Alberto Enrique no tiene otra opción que tirarse al césped tras la orden de un agente que le pide que se detenga.
— Cuidado que tengo una granada en los hu…, le dice al efectivo, quien lo escucha sorprendido.
Son las cinco de la mañana y Alberto Enrique camina en actitud sospechosa junto a otro hombre por la cuadra tres de la avenida Carlos Izaguirre, en el distrito de Los Olivos, en Lima.
Cuando ven a un patrullero acercarse, el compañero de Alberto tira un canguro negro y huye. Alberto intenta correr, pero no puede hacerlo. Un agente lo reduce y ahí es cuando confiesa en voz alta lo que lleva.
— Cuidado que tengo una granada en los hu… Cuidado vayamos a volar. Cuidado.
El agente se cerciora y pide refuerzos. A los pocos minutos llega personal de la Unidad de Explosivos (UDEX).
El intervenido es identificado como Alberto Enrique Martínez Centeno, de 26 años, de nacionalidad venezolana. Está esposado y continúa en el césped, aunque parece no tener miedo. Un efectivo le baje el pantalón, le corta la ropa interior con una tijera y extrae la granada de mano de sus genitales.
El ciudadano extranjero fue trasladado a la comisaría de Los Olivos y se pudo conocer que radica en Perú desde hace cuatro meses. Afirmó ser comerciante y dijo no tener antecedentes policiales.
— Estoy detenido porque me incautaron una bomba de mano (granada de mano)
— ¿Y de quién es el arma de fuego?
— No lo sé. La lanzaron y la encontraron en un bolso. Me hago responsable de lo que tenía yo, no otra persona.
Alberto declaró en la comisaría que regresaba de una discoteca en San Juan de Lurigancho y que portaba una granada para defenderse. Su compañero, de quien no dijo el nombre, tenía una una pistola marca Glock calibre 380 con serie limada y abastecida con seis municiones.
— Si se presenta un problema con eso me defiendo. Es para las personas que quieran hacerme daño.
El detenido fue denunciado por el delito contra la seguridad pública en la modalidad de tenencia ilegal de artefacto explosivo.