La tragedia que sacudió el espectáculo de Agua Marina en Chorrillos no fue un hecho aislado, sino el último eslabón de una cadena de amenazas y extorsiones que los músicos han padecido durante el año y que, a pesar de las reiteradas denuncias, encontraron como respuesta solo silencio.
Desde inicios del 2025, la agrupación piurana alertó a la Policía Nacional del Perú (PNP) sobre mensajes intimidatorios, exigencias de dinero y atentados dirigidos contra sus integrantes y presentaciones públicas; hechos que iban desde balaceras hasta la colocación de explosivos en sus escenarios y buses.

Agua Marina: así fue la noche de terror en Chorrillos
La noche del miércoles 8 de octubre, el concierto en el Círculo Militar de Chorrillos –uno de los shows más esperados para sus seguidores limeños– se transformó en pánico cuando dos hombres armados irrumpieron en moto tras el escenario y dispararon una ráfaga brutal, sembrando el terror entre más de mil asistentes.
Las investigaciones policiales apuntan al uso de una mini Uzi, arma automática que dejó al menos 27 casquillos en la zona, evidencia de un ataque planificado.
Entre los heridos figuran tres integrantes de la banda y un miembro técnico; los músicos Luis y Manuel Quiroga Querevalú fueron impactados, el primero recibió tres impactos de bala, uno en el tórax. El baterista y el animador de Agua Marina también fueron trasladados de urgencia, aunque ya están fuera de peligro, según un comunicado de EsSalud.


Las imágenes virales –público corriendo, músicos buscando refugio tras los equipos, asistentes tirados al piso– evidencian el nivel de vulnerabilidad que padecen artistas y trabajadores del entretenimiento en el Perú, víctimas de una criminalidad que avanza sin freno.
Más grave aún, el Ministerio del Interior reveló que el evento carecía de garantías oficiales y permisos municipales; la seguridad estaba ausente tanto en la puerta como en la retaguardia del recinto.

Agua Marina denunció extorsiones y no les hicieron caso
José Quiroga, líder de Agua Marina, ya había advertido sobre las extorsiones meses antes. «Nosotros siempre hemos denunciado las extorsiones, pero no pasa nada. Ha tenido que pasar algo trágico para que las autoridades recién hagan algo. ¡Ya basta de esto!”, declaró tras el asesinato de Paul Flores, cantante de Armonía 10, también víctima del crimen organizado.

En entrevistas previas, Quiroga expuso detalles sobre la violencia sufrida: «Fuimos con el bus pensando que no iba a pasar nada y nos balearon. Las balas pasaron cerca de nosotros”.
Relató también el episodio en Trujillo donde les pusieron explosivos en el escenario dos veces y, más recientemente, el temor constante en cada presentación artística. “El delincuente sabe dónde vamos a estar, ya basta, hagan algo. Estamos en esta situación y siguen las extorsiones, los mensajes».

La agrupación cerró filas con otros artistas en la marcha por la paz convocada tras la muerte de Paul Flores, exigiendo al Estado y al Congreso leyes que frenen la extorsión y acaben con el miedo instalado en el sector artístico y los peruanos “emprendedores de a pie”. “No puedo trabajar tranquilo, todos salimos con miedo”, remarcó Quiroga ante la prensa, reflejando el desaliento de miles.
La Fiscalía y el Ministerio del Interior condenaron el ataque y ordenaron pericias balísticas y recabar registros fílmicos para identificar a los autores, mientras activan el plan cerco policial y exhortan a que eventos futuros cumplan todas las garantías exigidas por ley. Pero la indignación crece. El ataque en Chorrillos es un símbolo de la inseguridad, la impunidad y un Estado rebasado.