaña, pero que, sólo son humo, fantoches e imágenes tergiversadas de un poder oculto que sólo quiere más poder y dinero para mantener el círculo vicioso en el que vivimos hace años, son artificio, arlequines de feria, que, de otra manera, pasarían sin pena ni gloria por este inmenso río de lágrimas.

Exijamos, por lo menos, algo mejor en el menú y no repitamos el plato que nos dejó un sabor a nada.

Carlos Talledo Manrique

Abogado constitucionalista

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