“El oído es poderoso”, expresa don Fernando Talledo Abarca, un ayabaquino de 62 años que padece de ceguera desde que nació; sin embargo, aprendió a desarrollar muy bien el sentido del oído para percibir la realidad.
Sabe identificar la estatura de las personas por la altura en la que escucha sus voces, descubre sus edades por el tono de voz y, sobre todo, siente cuando alguien está a su alrededor e intenta pasar desapercibido.
Su ceguera es dolorosa; pero, a veces, útil. Útil porque ha puesto al descubierto a quiénes intentan robar mientras él está presente. Doloroso porque ha oído a muchos hablar en voz baja para negar su presencia con tal de no recibirlo: “Dile que no estoy”, es una de las frases que recuerda de quiénes se esconden de él.
La necesidad y la experiencia han desarrollado competencias para que realice quehaceres por sí solo. Pero eso no significa que rechaza a quién desee ayudarlo. “Es una oportunidad para hacer más amigos”, declara sonriendo mientras agrega que cuando alguien lo encuentra por la calle y decide acompañarlo, él aprovecha para conversar.
De acuerdo el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el Perú existen 3 209 261 personas (1’ 820,304 son mujeres y 1’ 388,957 son hombres) que tienen alguna discapacidad. La cifra representa el 10,3 % de la población peruana. Con el objetivo de reivindicar su derechos, además de ponderar la importancia de contar con un marco legal de protección de su salud, educación, trabajo y accesibilidad, el Estado peruano fijo al 16 de octubre como Día Nacional de la Persona con Discapacidad en el Perú.
El estudio empodera
Si don Fernando no empezó a estudiar desde pequeño fue porque en su pueblo no había un colegio para ciegos; pero cuando surgió la oportunidad de iniciar la etapa escolar, no lo dudó ni un segundo. Lejos de su pueblo y de su madre; asistió, por primera vez, a una escuela para ciegos, en Piura. En ese entonces tenía quince años de edad.
Su ceguera es dolorosa; pero, a veces, útil. Útil porque ha puesto al descubierto a quiénes intentan robar mientras él está presente.
Con él, sumaban cinco estudiantes en el aula. En el trayecto se retiraron todos, menos él; motivo por el cual el centro de estudios decidió recibir únicamente a sordos. Pero esto no impidió que dejara sus estudios a la mitad de camino (en ese momento cursaba tercero de primaria). Así que, posteriormente, viajó hasta Arequipa para concluir la secundaria.
Estudió locución radial y televisiva. Se graduó y trabajó en Chiclayo por cinco años. Luego, tras el fin de su contrato, se dedicó a vender cigarros, arrocillos y bolsas. Tiempo después se presentó una nueva oportunidad laboral, esta vez en Piura, ciudad en la que reside hasta la fecha y trabaja desde hace aproximadamente tres décadas como recepcionista de llamadas en el hospital regional José Cayetano Heredia.
Se nota que don Fernando la está pasando bien por la sonrisa que maneja y por lo emocionado que se pone cuando confiesa que además de dominar la guitarra y el canto, pronto también dominará una computadora. Solo es cuestión de tiempo y de las clases que se encuentra recibiendo para que anuncie que lo logró.
Este contenido fue elaborado gracias a la colaboración de Sandy Valeria Crespo Carrasco.