La bebé de cinco meses que fue arrojada contra la pared por su madre, por no dejar de llorar, tiene un nuevo hogar. Tras varias gestiones, la menor ingresó a la aldea infantil Santa Rosa, administrada por la Gerencia de Desarrollo Social del Gobierno Regional.
Su ingreso se dio la noche del último miércoles, dos días después de registrarse la brutal agresión en una vivienda del distrito Alto Trujillo, provincia de Trujillo, donde la menor vivía con su madre, Justa Marlene Yupanqui Pino, y cuatro, de sus cinco, hermanos.
Pese a ser arrojada contra la pared, el diagnóstico de Medicina Legal del Ministerio Público arrojó que la bebé solo padece de equimosis (hematoma) en la cara. “Hemos ido a la comisaría para seguir de cerca el caso, queríamos saber la situación de la niña. Gracias a Dios, no tiene lesiones fuertes, no tiene fracturas, ni lesiones que hayan tenido que suturar. Ahora está bajo nuestra responsabilidad”, mencionó a BuenaPepa la gerenta de Desarrollo Social, Catherine Blas Villar.
La funcionaria conversó con la hermana mayor de la bebé, quien tiene 22 años y no vive en el mismo hogar con su madre y sus cinco hermanos. De manera temporal, la joven se ha hecho cargo de tres de ellos —de las edades de 17, 14 y 12 años— mientras que el penúltimo, de ocho años, quedó bajo la tutela de su padre.
“Gracias a Dios, no tiene lesiones fuertes, no tiene fracturas, ni lesiones que hayan tenido que suturar. Ahora está bajo nuestra responsabilidad”
Catherine Blas Villar, gerenta de Desarrollo Social
“La señorita ya está a cargo de tres niños, ya no se podía hacer cargo de la niña. Como la bebé ha sido víctima de agresión, hemos pasado a tenerla nosotros para que esté mejor resguardada. Solamente el niño de 8 años se ha quedado a cargo del papá. El Centro de Emergencia Mujer me ha informado que el padre no registra denuncias por violencia familiar, solo la mamá. Por eso es que el niño ha quedado con el padre, pero estamos haciendo seguimiento del caso”, declaró.
La Defensoría Municipal del Niño y Adolescente (Demuna) de El Porvenir también intervendrá para resolver la situación tutelar de los otros cuatro menores. “Tenemos que saber si hay riesgo de que queden en abandono”, sostuvo José Luis Rodríguez, titular de este despacho.
Fuera de la carceleta
Justa Marlene Yupanqui Pino, de 38 años, dejó el calabozo de la comisaría del Alto Trujillo y fue trasladada al Juzgado de Familia de El Porvenir para resolver su situación. BuenaPepa pudo conocer que el segundo de sus hijos, de 17 años, quien grabó el video del maltrato a su hermana de cinco meses, evitó dar nuevas declaraciones a la Policía.
Esta versión fue confirmada por el mayor Juan Linares Gonzales, comisario del Alto Trujillo. “El video es contundente, la declaración de su hijo era primordial, pero ahora se ha retractado, se entiende porque también le preocupa su madre. No ha colaborado mucho. Con los argumentos que tiene, la fiscal hará la denuncia o pedirá la tenencia de los menores a otra entidad”, indicó.
El jefe policial agregó que la mujer, tras recuperarse de la embriaguez, dijo estar arrepentida de haber agredido a su hija. “Decía que no se dio cuenta de lo que hizo porque estaba con los efectos del alcohol. La mujer sabe lo que se le viene. Dice que no lo volverá a hacer y que pasaba por problemas económicos”, reveló el mayor PNP.
Apoyo a menores maltratados en Trujillo
El Centro de Acogida Residencial (CAR) Aldea Infantil Santa Rosa, adonde fue trasladada la menor de cinco meses, se ubica en el kilómetro 24 de la carretera de penetración a la sierra de La Libertad, sector Santa Rosa, distrito de Laredo.
Cuenta con ocho casas, seis de ellas ocupadas por treinta y nueve menores en condición de vulnerabilidad, y es administrada por el Gobierno Regional. Una bebé de dieciséis días de nacida y una adolescente de catorce años son los menores de menos y más edad que viven en este albergue.
Catherine Blas Villar, gerenta de Desarrollo Social, indicó que las niños reciben el apoyo de madres cuidadoras, quienes se encargan de atenderlos y brindarles el amor que necesitan. Además, reciben el apoyo psicológico y atención en las áreas de nutrición, asistencia social y enfermería.
“Aquí nuestros niños viven en casas porque queremos que sientan el calor de hogar. Tienen sala, dormitorios, cocina. La madre cuidadora se encarga de su atención como si fueran sus hijos. Ellas los bañan, cambian, los ayudan con las tareas del colegio. Estos niños han evidenciado el maltrato que han sufrido sus madres, son niños con madres víctimas de feminicidio. Hemos ido recuperándolos con terapias psicológicas”, declaró la gerenta de desarrollo social.
En los treinta y tres años que funciona este albergue, se han rescatado a menores con desnutrición crónica. Los treinta y nueve niños que están al cuidado del CAR Santa Rosa no padecen de anemia.
“Hemos tenido cinco niñitos que se recuperaron en la aldea, uno llegó con su cabecita sin pelo. Era un niñito de tres años que su mamá le jalaba el pelo cada vez que no hacía lo que la mamá quería. Se lo arrancaba de los jalones. Llegó sin pelo y en pésimo estado, con desnutrición severa, pero ya se ha restablecido”, declaró.