La capital de La Libertad exhibe una atractiva arquitectura que encandila a propios y extraños. Ello debido, entre otros, aspectos a las ventanas coloniales.
Trujillo se parece a tantas ciudades del Perú. Por ejemplo, de Lima comparten su condición amurallada, ese cerco que se construyó para protegerse del ataque de los piratas. Sin embargo, también expresa rasgos únicos que la convierten en una urbe sin parangón. Una de estas características son sus ventanales.
Si Lima es conocida por sus inmensos balcones, Trujillo lo es por sus ventanas singulares. Así, el Centro Histórico de Trujillo se encuentra declarado como zona monumental integrante del Patrimonio Cultural de la Nación. Su declaración y conservación se fundamenta por su valor urbanístico de conjunto, por el valor documental histórico y artístico, y porque cuenta con un número apreciable de monumentos y ambientes urbano monumentales. Uno de estos ambientes lo conforman las múltiples ventanas coloniales-republicanas.
Las ventanas trujillanas con su bello enrejado fueron originalmente de estilo colonial, ahora republicanas. Sus grandes dimensiones expresan majestuosidad, lujo, grandeza, poder. En su belleza arquitectónica y ornamental se encuentran indicios artísticos barrocos. En Perú no hay otra ciudad cuyas edificaciones se hayan pulido tanto con el diseño de las ventanas con esta condición artesanal de filigrana, en parte debido a sus condiciones climáticas extremas el gran ventanal primero es por un tema bioclimático, favoreciendo el traslado del aire dentro de la casa grande mediando entre interiores y patios.
Delia Bayona articulista arquitectónica de ArchDaily Perú, identifica las diferentes variantes en la tipología de la ventana trujillana.
– Uso: ventana con balcón – ventana asiento – ventana clásica única
Nació en un lugar donde no se cultivan manzanas, pero si las ganas de superarse. Emigró a la ciudad donde habían otras frutas, pero no eran gratis. Así que tuvo que trabajar y estudiar mucho. Ingresó a la Universidad Nacional de Trujillo donde su refrigerio era jugo de naranja. Allí se enamoró de la fotografía cuando disparó a un canasto lleno de frutas frescas. Llegó a trabajar en el Diario La Industria de Trujillo donde le sacó el jugo a todas las comisiones. El 2020, la mejor pepa le llegó con el Gran Premio Nacional de Periodismo por una pepaza fotográfica sobre las protestas agrarias en Virú, La Libertad.