InicioFruta frescaFrutero CulturalJavier Núñez, escritor argentino: “Hay que ejercer resistencia porque las ferias son...

Javier Núñez, escritor argentino: “Hay que ejercer resistencia porque las ferias son importantes, se tienen que seguir haciendo»

Ganador del Premio Casa de las Américas, el autor de "Hija de nadie" es uno de los invitados estelares de la Feria Internacional del Libro de La Libertad.

Javier Núñez, argentino, 49 años, camiseta básica, blazer con coderas, almorzó cabrito; camina cargando una mochila por la plazuela El Recreo, sede de la Feria Internacional del Libro de La Libertad.

Ganador del Premio Casa de las Américas por una historia que cuenta el fin del mundo, no tiene pelos en la cabeza, pero sí barba, viste un jean ceñido y unos zapatos para caminar selvas y subir montañas.

Lleva casi 24 horas en Trujillo y aún no la ha recorrido, pero le gusta lo poco que ha visto: la impronta de una ciudad colonial. Es uno de los escritores estelares del evento cultural que empezó el jueves 29 de mayo y se extenderá hasta el 9 de junio.

De pronto, ese anonimato que lo envuelve se rompe cuando dos mujeres se detienen frente a él y le agradecen —como agradecen las mujeres mayores— por haber venido a Trujillo, una ciudad que necesita de buenas noticias y de personajes ilustres.

«Me parece interesante el interés que se palpa en la gente por la cultura, por una fiesta como esta  (feria del libro)», valora sentado cerca de la fuente central de la plazuela El Recreo.

Libros y aguante cultural

—Organizar una feria del libro es librar una guerra. Esta edición (de la feria de La Libertad) ha enfrentado muchas batallas, empezando por el desalojo de la plaza mayor, el lugar idóneo para un evento como este.
—Sí, al parecer, se ha dado en esos términos. Justo hoy decía eso: «Hay batallas que hay que darlas igual». Y esta es una de esas. Me gustó mucho una palabra que usaron hoy durante la ceremonia de inauguración: resistencia. Y frente a este tipo de situaciones —trabas—, hay que organizar y ejercer resistencia porque las ferias son importantes, se tienen que sostener, se tienen que seguir haciendo.

Javier Núñez. Feria del libro de La LIbertad.

—En la ceremonia de inauguración, ponderabas la condición de que esta feria sea en el interior del Perú. Casi siempre, las capitales son las beneficiadas con estos espacios. Tú vienes del interior de Argentina (Rosario). ¿Cuál es tu reflexión?
—Sí, creo que es un fenómeno que se replica en Latinoamérica. Los centros políticos, económicos y culturales, generalmente, están afincados en las grandes capitales y eso hace que las producciones culturales del interior encuentren resistencia. En Argentina, el 95 % de la producción editorial está concentrada en Buenos Aires, cuando somos un país muchísimo más grande. Pero, lamentablemente, todo lo que se produce en los márgenes encuentra dificultades para la difusión y circulación. Entiendo, que esa situación se replica aquí.

Esta realidad configura esa dicotomía del escritor de la capital y el escritor del interior, de provincia. ¿Cómo es la realidad en tu país?
—Es igual, pero, también, encontramos voces contradictorias. Es decir, hay quienes sostienen que es una dicotomía superada porque, a lo largo del tiempo, han trascendido un montón de autores que no son de Buenos Aires. Yo sostengo que, en la generación contemporánea, hay muchos escritores que no nacieron en la capital, pero todos se han ido a vivir allá o han publicado en editoriales de allá, por lo cual el fenómeno continúa, es decir, para que se produzca ese espacio de consagración —por llamarlo de algún modo—, tienen que trasladarse, ellos o su obra, hacia Buenos Aires. A mí lo que me interesa es encontrar países donde se genere un federalismo real. Es decir, que exista una circulación que no sea de la capital hacia el interior ni tampoco de lugares particulares hacia la capital; sino que se generen circulaciones internas entre Rosario y Córdoba, entre Rosario y Mendoza… Estos ejemplos, se pueden trasladar a las zonas del Perú que correspondan.

Pregúntele a los poetas

—¿Tu experiencia en la literatura solo se circunscribe al cuento y a la novela? ¿Qué otras especies están pendientes?
—Durante bastante tiempo, escribí contratapas en el diario Página 12, en la sección local de Rosario, que es Rosario 12. Eran unos textos que cruzaban el ensayo y la reflexión. Trataba de alejarme de la agenda.

¿Poesía?
—No, poesía, no.

—Estás en Trujillo, La Libertad, un territorio de poesía.
—Siempre suelo hacer el comentario de que le tengo mucho respeto a la poesía y por eso no la intento.

Justo hoy decía eso: «Hay batallas que hay que darlas igual». Y esta es una de esas. Me gustó mucho una palabra que usaron hoy durante la ceremonia de inauguración: resistencia

Muchos narradores dicen que la poesía es un alimento que fortalece su literatura. ¿Lo ves así?
—Sí, yo creo que sí. Y, también, me parece que tiene mucho que ver con las particularidades de cada autor. Hay narradores de una búsqueda poética muy fuerte dentro de su obra narrativa y, entonces, se alimentan más de la poesía. Hay otros que no, que la búsqueda pasa más por una cuestión de historias y de otro tipo de cuestiones. Me parece que toda literatura establece esas retroalimentaciones. Un amigo siempre comenta que este tipo de preguntas se las hacen a los narradores y nunca a los poetas. A mí me gusta leer poesía y encontrar esa especie de iluminación en una frase o en una palabra que alimente mi trabajo.

—Narrativa para poetas, entonces.
—En sus talleres de crónicas, Leila Guerriero manda a leer ficción a los periodistas. Me parece que eso es fundamental, no quedarse encasillado, sino buscar la posibilidad de entrecruzamiento de géneros.

Javier Núñez: talleres y el oficio de escribir

—El escritor nace y se hace. Desde tu experiencia como conductor de talleres literarios, ¿cuánto porcentaje representa lo innato y cuánto el aprendizaje del oficio?
—Me cuesta improvisar una respuesta. Quizás podría pensarla y tratar de encontrar o establecer algo, pero así en el momento no se me ocurre si hay un porcentaje. De lo que estoy convencido es de que uno tiene algo con lo que nace, pero se hace escritor en el camino. Ser escritor requiere un proceso, trabajo, tiempo; pero al mismo tiempo hay algo que se trae de antemano. Aunque yo doy talleres literarios, creo que no se puede enseñar a escribir; lo que se puede hacer es acompañar un camino, pero ya tiene que haber una especie de vocación, algo interno que esté muy afirmado.

«Años después del cataclismo final, un contrabandista que se dedica a traficar objetos entre las ciudades en ruinas recibe el encargo de escoltar a una  enigmática adolescente a través de una desolada geografía en la que imperan la deshumanización y la violencia. Pero esa huida no será más que el comienzo de una travesía signada al mismo tiempo por el horror y la esperanza»: reseña de Hija de nadie. Fuente: Universidad Veracruzana.

—Entonces, ¿qué se aprende o se desaprende en un taller?
—Deberían desaprender o despegarse de la sensación de que  no va a encontrar la chispa interior. La chispa interior la tiene que traer. Lo que sí va a encontrar son mecanismos, formas de análisis del texto ajeno para incorporarlo en el trabajo propio, formas de estimular la producción cuando no se sabe por dónde ir, formas de buscar cuáles son los temas que lo movilizan y sobre lo que quiere escribir.

—Y también personas que comparten sus mismos intereses y que son una fuente inagotable de aprendizaje, ¿no?
—De los talleres, una de las cosas que me gusta es que se genera una especie de comunidad, que es absolutamente horizontal, porque si bien yo coordino el taller, los lazos y los vínculos que se dan en el debate pasa por la horizontalidad. Somos todos autores que estamos tratando de discutir las mejores posibilidades de un texto.

Vargas Llosa decía que creamos ficciones porque estamos insatisfechos del mundo que nos tocó. ¿Por qué crees que escribimos? ¿Por qué crees que se hacen las ficciones?
—Sí, conozco esa reflexión y me la apropio un montón. Siento que tiene que haber siempre incomodidad en nuestro mundo para acercarnos a la escritura. Tiene que haber una especie de rajadura en nuestro sentido de la realidad, que nos abra esa grieta, que nos empuje. Y al mismo tiempo, y esto quizás como lector, siento y considero que la literatura es siempre una especie de vínculo para entendernos y descifrarnos a nosotros en relación con el mundo. A mí me gusta pensar la literatura o los libros como una especie de conversación infinita. Como lector siento que he estado conversando con los autores durante años y ahora como autor trato de sostener y aportar mis palabras a esa conversación que continúa.

—El peruano Bryce Echenique sostenía que él escribía para que lo quieran más; otros refieren a la transcendencia o la catarsis. ¿Por qué escribe, Javier?
—Yo encontré en la literatura un lugar donde conversar en intimidad con otras personas y lo que escribo es para continuar esa conversación.

—El escritor y humorista peruano Sofocleto decía: “Escribo para que nadie me interrumpa”.
—Ja, ja. Claro. Está buena.

César Clavijo Arraiza
César Clavijo Arraiza
Nació en un desierto frente al mar, donde solo crecen árboles de algarrobos. Dice que le gustan todas las frutas, pero en los últimos meses se ha decantado por el pepino, de origen andino; pero con una mala fama: se cree que si se consume después de beber licor puede causar la muerte. Periodista, escritor, docente, padre y esposo. Es torpe con la pelota, pero ama jugar fútbol. En el 2018 publicó "Tercera persona"; en el 2023, "No todo se queda en la cancha". Terminó un doctorado en comunicaciones.