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¿Quieres saber cuán adicto eres a tu teléfono celular? Responde estas breves preguntas y lo sabrás

El uso problemático del móvil está directamente vinculado a síntomas de estrés, depresión y ansiedad; además de impactar en la memoria, la calidad del sueño, la salud visual y muscular, y la vida social.

Millones de personas en el mundo reconocen, aunque sea en voz baja, que su teléfono móvil ocupa demasiado espacio en sus vidas. Revisar la pantalla se ha convertido en un reflejo casi automático: según estudios recientes, el usuario promedio pasa cerca de 4 horas y media diarias frente al smartphone y lo consulta alrededor de 58 veces. No sorprende, entonces, que los expertos hablen ya de una auténtica adicción a estos dispositivos.

Adicción al teléfono celular: cuando el móvil se convierte en un problema

Los especialistas señalan que la adicción a los teléfonos inteligentes corresponde a una adicción conductual —como la ludopatía o el uso excesivo de videojuegos— en la que no hay una sustancia física, pero sí una dependencia psicológica, con síntomas que incluyen ansiedad, necesidad constante de revisar el teléfono y malestar si no está cerca.

Zaheer Hussain, investigador en salud mental digital de la Universidad de Nottingham Trent, explica que el uso problemático del móvil está directamente vinculado a síntomas de estrés, depresión y ansiedad; además de impactar en la memoria, la calidad del sueño, la salud visual y muscular, y la vida social.

¿Por qué es tan difícil soltar el teléfono?

Las propias aplicaciones y dispositivos están diseñados para maximizar nuestra permanencia. «Todo está gamificado: recibir una notificación o ver un video nos otorga una pequeña recompensa que nuestro cerebro asocia con placer”, detalla Hussain. El aburrimiento, la disponibilidad y el diseño adictivo contribuyen a que lo que empieza como una consulta esporádica termine en ciclos interminables de scroll y revisiones.

el uso problemático del móvil está directamente vinculado a síntomas de estrés, depresión y ansiedad; además de impactar en la memoria, la calidad del sueño, la salud visual y muscular, y la vida social.

¿Se puede dejar la adicción al celular? Lo que recomienda la ciencia

Superar la dependencia al smartphone no suele resolverse con un solo paso. Los expertos recomiendan combinar varias estrategias prácticas y de autocontrol, sumando progresivamente nuevos hábitos sanos:

Ensayos clínicos recientes han probado con éxito programas de intervención que suman pequeñas «fricciones» al uso del móvil: en vez de depender solo de la fuerza de voluntad, se trata de modificar el ambiente y el acceso para que usar el dispositivo resulte menos gratificante y más consciente.

En casos severos, cuando el uso del móvil ya compromete la vida personal, laboral o la salud mental, los expertos recomiendan buscar apoyo profesional. Las terapias más eficaces, como la cognitivo-conductual, ayudan a identificar los patrones adictivos, fortalecer la autoestima y trabajar nuevas estrategias de afrontamiento.

«Salir más seguido, practicar deportes, conversar en persona y reconectarse con la naturaleza son poderosos aliados frente a una dependencia invisible pero real”, resume Hussain.

Mide aquí tu grado de adicción al teléfono celular

Los datos muestran que el fenómeno no distingue fronteras: desde jóvenes hasta adultos mayores, la adicción al smartphone es un desafío creciente. Y aunque cada caso es distinto, el primer paso es el mismo: reconocer el problema y decidir cambiar.

¿Sientes que tu relación con el móvil es saludable? Puedes medir tu grado de dependencia en escalas especializadas como la de Healthy Screens. Y si buscas transformar tus hábitos, recuerda: la ciencia ya tiene valiosas claves, pero el cambio empieza siempre con pequeños pasos —y dejando el teléfono un poco más lejos.

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Ricardo Urquiaga
Ricardo Urquiaga
Es el segundo de tres hermanos y el más piña de los tres. Comparte lo que algunas personas meticulosas dicen sobre "usted es lo que usted come"; pero da más crédito a lo que la Biblia señala: usted es lo que usted piensa. Cree que con el tiempo la verdadera condición de corazón —o lo que es lo mismo, buenos o malos frutos— se manifiesta tanto en palabra como en acciones. Por eso es un convencido de que para cambiar el mundo se necesita producir buenos frutos.