Escribe Luis Quispe Palomino
En nuestro gran compendio lexical que es el idioma español, tenemos al menos cinco verbos para referirnos a una misma acción, por ejemplo, “redactar”, “transcribir”, “anotar”, “copiar” y “manuscribir” son sinónimos de “escribir” (a mano o computadora).
Sin embargo, a veces, por desconocimiento o facilidad en el habla, nos olvidamos de las otras alternativas y nos cerramos a la única posibilidad de usar la palabra más genérica a modo de comodín, lo cual evidentemente refleja pobreza lexical.
Al igual que en el naipe, un comodín nos ayuda a obtener una cierta ventaja sobre nuestro compañero, en este caso, al formular oraciones o enunciados; pues resulta más fácil decir “Hicimos un contrato” que “Celebramos un contrato”.
Las palabras comodín son eso: palabras genéricas que desplazan a palabras más específicas que van acorde con el contexto: el verbo “hacer” se impuso ante la celebración del contrato (tecnicismo del derecho).
Son tres, dice Alberto Gómez Font, solo tres verbos asesinos, pero que tienen el potencial de exterminio de una organización criminal. Lo que trata de advertirnos el lingüista y ex coordinador general de la Fundación del Español Urgente (Fundéu) es la existencia de tres verbos comodín que acaban con la vida de otros verbos, ya sea en los planos oral o escrito.
No se considera una incorrección usarlos porque aún no hay norma con tal calificación. Estos tres verbos son “realizar”, “iniciar” y “finalizar”.
Realizar. Es frecuente hablar de que “El fulano realizó un viaje” cuando lo recomendable sería “El fulano viajó”, dicho sea de paso, no faltamos al principio de brevedad de palabras. Asimismo, las entrevistas, las conferencias y las ruedas de prensa tampoco se realizan, sino se llevan a cabo.
Iniciar. Las conversaciones no se inician; las conversaciones se entablan. Los cursos no se inician; los cursos se aperturan. Los negocios no se inician; los negocios se emprenden.
La lógica es bastante sencilla: si bien todo tiene un inicio y un final, nadie diría, porque sería un atropello contra la costumbre, “Inició la vida del bebé”, sino dirá “Nació el bebé”; pues “nacer” es sinónimo de “iniciar”.
Finalizar. En su lugar es recomendable “acabar”, “clausurar”, “concluir”, “culminar”, “expirar”, “finiquitar”, “prescribir”, “terminar”… ¡Uf! La lista es amplia. Así entenderemos que los plazos no finalizan, sino los plazos se cumplen.
El uso de los tres verbos asesinos, que le quitan la vida a sus sinónimos, debe de ser minoritario para que el lector encuentre nuestra prosa exenta de vacilaciones. Reitero que su uso no es una incorrección, pero sí lo es carecer de propiedad léxica, esto es, ubicar cada palabra con el significado que le corresponde.
Luis Quispe Palomino (Barrios Altos, 1999). Estudia la carrera de Derecho en la Universidad Privada Antenor Orrego. Ha publicado artículos de opinión y divulgación en las revistas Los Contemporáneos (México) y Taquicardia (Trujillo). En 2020 inauguró el proyecto Disicultura, el cual se ha convertido en la primera editorial de textos de no-ficción, de forma autogestionada, de La Libertad. Actualmente, se desempeña como docente de Lenguaje y corrector de estilo. Reside en Laredo.