La exposición “Antología gráfica 1982 -2025” de Alberto Ramos Palacios inició su paso anoche por Trujillo en la galería Impromptu de El Cultural, una muestra que reúne más de cuatro décadas de una trayectoria artística consagrada a extraer belleza de la madera.
La antología, abierta al público durante las próximas semanas, es un viaje sensorial a los orígenes andinos del artista, nacido en Nasca en 1953, pero forjado en los relatos y la naturaleza de su infancia en Occo, Ayacucho.
Curada por Manuel Munive Maco, la muestra es una versión abreviada de la exposición antológica presentada, primero, en el Museo del Grabado del ICPNA de Lima (2022), luego, en la Bienal de Grabado de Arequipa (2023) y El Cultural de Puno (2024).
Incluye xilografías, litografías, serigrafías y colagrafías que recorren cuatro décadas de un ejercicio sostenido.




La técnica que define a Ramos consiste en un tipo de grabado de relieve. El artista dibuja una imagen sobre una plancha de madera y, con herramientas como gubias y cinceles, vacía las áreas que no desea imprimar, dejando en alto relieve solo las líneas y formas que desea transferir al papel.
Luego entinta la superficie elevada y la prensa sobre el papel, obteniendo una estampa final.
Primero, el grabado
Durante la inauguración, el artista Gerardo Salazar recordó que el grabado fue la primera forma de comunicación visual masiva de la humanidad.
“Antes de la fotografía, antes de la cámara, la gente conocía el mundo a través de grabados. En los puertos se vendían estampas que mostraban cómo eran los lugares y las personas. Esa era la forma de ver más allá del horizonte”, explicó.

Esa dimensión de memoria y lenguaje, según Salazar, es lo que Alberto Ramos rescata en su trabajo: un diálogo entre lo artesanal y lo espiritual, entre la madera y la historia. La xilografía, en sus manos es una manera de resistir al olvido.
Alberto Ramos: la magia
“Grabado es sinónimo de huella”, comenzó explicando Ramos. Su herramienta es el bisturí, con el filo hacia arriba, con el que vacía la madera para dar vida a sus imágenes.
Recorriendo y mostrando sus piezas, el detalla la búsqueda incansable de cada técnica. “La línea negra es difícil de trabajar. Hay que vaciar el fondo, después buscar calidad de grises. Calidad de texturas. Los planos. El movimiento, y la magia. Es esencial la magia”.

Esa magia no surge de la nada, sino de un proceso de experimentación constante. “Empieza con una mancha, saber interpretar alguna mancha en la pared es la experimentación. Le agrego algún ojo y sale algo misterioso. Es excelente”.
Cada una de sus obras revela una profunda conexión entre su vida y su arte. Ramos señaló a Uma, el mito de la cabeza voladora, como una obra inspirada en una historia que su abuelo le contaba antes de dormir.
Ese mito ayacuchano, que lo acompañó desde la infancia, encontró su expresión décadas después en la madera, para mostrar como el arte es un puente entre el pasado y el presente.


La vida del artista, como él mismo narró, no ha sido un camino fácil. Ramos contó sobre los sacrificios. “Hemos tenido fracasos, pero tenemos hambre, hambre de trabajo”.
Para sostenerse, ejerció la docencia por más de 15 años en la Escuela de Arte Francisco Laso de Tacna y se dedicó a la restauración de pintura mural entre 2002 y 2007.
Alberto Ramos: reconocimiento
Su esfuerzo se vio coronado por un reconocimiento internacional que incluye el Primer Premio del Kiwa Prize en Tokio (Japón, 2007) y el Primer Premio de la III Bienal Internacional de Grabado en España (2006).
Además, el fundamental, Primer Premio del XXII Salón Nacional de Grabado del ICPNA en 1987, galardón que obtuvo con una xilografía que muestra a una mujer acunando a un niño, un tema recurrente en su obra inicial.

Hoy, jubilado de la docencia, ve esta antología como el resumen de un viaje. “Menos mal que nunca he dejado de producir”, afirmó.
La muestra es un testimonio de esa perseverancia, un viaje, como él mismo describe, parte del realismo y evoluciona hacia un simbolismo personal y poderoso.
“Es una secuencia, es el proceso… he empezado así en forma realista, a veces algunos quizá no se entenderán”, admitió con honestidad.
La exposición continuará hasta el 14 de noviembre de 2025 en la Galería Impromptu del Centro Peruano Americano El Cultural. Lunes a viernes de 10 a. m. a 8 p. m. y sábados de 10 a. m. a 2 p. m.
Texto y fotos: Yeremy Rimarachín Gonzales.