La producción peruana de arándanos ha dejado atrás la estacionalidad gracias a la innovación genética y tecnológica, consolidando al país como el principal exportador mundial de esta fruta.
Con más de 2,270 millones de dólares en exportaciones, el arándano no solo es el símbolo de la potencia agroexportadora del Perú, sino también un caso de éxito en la transformación agrícola global.
De la abundancia estacional a la estabilidad productiva
Tradicionalmente, el arándano peruano concentraba sus exportaciones entre agosto y diciembre, lo que generaba sobresaturación de mercados y vulnerabilidad logística.
Hoy, esa realidad cambió. Gracias a una estrategia de reconversión genética impulsada por el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), el país adoptó un modelo de “elevación de los valles”, ampliando su ventana de exportación a lo largo de los 12 meses del año.

Este cambio estructural permite mantener precios estables y asegurar la resiliencia del sector agroindustrial, incluso frente a fenómenos climáticos o bloqueos logísticos.
Genética al servicio de la competitividad
El motor de esta revolución es la diversificación varietal. En menos de una década, el Perú pasó de depender casi por completo de la variedad Biloxi (58% en 2016) a un portafolio de más de 60 variedades, incluyendo genéticas de alto rendimiento como Ventura y Sekoya Pop.
Estas nuevas variedades —conocidas como “variedades de club”— ofrecen mayor plasticidad fenológica, adaptándose a distintos microclimas y altitudes del país.
Así, mediante un manejo técnico avanzado (riego, poda, nutrición y control climático), los productores peruanos logran cosechas continuas y predecibles, garantizando abastecimiento durante las 52 semanas del año.

El valor de la continuidad: ventaja frente a Chile y Sudáfrica
La capacidad de ofrecer arándanos frescos todo el año otorga al Perú una ventaja estructural frente a competidores como Chile, Argentina y Sudáfrica.
Las cadenas internacionales de supermercados, que operan bajo el modelo just-in-time, priorizan a proveedores con suministro constante, lo que permite al Perú negociar contratos anuales y obtener precios premium en los meses de baja oferta global.
Además, esta estabilidad productiva reduce costos logísticos, asegura mejor calidad de fruta en anaqueles y fortalece la reputación del país como un proveedor confiable y tecnológicamente avanzado.
Innovación y resiliencia ante el cambio climático
La diversificación genética también actúa como escudo frente al cambio climático. Con más de 60 variedades adaptadas a distintas condiciones, el país logra mitigar el impacto de fenómenos como El Niño y La Niña, garantizando volúmenes estables incluso en campañas adversas.

El IBO Report 2024 proyecta que esta estrategia consolidará al Perú como líder mundial de la expansión productiva en 2025, siempre que se acompañe de mejoras en infraestructura portuaria, investigación genética y facilitación aduanera.
Del campo a la clase media rural: el impacto humano del arándano
Más allá de las cifras récord, la industria del arándano peruano está transformando las comunidades rurales.
La demanda de mano de obra especializada en riego tecnificado, control de calidad y certificaciones internacionales está impulsando la formación técnica y profesional en el campo, reduciendo la migración rural y elevando el nivel de vida de miles de familias.

En esta nueva era, el Perú no solo exporta fruta: cultiva conocimiento, innovación y una nueva clase media rural.