Los bares y la poesía son cóncavo y convexo. También, son como un broche —hembra y macho— o son como dos seres que felices se canibalizan. El Trujillo, Bar El Tumi se ha convertido, en los últimos años, en destino de los escribas de toda calaña.
La noche del sábado 20 de mayo, siete de ellos —talentosos de cabo a rabo— protagonizaron una velada singular, en la que se evidenció que La Libertad, la tierra de César Vallejo, de José Watanabe, de Luis Valle Goicochea, la poesía sigue ensartando, quemando, motivando y transformando.
Recital total
Esmeralda Cueva, Hilsa Rodríguez, Luis Quispe, Adrián Alberto, Oscar Ramírez, David Novoa y Parix Cruzado protagonizaron una velada en la cantina, ubicada en el jirón Pizarro, al costado —en una referencia poética— de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat).
El recital fue organizado por Invisible, editorial que dirige Parix Cruzado, y fue llamada “Lo Malo de la Poesía”.
¿Qué es lo malo de la poesía? Evidentemente, nada.