Hoy quiero dejar de lado las eternas discusiones sobre los eternos problemas que aquejan a nuestro país, nuestra gente y nuestra maltratada y endeble democracia, siempre hay tiempo, espacio y sucesos que discutiremos y desarrollaremos, desde mi perspectiva y fundamentos jurídicos e ideológico, en los días inmediatos.
Es complejo dejar la razón de un lado y abrir el corazón para expresar lo que no se puede expresar en simples palabras, tratar de plasmar sobre el papel, en tinta inerte, virtual, dormida, las emociones. No se pueden dejar de recorrer los rincones del alma sin evitar que la mirada se nuble en sentimientos encontrados, puros, diáfanos, contrastados con el día a día y preguntarse si el camino que recorremos es el correcto o no, si lo que hacemos como padres es lo correcto, o no.

Tenerte en mi vida, desde hace siete años, es la forma más dulce de comprender y seguir luchando, cayendo y levantándome en un camino cada vez más difícil de transitar, con más obstáculos que llanos, con más dudas que certezas. Esto aumenta cuando media una separación entre los padres, todo se vuelve más complejo, mas caótico, pero se intenta hacer lo mejor posible, aún con los errores que podamos y pudimos cometer, y se extraña tenerlo, siempre.
Es intentar darle un tiempo y espacio a ese pequeño que desarma toda complejidad con una mirada, que no quiere de ti un favor, dinero, cosas materiales, no le importa si eres rico o pobre, si vives en una mansión o en un pequeño reducto, sólo pide cariño y compañía, compartir sus experiencias diarias, expresar su curiosidad sobre el mundo que lo rodea y jugar hasta el último aliento del día.

No existe un manual del padre perfecto y jamás lo seremos, cometeremos muchos errores, buscaremos manejar el mejor equilibrio para compartir y laborar, más aún en estos tiempos tan extraños, tan recios y vacíos, pero el error nace, tal vez, de nuestro querer, de nuestro amor, de nuestras ganas, inútiles, de evitarles un dolor, El mundo y la vida son lo que son y deben aprender a enfrentarlo, aún con su crueldad. De cómo, a veces, la vida nos abruma y no calibramos nuestro cansancio en relación con sus ganas de sólo estar con nosotros.
Hoy que soy padre, he aprendido a comprender muchas cosas que mi padre nos decía ya agradezco que ello fuese así, aunque en su momento no lo comprendiera y, con seguridad, nuestros hijos no entenderán nuestras acciones hasta cuando, si así lo consideren, sean padres también. Como decía Charles Wasworth: “Para cuando un hombre se da cuenta que su padre tenía razón, ya tiene un hijo que piensa que está equivocado”
Expresar en breves palabras el amor más puro que nos sostiene, que funge como combustible, como vitamina para despertar y andar, luchar y vencer, es una tarea bizantina, porque la mejor recompensa es, al final del día, acostarlo, contarle un cuento, verlo dormir en paz y decirle, TE AMO. Feliz cumpleaños hijo.
Carlos Talledo Manrique
Abogado constitucionalista