Escribe Ryan Oliva Carranza
Scaloni y Deschamps se presentan este domingo 17 de diciembre con un duelo entre ideas de juego similares; pero dentro contextos totalmente diferentes. El argentino nació en mayo de 1978 y el francés, octubre 1968. Diez años de diferencia, pero muy semejantes en la forma de entender el fútbol.
Scaloni formó, en los noventa, parte importante del Superdepor. Así se le llamaba al Deportivo La Coruña de España que en 1999-2000 ganó liga, Copa del Rey y dos Supercopas de España. La carrera deportiva de Deschamps empezó en el rugby, “ese deporte de colisión” (Heyneke Mey). Cuando llegó al fútbol, ganó una Copa Uefa con el Olimpyque de Marsella y casi todo con la Juventus de Turín (Italia).
Ambos, en su juventud; jugadores profesionales e internacionales absolutos con sus países de origen. Ahora, con la responsabilidad de llevar a sus equipos a la máxima gloria. Si gana Francia, Deschamps será único: ningún técnico ha ganado dos veces la copa mundial. Si la propuesta de Scaloni se impone, se convierte en uno de los entrenadores más jóvenes en ganar el mundial.
Deschamps y la nueva edad dorada francesa
Como jugador, fue capitán de la gloriosa generación de los Blues del 98, junto a leyendas como Zidane, Petit y Henry, que ganaron el Campeonato del Mundo de 1998 y la Eurocopa del 2000. Empezó su camino como entrenador en el Mónaco y, luego, saltó a la Juventus. Y, después, al Olympique de Marsella. Su nombre fue el primer sonado en la lista para dirigir a L’ Équipe, cuando Laurent Blanc dimitiera de la selección en el año 2012.
Desde entonces, su propuesta de juego se ha caracterizado por ser simple y poco vistosa, pero que le ha dotado de unidad a una selección repleta de estrellas como lo es Francia.

Es esa misma idea la que le valió para lograr la ansiada segunda estrella para los galos en Rusia 2018. Mundial en el que dejaron en el camino a los que ahora serán sus contendientes en la final 22° de la copa.
Didier Deschamps es el tercer hombre en el planeta en ganar una copa del mundo, como jugador, y otra, como entrenador. Está a solo un partido de ser el único en bicampeonar en la cita futbolística más importante del planeta.
A esta edición, los franceses llegaron como uno de los favoritos y no hay duda que con Deschamps, ‘Los Blues’ han alcanzado una segunda etapa de oro.
Scaloni, una historia compleja
A diferencia del DT francés, Lionel Scalon fue muy cuestionado en sus inicios con la Albiceleste debido a su falta de experiencia como director técnico. El ‘novato’ seleccionador, ha conseguido el reconocimiento de sus detractores en base a triunfos, dentro de los cuales se adjudica haber ganado una Copa América y un Campeonato Intercontinental de Selecciones —la Finnalisima 2022— en los casi 4 años de trabajo que lleva con la selección mayor de Argentina.

Scaloni fue parte del cuerpo técnico de Jorge Sampaoli que dirigió en Rusia 2018. Conocido, el destino del Hombrecito que colindó con el fracaso, Scaloni asumió el buzo de la selección. Sus inicios al mando de la selección se vieron opacados por las constantes críticas de varios exponentes del futbol argentino, entre ellos, el fallecido Diego Maradona que, en una de sus últimas declaraciones, indicó que Scaloni “no podía dirigir ni el tráfico”.
Muy fiel a la faceta que lo caracterizó como jugador, Lionel Scaloni, se asentó con gran ímpetu y firmeza. Fue operador del gran cambio generacional de los argentinos. Marcando así la llegada de jóvenes promesas como Rodrigo De Paul, Enzo Fernández y Julián Álvarez.
Un entendimiento del juego ‘anticuado’
Lo cierto es que ambos comparten una visión de juego muy parecida. Mucho menos vistosa y ‘atractiva’ de ver al público, podrían decir algunos. Claro, lo importante en los 90 minutos es meter goles para ganar, y todo a parte de ello queda fuera de la ecuación. Y esta idea, que propone menos que otras, es la que ambos entrenadores pregonan, y les ha validado para posicionar a sus selecciones como las dos mejores del mundial en un campeonato repleto de ‘juego de posesión’, ‘verticalidad’ y el siempre presente ‘jogo bonito’ de los brasileros.