Un raro fenómeno natural volvió, en el 2023, después de casi cincuenta años, al océano Pacífico, frente al Perú. Era un ciclón y los especialistas lo bautizaron con la palabra quechua ‘Yaku’, que significa ‘agua’.
Y lo que más hubo fue agua.
Agua del cielo, que luego bajó de los cerros y arrasó viviendas y vidas.
El norte primero
Las lluvias calamitosas empezaron a caer, en el norte del Perú. En especial, en Tumbes y Piura, cuya población soportó la crecida de ríos, la destrucción de vías de comunicación y colapso de viviendas.
El 9 de marzo, las localidades de Chepén y Pacasmayo, en la región La Libertad) soportaron una precipitación por más de seis horas. El agua llegó a cubrir hasta 70 centímetros de altura en sus viviendas.
Yaku: golpe en Trujillo
El 10 de marzo de 2023, entre la tarde y la noche, cayó una lluvia intensa en Trujillo que produjo la activación de las quebradas San Carlos, San Ildefonso y El León, las cuales inundaron calles, avenidas y viviendas en los distritos de El Porvenir, Laredo y Huanchaco.
En comparación a los anteriores fenómenos climáticos (1998 y 2017), la lluvia de ese viernes fue intensa y muy copiosa.
“Todo fue tan rápido, que no nos dio tiempo para protegernos, para poner alguna barrera”, le dijo a BuenaPepa, Germán Ponce Rodríguez, vecino de Nueva Florencia.
Una mujer que lavada ropa en el Barrio 2 de Alto Trujillo coincide. “Estas han sido más fuertes que todos los años. Todo está destruido”, contrasta.
Wichazao sepultado
Sin embargo, las autoridades no reportaron en su real dimensión la afectación que sufrieron los vecinos del sector Wichanzao, en el distrito La Esperanza.
La activación de la quebrada Cabras sepultó casi una manzana de viviendas. La imágenes dieron la vuelta al mundo por el nivel de destrucción y el impacto en la vida de las personas.
BuenaPepa elaboró un contenido transmedia para informar a profundidad los daños que ocasionó Yaku en este sector de Trujillo. Los reportajes se centraron en contar la historia de los afectados y el esfuerzo que desplegaban por salir adelante.
A pesar de que ha trascurrido un año, el sector sigue desolado con muchas viviendas sin ser habitadas. Sus dueños han preferido buscar otros lugares para vivir.
Además, el temor de que las lluvias y las avenidas de agua se repitan es constante y evidente.