Chabuca Granda, una de las figuras centrales de la música peruana, nació el 3 de septiembre de 1920 en una familia aristocrática de Cotabambas (Apurímac). Desde joven mostró un talento excepcional para la música poética.
En la década de 1950, sus primeras obras evocaban una Lima llena de nostalgia, donde la aristocracia y las tradiciones criollas eran protagonistas. Sin embargo, a medida que el país enfrentaba cambios políticos, su música comenzó a transformarse.
Conozcamos su legado a través de sus canciones y su impacto en la actualidad.
Lima provinciana
Durante los años sesenta, Chabuca Granda se dio cuenta de que su visión de Lima no era suficiente para capturar la diversidad nacional. Este período marcó un cambio significativo en su obra, ya que comenzó a explorar temas como los andes y el Perú.
En lugar de centrarse, únicamente, en la élite limeña, empezó a incorporar elementos de la cultura popular y las tradiciones de las provincias, lo que la hizo más accesible a un público más amplio. Este giro, la llevó a conectar con las aspiraciones de las clases menos favorecidas.
Fruto de este sentir, nacen canciones como Paso de vencedores —donde se celebra a los campesinos y su lucha agraria— y La niña de la flor que refleja un sentido de nostalgia por la vida local mediante melodías autóctonas de las regiones de la sierra.
A medida que su carrera avanzaba, Chabuca se interesó por la música afroperuana, un género que había sido históricamente marginado. En esta etapa, comenzó a colaborar con músicos de estas comunidades, lo que le permitió explorar ritmos como el festejo y el landó. Este compromiso se convirtió en un símbolo de inclusión y respeto que priorizó en sus composiciones.
Por ello, abordó temas como la injusticia, la desigualdad y el sufrimiento de las clases trabajadoras. Aunque nunca se alineó formalmente con un movimiento político, su música siempre sostuvo un mensaje de abrazar la diversidad intercultural del Perú.
En su primera faceta aristocrática, trabaja en valses criollos como José Antonio y la compañía legendaria de Óscar Avilés y su primera guitarra. Seguidamente, respalda, brevemente, la reforma campesina liderada por Velasco Alvarado. Deja los valses para dar paso a ritmos del bossa nova. Lucho González, célebre guitarrista, se vuelve su socio creativo.
Javier Heraud y Violeta Parra
A través de sus canciones, honraba a figuras valiosas para ella y para la cultura latinoamericana. De esta cualidad, se destaca su relación con Javier Heraud, un joven poeta peruano cuya vida fue truncada por la violencia política. Granda dedicó una serie de letras que evocan no solo la memoria de Heraud, sino un llamado a la resistencia.
Ella se refirió al poeta de la siguiente forma:
Joven ausente: firmemente creo que todos te asesinamos en ese domingo crudelísimo, ese 15 de mayo de 1963, en aquella cacería desalmada que se desató en Puerto Maldonado. (Granda, 1979, p. 25).
En El fusil del poeta es una rosa, hay referencias a la naturaleza como «con un fusil hecho de cualquier cosa, / quizás de arroz, quién sabe de una rosa» —que exhibe una aliteración que reafirma esta naturaleza.
Así mismo, en Las flores buenas de Javier, donde cuestiona el deceso: «la muerte que le dimos»: «Óyeme, hermano, / contesta hasta mi sombra… / ¿Qué piensas de la muerte / que te dimos y el frío?»
Chabuca también se sintió profundamente afectada por la muerte de Violeta Parra, icónica folclorista chilena. Parra, al igual que Granda, utilizaba la música como un vehículo para reflejar los altibajos a los grupos vulnerables.
A Parra le dedica Sonreía:
En tus ya muertos paisajes
creó mi garza, cañada, encina, pluma,
ya no los recuerdo casi,
solo sé que eran muy bellos.
Ella comprendía que la música era capaz de trascender fronteras y unir en dolor y celebración, por lo que en sus letras se pueden sentir las resonancias de la obra de Parra, a la vez que se manifiesta su propio dolor por la pérdida de un alma afín.
En particular, su acercamiento a la obra de Heraud desplegaba un diálogo entre la poesía y la música, convirtiendo sus versos en melodías que se sentían como un abrazo a la lucha.
Su conexión con artistas como Javier Heraud y Violeta Parra continúa viva a través de su amplio repertorio. Así, su obra se convierte en un puente entre generaciones, recordándonos que el arte siempre encuentra la manera de hablar cuando las palabras a menudo fallan.
El árbol de la canela
Pocos saben de un episodio particular que revela su lado activista y su determinación por cuidar el medio ambiente.
En la década de 1970, mientras Chabuca caminaba por las calles de Miraflores, notó que un hermoso cedro ubicado en la avenida 28 de Julio iba a ser talado. Sin dudarlo, se plantó frente al árbol y se negó a dejarlo caer, conmoviendo a los vecinos con su acción.
En 1980, Chabuca le dedicó un poema al cedro que había defendido. En sus versos, se refleja la soledad del árbol y la suya. De esta manera, se crea un lazo emocional entre ambos.
Sombra tras sombra
dormido fronda
Detrás del verde se esconde
y entre el silencio
algún desgano le agita
la copa joven
todo se ha muerto conmigo
nada es conforme
En 2020, a cien años de su nacimiento, la Municipalidad de Miraflores develó una placa en el árbol en su honor. Su historia demuestra que la música puede ser un vehículo para expresar el amor por la naturaleza.
Más allá de Lima
Chabuca Granda ha trascendido más allá de las fronteras peruanas. Varios países han rendido homenaje a su legado a través de manifestaciones artísticas como murales, avenidas, museos y monumentos.
En 1994, una plaza del distrito de Hortaleza en Madrid (España) recibió el nombre de Chabuca Granda en su honor. En Recoleta, Buenos Aires (Argentina), existe el Paseo Chabuca, inaugurado el 1 de septiembre de 1994, que el municipio bautizó en agradecimiento por la canción Argentina agredida que Granda compuso durante la Guerra de las Malvinas.
En la comuna de Conchalí, Santiago de Chile, se encuentra una plaza que lleva el nombre de Chabuca Granda. Además, existe una réplica del monumento ubicado en Barranco (Lima), en dicha plaza de la capital chilena.
Como vemos, la música siempre fue el refugio de Chabuca durante sus momentos más difíciles. Componía en casa, especialmente por las noches, para evitar ruidos que pudieran distraerla.
A pesar de su fama, ella mantenía una vida hogareña donde la música era parte esencial de su rutina. Sus canciones a menudo reflejaban sus vivencias y muchas de ellas fueron inspiradas por su familia como Gracia, dedicada a su madre y Fina estampa, que homenajea a su padre.
No olvidemos a Chabuca. Ella seguirá derramando lisura en todos los tiempos.
Escribe: Johan Fiestas Chunga.
Fuentes
Romero, R. (2015). Música y poder: aristocracia y revolución en la obra de Chabuca Granda. Música popular y sociedad en el Perú contemporáneo, 100-129. https://www.academia.edu/download/51063547/MPP_Art_Raul_Romero.pdf
Ministerio de Cultura. (2020). Llego rasgando cielos, luz y vientos: Vida y obra de Chabuca Granda. Cultura.gob.pe. https://n9.cl/8erd8
Noriega, J. (2020). Chabuca Granda: la historia del árbol que salvó y al que le dedicó un poema. El Comercio Perú. https://n9.cl/bxt8ne
Rodriguez, M. (2020). Chabuca Granda: la compositora peruana más universal. Municipalidad Distrital de Miraflores. https://www.miraflores.gob.pe/chabuca-granda-la-compositora-peruana-mas-universal/