La fotografía de la pianista Piedad Aramburú abrazada a un singular personaje trujillano conmueve mi ser.
Ella sonríe. Él, con el brazo izquierdo estirado, señal de triunfo y de gozo, sostiene con su mano erguida su chompita y con la otra, se aferra, se conecta, se une a la artista que acaba de ofrecer un recital de piano en el Teatro Municipal de Trujillo.
Es el viernes 3 de mayo del 2024 y ella no muestra rechazo al hombre de barba con cabello revuelto, al caminante, al fiel que acude todos los domingos a misa, al ser humano sin nombre que algunos irónicamente, en la ciudad de Trujillo, han bautizado como el Loquito; por el contrario, la pianista acepta el gesto espontáneo del personaje.
Es recíproca con el espectador que, tras la última nota, irrumpe en escena, baja de un balcón del segundo piso del teatro y acude raudo al encuentro de la mujer que con su interpretación artística tocó las fibras de su alma.
Se muestra visiblemente conmovido. Los músicos que acompañan la velada esbozan alegría. El público se sorprende, el público aplaude de pie, el público se unió al abrazo. Una escena surrealista.
“El surrealismo es destruir lo que crees que sabes y dejar que fluya lo que no conoces”, escribió el genio Salvador Dali.
Abrazo, el Concierto de Gala organizado el Centro de Promoción Cultural Trujillo (Ceprocut), institución que promueve arte y cultura a nivel local, nacional e internacional.
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En mi locura, también abrazo a los integrantes de la Orquesta Sinfónica de Trujillo, abrazo al genial maestro Teófilo Álvarez Álvarez, al violinista piurano Edinson Cruz y, además, abrazo a la maestra Piedad Aramburú y al hombre culto de barba que se atrevió a romper el protocolo del concierto para mostrar su gratitud.
Texto: Alvaro De la Rosa Celestino (ADLRC)- Roger Montealegre Barrientos
Foto: ADLRC