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Paiján y un sueño: parque paleolítico y el desierto transformado en una sabana

El periodista y catedrático Guido Sánchez Santur expone, con conocimiento de causa, el esfuerzo de un grupo de personas por revalorar un sitio arqueológico de hace 10 mil años.

Un bosque de algarrobos, el cual matiza de verde 562 kilómetros cuadrados de desierto, a cuya sombra retozan caballos silvestres, venados, zorros, felinos, vizcachas y otras especies, es el sueño de Jaime Deza Rivasplata, arqueólogo y científico liberteño, quien hace 50 años germinó la idea del Parque Paleolítico de Paiján (Ascope, La Libertad).

Su anhelo de preservar ese territorio que habitaron, hace 10 mil años, los primeros pobladores de los Andes en las pampas de los fósiles.

Este proyecto aspira a poner en valor los orígenes de la civilización andina sustentado en las investigaciones de los arqueólogos Emilio Choy, Rafael Larco y el mismo Deza.

Estos profesionales determinaron que los pobladores de entonces cazaban animales salvajes usando puntas de lanza construidas con piedra, evidencias que se encuentran desperdigadas en los arenales entre Paiján (Ascope) y San Pedro de Lloc (Pacasmayo).

Su anhelo de preservar ese territorio que habitaron, hace 10 mil años, los primeros pobladores de los Andes en las pampas de los fósiles.

Ahí se han encontrado cuchillas simples, lenticulares y lascas obtenidas con golpes de percusión; entre las que ha diferenciado 15 tipos de puntas de lanza.

Paiján: 5 ecozonas

Deza Rivasplata considera que esta área constituye una unidad cultural con cinco ecozonas ocupadas en ese ámbito (Valle Fósil de Cupisnique, El Venado, Tres Ríos, Falda Norte del Cerro Yugo y cabecera de la cuenca del río Mocan, bajo la influencia del río Cupisnique) con 63 grandes asentamientos habitados por grupos de familias de economía recolectora y de caza.

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Esta civilización dejó viviendas al aire libre, aldeas, caminos de tránsito, paraderos, talleres, canteras y millones de lascas de desecho con sus instrumentos tallados para cortar, trabajar las pieles, hacer fuego, cazar; así como juguetes de los niños cazadores, evidencias que urge excavar para enriquecer el futuro Parque Paleolítico.

 “No hay en otra región andina un espacio que muestre en superficie tal riqueza de información sobre las actividades de los primeros ocupantes en América; por eso, su estudio y preservación es una necesidad cultural, científica y práctica”, advierte Deza Rivasplata.

Esta unidad cultural de 10 mil años de antigüedad se complementa con las cinco ecozonas de ocupación paleolítica, con una intensidad y extensión más grande de América; además, conserva fósiles de flora y fauna pleistocénica desaparecida. Y se constituye en un área de estudio de los cambios climáticos ocurridos en el Perú.

Puesta en valor

Este escenario, de indiscutible valor histórico, abre las posibilidades de un laboratorio natural de investigación que atraiga la atención de especialistas, científicos, universidades, ONGs de todo el mundo.

El objetivo es unir esfuerzos orientados a repoblar el desierto con bosques de algarrobos y transformarlo en una sabana verde como lo fue hace diez mil años, donde habitaban especies extintas, como cérvidos, caballos de pastizales, camélidos, llamas, mastodontes americanos, puercos de agua, armadillos gigantes, tarucas, osos y otras.

La recuperación del bosque empujará la reactivación de las cinco lagunas, quebradas y ríos secos que han sido identificados, dando paso a un ecosistema que atraerá la atención mundial por sus dimensiones y envergadura.

 Para comprender la forma en que vivieron los cupisniques, se instalarían talleres artesanales en los que los visitantes tengan la oportunidad de fabricar puntas de lanza y otros utensilios, como lo hicieron nuestros ancestros.

Así como, centros de interpretación y museos equipados con tecnología de realidad virtual, realidad aumentada e inteligencia artificial para que los turistas vivan experiencias inmersivas e interactivas, adentrándose en un escenario mágico que los trasladen a miles de años de antigüedad entre aquella vegetación agreste y fauna silvestre milenarias, colocándonos al nivel de los países del primer mundo.

Avances legales

El primer paso firme de esta iniciativa se materializará cuando esa área sea declarada intangible, responsabilidad que recae en el Consejo Regional de La Libertad que debe declararlo zona intangible y de necesidad pública.

El asesor legal del consejo regional de La Libertad, Enrique Recalde Gracey, asegura que este procedimiento está bastante avanzado y que los siguientes días se suscribiría la ordenanza regional mediante la cual se institucionalizará lo que será el soñado Parque Paleolítico de Paiján.

Esta propuesta fue presentada y socializada en la II Feria Internacional del Libro con la participación del científico Jaime Deza Rivasplata, el asesor legal del consejo regional La Libertad, Enrique Recalde Gracey y el comunicador especializado en turismo y desarrollo sostenible, Guido Sánchez Santur.

En suma, más que un santuario natural, es un testamento vivo de la historia humana en los Andes, un vínculo tangible con nuestros antepasados y un faro de esperanza para el futuro.

La visión de Deza Rivasplata sumada al compromiso de los investigadores, autoridades y comunidades locales nos recuerdan la importancia de proteger y preservar nuestro patrimonio cultural y natural, no solo como un deber hacia las generaciones venideras, sino como un tributo a la riqueza y diversidad de la vida en nuestro planeta.

El Parque Paleolítico de Paiján es más que un proyecto, es un símbolo de nuestra capacidad para soñar, investigar y trabajar juntos en aras de un mundo más consciente y sostenible.

SITIOS SIMILARES
La propuesta de Jaime Deza es viable, hay ejemplos de su implementación en distintos países del mundo, aquí algunos:
Parque Arqueológico de Atapuerca (España): Situado en la provincia de Burgos, alberga importantes yacimientos paleontológicos y arqueológicos que contienen restos humanos y animales del Pleistoceno.
Parque Nacional de la Sierra de Atapuerca (España): Junto al Parque Arqueológico de Atapuerca, protege un entorno natural único que incluye yacimientos paleontológicos y arqueológicos.
Parque Prehistórico de Teverga (España): Ubicado en Asturias, ofrece recreaciones de la vida prehistórica y exhibiciones sobre el arte rupestre y la fauna del Paleolítico.
Parque Prehistórico de Bretaña (Francia): ofrece una experiencia interactiva sobre la vida en la Prehistoria, con recreaciones de edificaciones y actividades cotidianas de los primeros humanos en la región de Bretaña.
Parque Arqueológico Nacional de Gobustán (Azerbaiyán): Alberga petroglifos y grabados rupestres y contiene evidencia de la ocupación humana desde el Paleolítico hasta la Edad Media.

Escribe: Guido Sánchez Santur