Un joven de pelo cortito, pantalón entallado, zapatos de vestir y polo manga larga come un postre sentado en una banca.🍮. Esta escena no tendría nada de malo si es que a tres pasos de él no existiera un montículo de basura. Al joven, quien aprovecha su momento de refrigerio, le cuelga del cuello un fotocheck que lo identifica como empleado de uno de los negocios cercanos. No tendría nada de malo esta escena si no fuera porque los establecimientos alrededor se dedican al cuidado de la salud.
Son las doce y siete minutos de la tarde del martes 18 de octubre. El joven está comiendo en el parque La Paz del Barrio Médico, el lugar de Trujillo que aglutina la mayor oferta de servicios para curar enfermedades, y, se presume, debería ser el espacio más limpio de la ciudad. Sin embargo, clínicas, laboratorios, farmacias, consultorios, centros de rehabilitación, entre otros, atienden frente a la basura.
Desperdicios por doquier, todos los tachos recolectores rotos e inservibles, restos de comidas en estado de descomposición, áreas verdes sin mantenimiento deforman este significativo y funcional espacio público de la urbanización Santa Inés.
“Ahora está de ver, porque antes había más basura”, dice una mujer que se identifica como Carmela Pastor Cabanillas, también sentada en una banca, quien espera a un familiar que fue a comprar un medicamento. “Yo vengo siempre para que me atienda mi médico y he visto que ha estado más sucio”, evoca.
Servicio en crisis
El recojo de basura en Trujillo es un problema endémico. Las últimas administraciones municipales no han podido ofrecer un servicio adecuado a los trujillanos, quienes siempre deben lidiar con la inmundicia acumulada en calles y parques. La actualidad de este problema es el endeudamiento del Servicio de Gestión Ambiental de Trujillo (Segat), organismo municipal encargado de la baja policía, que se evidencia en la falta de pago a sus trabajadores.
El servicio de limpieza pública se financia con un arbitrio que los vecinos deben pagar. Sin embargo, la recaudación en los últimos años no ha sido la estimada. “Que los trujillanos morosos paguen sus impuestos (sic) para pagar al Segat”, pidió el alcalde José Ruiz Vega.
Desperdicios por doquier, todos los tachos recolectores rotos e inservibles, restos de comidas en estado de descomposición, áreas verdes sin mantenimiento deforman este significativo y funcional espacio público de la urbanización Santa Inés.
La falta de pagos origina la paralización de las labores del personal municipal, por ende, la acumulación de basura en la calle. Sin embargo, este no parece ser el motivo de las condiciones lamentables del parque del Barrio Médico.
“Siempre ha estado así, porque casi no vienen a limpiarlo”, contó un cuidador de autos, quien prefiero guardar su identidad por temor a represalias. Este trabajador contó que, con sus colegas y vendedores —de frutas, comidas, mascarillas y alcohol—, han acondicionado sacos de polietileno para recoger basura. En efecto, varios de estos recipientes están amarrados a postes o a los troncos de los árboles. Algunos permanecen repletos de desperdicios y otros vacíos.
La Dirección General de Salud Ambiental e Inocuidad Alimentaria (Digesa) del Ministerio de Salud advirtió que el acopio de residuos sólidos en la vía pública puede afectar la salud de las personas debido a la proliferación de roedores, cucarachas y moscas que son transmisores de diversas enfermedades.
No hay clínica pobre
El alcalde vecinal de Santa Inés, Fabio Díaz Cárdenas, coincidió que, frente una crisis por la que atraviesa el Segat, las autoridades deben priorizar la limpieza en lugares cercanos a clínicas y hospitales, como lo es el parque La Paz.
Así mismo invocó a los vecinos que viven alrededor de la zona a actuar de manera proactiva para acabar con este problema. “Se formó un comité de gestión del parque, pero este no ha hecho nada”, lamentó.
Consideró que la actuación de los moradores en este momento debe ser más evidente. “Se necesita sensibilizar y solicitar la colaboración de los negocios que están en el lugar para acabar con la basura. Yo sé que voluntad de las empresas hay. Además, no hay clínica ni farmacia pobres”, dijo Díaz, luego de reiterar que estas acciones recaen en el comité de gestión del parque.
El joven de pelo cortito, pantalón entallado, zapatos de vestir y polo manga larga termina su postre. Se levanta. Da tres pasos y arroja el recipiente de plástico en el montículo de basura. Se sacude las manos. Acomoda su fotocheck y regresa al trabajo.