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La Libertad: sombras del trabajo infantil

Aunque el Perú, para 2030, tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de desarrollo para la niñez, el delito afecta a más de 100 mil niños en la región y ha marcado la vida de quienes ahora son adultos mayores.

La casa ahora entra en quietud, las habitaciones están vacías, las conversaciones, los gritos y las risas se esfumaron, solo se escuchan los pequeños pasos que ella da, casi a rastras. Carga en sus brazos un balde con agua para regar las plantas que cuida meticulosamente: todos los días las riega, les coloca abono y acaricia sus hojas.

Sin embargo, Marcela (nombre para proteger su identidad) ignora que detrás del muro que aísla su casa del resto del vecindario hay un árbol cuyas hojas hace tiempo lo han abandonado, las ramas desnudas que antes sostenían todo su esplendor se asemejan a los fragmentos de su memoria: frágiles y expuestos. Pero hay algunas que se resisten a desprenderse, los de su infancia marcada por la violencia.

La mayoría de las veces, son los momentos más dolorosos los primeros en desaparecer, como si la vida fuera un árbol que quiere aliviar la carga de las ramas del infortunio. Sin embargo, en la memoria de Marcela, estas se niegan a caer, no por voluntad propia, muy por el contrario, ella las cuida y lo asimila como su ahora. La psicología denomina este proceso como reminiscencia: un recurso de los adultos mayores para afrontar la crisis de identidad.

Reminiscencia: hojas que nunca cayeron

“Mi mamá me dijo que íbamos a visitar a mi hermana, viajamos de mi casa en Julcán (sierra de La Libertad) hasta Trujillo. Tenía 5 años. Llegamos y nos recibió una señora, con tres muchachitos, bebés todavía. Era mi hermana, pero solo de parte de mi mamá.

Estuvimos una semana en casa de mi hermana. Uno de esos días, mi mamá me dijo que vaya al corral y traiga un pañal, cuando volví ella se había ido. Corrí tras el carro que la llevaba, pero yo era muy chiquita y ya no la vi hasta que tuve 15 años”.

En 2021, le diagnostican Alzheimer (enfermedad degenerativa que afecta a 200 mil adultos mayores, según el Ministerio de Salud). Ya había tenido algunos comportamientos que asomaban como síntomas; sin embargo, con la muerte de su esposo, los signos se hicieron más evidentes.

Lo peculiar de su caso es que no recuerda eventos recientes; incluso, confunde nombres o rostros, pero tiene muy presente su infancia y todo lo que sufrió.

Según un estudio realizado por la OMS, en 28 países de diversas regiones, una de cada seis personas de 60 años o más (el 15,7% de este grupo de edad) sufrieron alguna forma de maltrato. Imagen generada con IA para evitar la revictimización.

“Quedé al cuidado de los niños de mi hermana, ella me hacía lavar, cocinar, barrer, limpiar, lavar los pañales y más”. Si no obedecía los episodios de violencia eran propios de una tortura. “Yo limpiaba desde las tres de la mañana y lloraba todas las noches hasta quedar dormida”.

“Una vez quise irme, me levanté a las tres de la mañana y junté mi ropa. Salí a la puerta y vi para la calle, no tuve el valor, no tenía a nadie, ¿a dónde me iba a ir? Mi mamá no me visitaba, mi papá vino una vez para ver unos papeles y se fue. Nunca volví a mi casa en Julcán”.

Ramas al descubierto

En la década de 1960, cuando Marcela era una niña de 10 años, la niñez se mostraba desde una perspectiva idealizada, enfocándose en la inocencia y la alegría. Sin embargo, el trabajo infantil y las situaciones de explotación eran temas menos explorados o, incluso, normalizados en algunas narrativas.

La explotación laboral doméstica de menores, especialmente de niñas, era una práctica común y aceptada socialmente, sobre todo en zonas urbanas.

La representación del trabajo doméstico en el cine reflejaba las normas sociales de la época, donde la presencia de niñas como empleadas domésticas, se mostraba como algo totalmente normalizado. Por ejemplo, en películas como «La perla» (1947, México), se muestra lo habitual que era que niñas pobres fueran enviadas a hogares más acomodados como empleadas domésticas.

En el cine argentino, títulos como «Los isleros» (1951) y «El cura gaucho» (1941), también muestran la realidad de las niñas loque trabajaban como niñeras o encargadas de labores domésticas en áreas rurales. Asimismo, en «Viridiana» (1961, España) de Luis Buñuel, se representa el sometimiento de niñas y mujeres jóvenes a roles domésticos serviles en hogares de clases privilegiadas.

En Perú, no hay películas que aborden directamente la explotación de niñas en labores domésticas, especialmente en el contexto de los años 1940-1960. A lo largo de estos años, la historiografía sobre la infancia era limitada, incluso, la historiadora María Emma Mannarelli afirmó, en 2014, que no existía historia de la infancia en el Perú y esto se debe principalmente a la falta de interés.

En Trujillo, no hay un censo de adultos mayores que viven en la calle. Fotografía: Danitza Palma.

Las investigaciones sobre los derechos de los niños, especialmente en relación con el trabajo infantil, comenzaron a desarrollarse con mayor profundidad a partir de la década de 1980.

Durante las décadas de 1940 a 1960, los derechos de los niños, particularmente en lo relacionado con la educación y el trabajo infantil, fueron gravemente vulnerados debido a condiciones estructurales de pobreza y falta de políticas efectivas.

Apenas se contaban con 20 normas destinadas a la protección infantil, mientras que en la actualidad este número supera las 120, lo cual refleja un avance significativo en términos legales. Sin embargo, como señala el abogado Ernesto Palma, “el trabajo infantil, más que una vulneración legal, es un ataque directo a los derechos fundamentales de los niños, como: la educación, la salud, la recreación y la protección, derechos que deberían ser el pilar de cualquier sociedad que aspire a garantizar el bienestar de su niñez”.

Del mismo modo, la representante del área de niñez y adolescencia de la Gerencia de Desarrollo Social, Azucena Corcuera, menciona que “los menores que trabajan pierden derechos fundamentales como el juego, la recreación y una infancia libre de preocupaciones constantes. Estas carencias tienen un impacto profundo en su desarrollo emocional y psicológico, lo que puede derivar en problemas mentales durante la adultez”.

Hojas sin color: derechos negados

A pesar de los esfuerzos en protección legal, como la Ley de Educación de 1941 y el Código de Menores de 1962, que buscaban ampliar el acceso a la educación primaria y proteger a los niños, los avances fueron insuficientes para erradicar estas problemáticas.

Por ejemplo: Marcela, quien a los 17 años pisó por primera vez un aula de clase, en colegio José Carlos Mariátegui, en Trujillo, es un claro ejemplo de cómo el acceso a la educación era limitado para muchos niños, especialmente en contextos de extrema pobreza.

Además, la falta de atención médica y psicológica acentuaba las heridas físicas y emocionales de los menores. Las golpizas y abusos, en lugar de ser tratados como situaciones graves, eran vistos como parte de su «obligación» dentro de sus roles impuestos por su familia.

Iniciaron desde niñas: un buen porcentaje de mujeres adultas que trabajan en las calles de Trujillo provienen de la sierra. Fotografía: Danitza Palma.

“El que obligue a un menor de 14 años, con quien tiene un grado de consanguinidad, aprovechándose de la confianza, vulnerabilidad y dependencia, a realizar un trabajo o prestar un servicio, podría recibir una condena de entre 15 a 20 años de privación de la libertad”, explica John Oré Juárez, presidente del Colegiado en casos de violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar de la Corte de Justicia del Callao.

El delito de trabajo forzoso está tipificado en el artículo 129-O del Código Penal. “El trabajo es un contrato entre las partes y existe, además, una remuneración por tiempo determinado. En tanto que, el trabajo forzoso anula la voluntad del sujeto pasivo”, explica el magistrado.

Sin embargo, aunque el marco legal que protege a los menores de edad contra el trabajo infantil es más sólido, su aplicación efectiva sigue siendo un reto. La lucha contra este delito requiere un esfuerzo conjunto entre el Estado, las familias y la ciudadanía para garantizar que los niños no solo sean protegidos, sino que puedan crecer en ambientes seguros, saludables y llenos de oportunidades para su desarrollo.

El eco de las hojas caídas

Según Rebeca Diego Pedro, doctora en Psicología, «la familia es el entorno primario de la socialización. En su mayoría, los niños y niñas que trabajan lo hacen lejos de su hogar, donde carecen de una cobertura a las necesidades básicas de la infancia».

«Al asumir responsabilidades que no le corresponden, el niño deja de ser visto como tal. Esta alteración afecta profundamente el vínculo entre padres e hijos, que a largo plazo puede generar un distanciamiento emocional y una ruptura en la comunicación que afecta el bienestar de la familia en su conjunto«.

Yolanda (nombre para proteger su identidad), hija de Marcela, cuenta que, de niños, ella y sus hermanos no solían tener mucha cercanía con la familia de su madre. Solo visitaban Pampán (Julcán) en contadas ocasiones y participaban en pocas reuniones familiares.

Marcela era algo reacia a compartir tiempo con sus hermanos, pues sentía que no los conocía. Había sido separada de su familia y llevada a otro lugar, por lo que muchas de las anécdotas que se contaban entre risas en esas reuniones le resultaban ajenas, y ella simplemente permanecía en silencio.

Del mismo modo, el psicólogo y experto en trabajo infantil, Philippe Bourgois menciona que “Los niños que crecen en situaciones de abuso o trabajo infantil, cuando llegan a la adultez, tienden a repetir los patrones de comportamiento violentos o de sumisión que vivieron en su infancia, perpetuando así el ciclo de abuso”. Este ciclo se reflejó en la vida de su hija.

Yolanda creció en un ambiente machista, aunque sus padres le proveían lo básico, como la tercera de cinco hijos y única mujer, le tocó aprender a cocinar, planchar, trapear y hacer las labores de la casa desde los 7 años, además de atender a sus hermanos. La golpeaban si no obedecía o pedía que también ayudarán sus hermanos. Nadie iba en su defensa, ni siquiera su madre, quien pasó por lo mismo.

La salida de Yolanda para ese tipo de vida fue casarse y entender, por si sola, que lo que estaba viviendo no era bueno. Así como su madre, también pensó en irse de casa y lloraba hasta quedarse dormida, pero a diferencia de su progenitora, pudo cerrar ese círculo.

Raíces truncadas: perspectiva actual

El trabajo infantil en la región de La Libertad es un problema muy significativo. Según estimaciones de la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) , entre 100,000 y 150,000 menores laboran en esta región. Según la Gerencia Regional de Trabajo, entre 2023 y 2024, “se redujo en un 15% el índice de niños y niñas que realizan trabajo infantil en la región”,

Azucena Corcuera comenta que “existen muchas dificultades al tratar la problemática social del trabajo infantil, la cual es compleja y tiene múltiples causas, siendo la pobreza una de las principales”.

Detalla, además, que “un tema de especial preocupación es el aumento del trabajo infantil en las minas (en las provincias de Sánchez Carrión y Patas), donde los niños son empleados debido a su contextura delgada, lo que les permite ingresar a los socavones, o porque se les paga menos”. Detrás del delito están las mafias de la minería ilegal.

Abordar esta situación resulta particularmente difícil porque “muchas minas prohíben el ingreso de supervisores laborales y, en algunos casos, reaccionan de manera violenta, llegando a utilizar armas de fuego para ahuyentarlos”, explica. En el siguiente podcats, la entrevista completa.

Además, la falta de estudios recientes sobre el tema y la confusión respecto a qué constituye realmente trabajo infantil dificultan el desarrollo de políticas efectivas. En 2015, un estudio indicó que el 28.7% de los niños en la región La Libertad estaba en situación de trabajo infantil, cifra que aumentó al 45% en 2021, lo que refleja no solo el crecimiento del problema, sino la urgencia de clarificar las situaciones de explotación laboral y mejorar las políticas para abordar esta realidad.

El peor pesticida: la trata de personas

La trata de personas es el peor cuadrante del trabajo forzado. Son las 8 de la noche del 23 de septiembre de 2024 y, por única vez en el año, policías, fiscales y representantes de la sociedad civil hacen un plantón en la nueva zona rosa de Trujillo, en la intersección de las avenidas Tupac Amaru y Salvador Lara, en donde, todas las noches, la trata de personas evidencia como víctimas de la explotación sexual a peruanos y extranjeros, menores y adultos. Irónicamente, a tres cuadras se ubican tres divisiones policiales: la USE, el Escuadrón Verde y la Comisaría de la Familia.

“Nuestros conciudadanos son trasladados a la sierra, hoy en día, a las zonas mineras en donde está proliferando la trata de personas”, explica María Horna, titular de la Fiscalía Especializada en Trata de Personas.

La Dirección de Políticas sobre Niñas, Niños y Adolescentes, explica que «la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes no tienen un marco jurídico específico; sin embargo existen delitos conexos a esta problemática, tipificados en el Código Penal como: Favorecimiento a la Prostitución (Art. 179 C.P), Usuario Cliente (Art. 179-A C.P), Rufianismo (Art. 180 C.P), Proxenetismo (Art. 181 C.P), Turismo sexual infantil (Art. 181-A C.P), Publicación en los medios de comunicación sobre delitos de libertad sexual a menores (182-A C.P), Pornografía Infantil (Art. 183-A C.P), Proposiciones sexuales a niñas, niños y adolescentes (Art. 183-B C.P)».

El problema va mal de en peor. En 2013, la Defensoría del Pueblo citó un estudio de Unicef para explicar que casi 2,5 millones de personas a nivel mundial están sometidas a trabajos forzosos como resultado de la trata, y entre el 22% y el 50% son niños y niñas.

En el Perú, datos obtenidos del Sistema de Registro y Estadística del Delito de Trata de Personas y Afines (RETA) revelan que al mes de abril de 2012, se habían registrado 763 víctimas de trata menores de edad, de las cuales 91% son niñas y adolescentes mujeres”.

Trata de personas: según el MP, el 50% de personas desaparecidas, en La Libertad, son menores. Fotografía: Jorge Clavijo.

En 2024, según el «Informe sobre la trata de personas 2024 – Perú”, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) “asistió a 111 niños víctimas en 2023, de los cuales 76 eran niñas explotadas sexualmente, 27 niñas y tres niños explotados laboralmente, y dos niñas y tres niños víctimas de formas no especificadas de trata. Setenta y seis víctimas eran peruanas y 35 eran de otros países (30 venezolanas, dos bolivianas, dos ecuatorianas y una colombiana)».

Detalla, además, que «los fiscales especializados informaron de la apertura de investigaciones en 1275 casos en 2023: 590 por presunta trata sexual, 519 por presunta trata laboral y 166 por formas no especificadas de trata. En comparación, los fiscales especializados informaron de la apertura de 813 investigaciones en 2022: 298 por presunta trata sexual, 194 por presunta trata laboral y 321 por formas no especificadas de trata».

En febrero de 2024, seis niños que fueron secuestrados con fines de trata por la organización criminal internacional Los Gallegos del Tren de Aragua, fueron rescatados en una vivienda del distrito Trujillano de Florencia de Mora. Como informó BuenaPepa, agentes policiales siguieron el rastro de los hampones desde Chimbote.

En el mismo mes, el Tercer Juzgado de Investigación Preparatoria del Santa dictó prisión preventiva para 8 implicados por los delitos de trata de personas, secuestro y tenencia ilegal de armas de fuego.

Sembrar esperanza

La Política Nacional Multisectorial para las Niñas, Niños y Adolescentes al 2030 – PNMNNA, que tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de desarrollo para la niñez, proyecta que la violencia sexual en adolescentes de 12 a 17 años se disminuirá a 17.73%.  

El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) también ha lanzado la campaña «Construyamos Juntos un Perú Sin Trabajo Infantil», con el objetivo de invitar a la ciudadanía a denunciar casos a través de una línea gratuita, además de fortalecer la capacitación y coordinación entre los gobiernos locales para implementar modelos de detección y erradicación.

En Trujillo, se llevan a cabo campañas de sensibilización, especialmente en el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil (12 de junio), con actividades dirigidas tanto a niños como a padres. Estas intervenciones buscan concientizar sobre las graves consecuencias del trabajo infantil, particularmente en el desarrollo emocional y psicológico de los niños.

Actualmente, se trabaja en el Plan Operativo 2025, que incluirá más actividades de atención y concientización sobre el trabajo infantil, con la participación de los niños y sus familias, y en colaboración con diversas entidades regionales para seguir fortaleciendo la lucha contra esta problemática.

Según Sistema de Gestión Fiscal del Ministerio Público, entre 2018 y  2022 se registraron más de 29, 400 denuncias por trata de personas, la mayoría, menores de edad. Fotografía: Jorge Clavijo.

Cualquier ciudadano puede denunciar el trabajo infantil en la línea gratuita 1819 del MTPE. Respecto a la trata de personas, la víctima, familiares, amigos o terceras personas pueden denunciar de manera anónima a través de la Línea 1818 a nivel nacional, o través del formulario online del Ministerio Público.

Sombras

Sin embargo, ¿qué pasó con los niños que sufrieron de abuso laboral en la época de Marcela? ¿Dónde está el Estado para ellos? ¿A quién pueden acudir?

En el Perú, un gran número de adultos mayores trabajaron cuando eran niños debido a las condiciones económicas, culturales y sociales que caracterizaron gran parte del siglo XX. Aunque no existen cifras exactas que indiquen cuántos adultos mayores trabajaron en su infancia, se estima que un 28% de los niños peruanos entre 6 y 14 años estaban involucrados en algún tipo de trabajo infantil.

Un problema a largo plazo: los adultos mayores que empezaron como víctimas de la explotación infantil, están en el cuadrante de la economía de subsistencia. Fotografía: Danitza Palma.

Y para muchos adultos mayores, el Estado aún les da la espalda, ignorando las huellas profundas que dejaron los años de trabajo durante su infancia.

Sin embargo, existen alternativas como el Centro de Apoyo al Adulto Mayor (CAM), que ofrece actividades recreativas, físicas y emocionales para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, el alcance de estos programas es limitado. Con un promedio de entre 600 y 750 personas activas, muchos quedan fuera del sistema, especialmente aquellos en situación de calle o sin el apoyo de sus familias.

«Estos adultos mayores, que han enfrentado el sacrificio durante toda su vida, siguen cargando con las cicatrices de una infancia marcada por la explotación, y muchas veces su vejez se convierte en una etapa donde la dignidad parece inalcanzable», explica la socióloga Clotilde Carrasco, responsable del CAM. En el siguiente podcast, la entrevista completa.

Senescencia

En la mente de Marcela, los rostros, las voces y los ecos de un pasado de lucha no se desvanecen. Y aunque el árbol ha perdido ya muchas hojas de su vida, esto solo ha permitido que su alma quede al desnudo y deje en el aire los susurros de una historia que existe en sus recuerdos.

Y allí se la ve, aún congelada en el tiempo que le dicta su memoria, donde aún tiene niños que cuidar, que dar de comer, que llevar a la escuela, que reprender si no obedecen: es lo último lo único que recibió y puso en práctica, porque solo fue una niña criando a una niña que no conoce, aunque sea ella misma.

Limpia y cocina porque es lo único que aprendió. Se sienta en su desgastado sillón y espera que, en algún momento, lleguen los niños que ella cuida, pero ¿Quién cuidó de ella?

Mientras el problema de la explotación infantil exista y las cicatrices sigan abiertas en quienes lo sufrieron, la respuesta flotará en el aire como la poesía de Lydda Franco (San Luis, 1943) quien sentenció:

«A esta hora
serás la muchacha ejemplar y enamorada
a quien engañan y maltratan
todos los hijos de (….) de la tierra
lo cual no tiene la menor importancia
ellos siempre regresan
compungidos
a tus faldas
solícitos
con la cara lavada
con la excusa de siempre
con la eterna cantata
yo te perdono
yo te prometo
yo te lo juro
mi ego te besa
al final de la escena
hasta el perro es feliz».

Reportaje: Danitza Palma Sánchez / Colaboración: Jorge Clavijo Correa